LAS MINAS DE SOMORROSTRO. VI - 1882
La Orcouera. - Amistosa y Unión. Parcocha, - Las Conchas. - Ferro-carriles y
tranvías aéreos de estas minas.
Hay en la actualidad
tan fáciles medios de comunicación para llegar a lo más alto y retirado de la
montaña minera, como penosos eran los que se usaban hace pocos años, cuando se
hacia el viaje a pie o a caballo desde Bilbao. Pasado el puente del A r e n a l
, el tranvía de Santurce corre al pié de la zona ferrífera, y desde las
estaciones de Luchana, El Desierto y Sestao puede el curioso trasladarse
respectivamente á las minas de la Orconera, a las Conchas, a Ortuella y a
Gallarta, al Campillo, o a las lejanas hondonadas de Galdames, en los
ferro-carriles de la Iron Ore Orconera, de la Franco-Belga de Triano
ó de la Diputación, de Alonso hervíanos, ó de la Bilbao Iron Ore,
obteniendo antes el necesario permiso y pase de los señores ingenieros
directores de la explotación.
Luchana: Estación de “La Orconera”
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Sigamos el primero.
L a Estación de Luchana, situada cerca del barrio de este nombre y frente al
histórico y famoso puente , tiene sobre el Nervión los cargaderos ya descritos,
y al otro lado del tranvía el centro directivo, compuesto de tres elegantes y sencillos
edificios : la dirección, la caja y las oficinas; y en la orilla misma del ferro-carril, el telégrafo los
talleres viejos y nuevos y el almacén. Hacia el Nervión se ven los trenes
cargados que llevan el mineral á los grandes vapores anclados debajo de los aparatos; el Monte Cabras, el Alto de Banderas, la fábrica
de petróleo de Gurtubay , los cargaderos de la Franco-Belga y el bonito palacio de la Dirección de
esta Compañía, construido para la del ferro-carril del
Regato. Cierran el paisaje, por el Norte , las colinas fortificadas para defender
la ría; al Noroeste, la iglesia y pueblo de Baracaldo; surge en el fondo el cónico
y majestuoso pico de Serántes; á su lado, más bajo, se alza el Montaño ; pasada
la abertura del valle, dibújanse, al Oeste, ¡a oscura masa de Triano, el alto y
recortado cerro del Cadegal, animado por las labores; á nuestra espalda, la
dilatada cordillerade Baracaldo, pobre de vegetación en lo alto, pero poblada
de bosque y de sembrados en sus sinuosas laderas; al Med¡odía, los múltiples y
afilados picos, bañados por las nieblas, que avecinan la villa de Bilbao, y en
los primeros términos, sirviendo de base a esta perspectiva, la hermosa vega
cuajada de maizales, parras, viñas, árboles frutales, senderos y arroyos; blancos
caseríosy bonitas arboledas, entre cuyas lineas se deslizan en diversas
direcciones los trenes mineros, lanzando alegres aullidos de vapor para anunciar
al puerto que vienen repletos con el rico tesoro arrancado á las entrañas de la
sierra.
Luchana:
Cargaderos de mineral y el vapor “Septiembre” de Aznar y Compañía.
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Un
tren vacio espera la señal de marcha para las minas. Su pequeña locomotora,
sistema Beyer and Peacok, pesa, con agua y carbón, 23 toneladas, y arrastra en
la subida 20 vagones de unas tres toneladasde peso cada uno, con una velocidad
de 18 kilómetros por hora. La longitud de este ferro-carril es de 14
kilómetros; su vía, doble; la anchura de ella, 1m,05 ; la pendiente máxima en
el sentido de la carga, 0,8 por 100, y en sentido contrario, 2,5 por 100 ; el radio
mínimo de las curvas, 120 metros, y la altura a que ascienden los trenes, 200,
La travesía es de lo más pintoresco y accidentado que puede darse, como era
difícil por todo extremo su estudio y trazado, ya que el terreno es muy
irregular, y grande la elevación a que se sube en corto trecho, cuyos
obstáculos fueron hábil y felizmente vencidos por el joven y muy reputado ingeniero
bilbaíno D. Pablo de Alzóla, para quien esta obra será siempre muy honroso
timbre.
La
curva de Durañona.
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En el trayecto,
pasa la vía. por debajo del malogrado ferro-carril de las minas del
Regato, cruza el río Castaños y la carretera de Somorrostro, frente al barrio de
Retuerto, y abierta en las laderas de la cordillera, avanza casi paralela a
dicha carretera, frente a Ugarte, donde un pequeño túnel la resguarda contra las
caidas casuales de los baldes ó cubos cargados de mineral, que á grande
altura cruzan por el espacio, suspendidos de los cables de hierro del tranvía aéreo
de la mina Parcocha, que se ve descender y terminar allí en la vega, al
pié de Baracaldo, en el canal del rio Galindo, donde el mineral se carga en barcas
que lo conducen á la ría. El ferro-carril da frente á Trápaga una repentina
doble vuelta, la de Durañona, y entrando y saliendo por varios túneles curvos,
cruzando arroyos y barrancos, se retuerce entre las arboledas del bosque, tan frondoso
y solitario en aquellos lugares como llena de luz, de detalles y de vida se
percibe entre sus claros la vega profunda, desde las revueltas del camino. Más
adelante, en las pertenencias de la mina Una y sobre las vertientes del
arroyo Colora, se alzan, dominando a la vía, los fantásticos y gigantes
caballetes que sustentan los tranvías aéreos de las minas Amistosa y Unión,
que bajan de la sierra y terminan en la Estación de Arcocha, y que cuando
ocultan sus cimas en las frecuentes nieblas de la montaña, parecen atrevido andamiaje alzado allí para escalar el cielo. Al salir de los
túneles últimos, en cuyos cortes se observa la concordante y uniforme estratificación de las capas de la
caliza, contempla admirado el ánimo sobre el barranco del fio Granada las
colosales y rojas escombreras, que llenan un derrumbadero de más de ochenta metros
de altura, coronadas por las altas labores de las minas Concha, en el
bonito y avanzado cerro del Cadegal.
Tranvía aéreo de “La Orconera” en Matamoros.
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El tren hace alto en una cañada, al pié del gran plano
inclinado de la Orconera. Hemos subido 180 metros, según el barómetro de viaje,
y aún nos hallamos a la mitad de la altura de las minas de ese nombre, que apenas distan de aquel punto un kilómetro. ¿Cómo
ascenderá la via férrea otros 180 metros en tan corta distancia? Imposible. A
la fuerza del vapor tiene que sustituir la de la gravedad, utilizada en un
plano inclinado. El construido en la Orconera es uno de los más notables del
mundo minero, En la Estación de parada se ven : la caseta telegráfica, algunas
viviendas de obreros, una toma de aguas, y los cargaderos del plano al
ferro-carril. La vía deriva en este punto, contornea la montaña y marcha,
pasando un túnel y subiendo algo por debajo de las dichas labores de la Concha
hasta dar frente al valle otra vez, cerca de Gallarta, y entrar en las minas César
y Ser y San Migue!.
Por el plano
inclinado baja un tren pendiente del cable, con ocho vagones cargados, los
cuales avanzan suavemente al pié, en la horizontal del cargadero, hasta colocarse en la línea alta que domina a la de la vía férrea, en que han quedado los vagones vacíos
del tren en que hemos subido. Los obreros abren los vagones del plano por su
cara lateral exterior {side door), los inclinan o vuelcan hacia fuera,
y el mineral cae en los inferiores por un planito intermedio, formándose de
este modo un tren cargado, en cuyas tareas se ocupan 18 hombres. No todos los
trenes vacíos cargan aquí, sino que algunos pasan por el trayecto indicado
hasta las minas de Gallarta. El plano, la linea telegráfica y el arroyo Granada
bajan por el barranco entre dos laderas, cuyo fondo superior, al Oeste, cierra
el monte con el curioso panorama de las labores de la mina Amistosa y los
peñascos de la Orconera. que se distinguen a una altura de 260 metros. Preciso
es trepar hasta aquellas alturas para visitar las minas de la comarca de
Matamoros. Es muy peligroso y está prohibido subir por el plano, y no hay más
remedio que hacerlo por los estrechos y ásperos senderos que, paralelos a él,
se abren en la ladera. No se distingue el plano en toda su longitud, ni desde
arriba ni desde abajo, porque no es recto, sino que forma en su centro una gran
curva. Al llegar al puentecillo que está tendido sobre él para el paso de los
peatones, se detiene sin querer el viajero á contemplar un extraño y silencioso
cuadro.
En aquellos lugares
apenas se encuentra a nadie, como no sea algún guarda ó vigilante de la via ;
asi es que choca, en medio de tanta soledad y de aquella abrupta naturaleza, ver
cómo se mueven los trenes ascendentes y descendentes con vertiginosa velocidad,
sin conductor que los dirija, pendientes del grueso y reluciente cable,
produciendo el rítmico y alternativo ruido del arrastre, estridente y fuerte en
el tren que baja, y hueco y suave en el que asciende descargado. Aparecen y
desaparecen ambos en la revuelta del fondo, y vienen ó se ocultan arriba, en la
altura, al pié de los peñascos, en la caseta de la maquinaria, cuyo perfil se
destaca en la garganta o angostura del valle de la Orconera. Las alturas de Matamoros
están limitadas por vertederos y grandes escombreras, y allí arranca un tranvía
aéreo, que cruza á las cimas de enfrente y va á pasar sobre el ferrocarril que
nos ha conducido. Al observar aquel panorama tan original, se imagina uno que
algún gigante maravilloso ha abierto aquella gran vía en el derrumbadero, y ha
colgado aquellos alambres en los aires, y que, con sus titánicos brazos, se
entretiene en trasladar a pedazos las montañas, echándolas a rodar como un juguete
en los trenes del plano, o haciéndolas volar, como pájaros, por las líneas del
espacio; ilusión que es toda una verdad, porque cuanto allí se ve es obra, en
efecto, de cuatro poderosos titanes muy conocidos, que se llaman : ciencia,
trabajo, civilización y paz.
Plano inclinado Nº 1 del monte Cadegal.
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Tiene el plano de la Orconera 1.100 metros de longitud. El
aparato donde se arrollan y desarrollan sus cables se compone de dos grandes
tambores verticales, de 15 pies de diámetro y tres de lado, regularizados en su
movimiento por un freno sencillo, y fabricados por MM. Hawks, Crawshay y Sons,
en Gateshead. Los cables , construidos por M. Wríght, en Birmingham, son de
alambre de acero, y pesan 20 libras inglesas por braza (6 pies); su fuerza de
torsión es de 54 toneladas, y pueden resistir un acarreo de un millón de ellas.
El peso de cada tren vacío de ocho vagones es de 24 toneladas, y de cuatro la
carga que lleva cada vagón. Dura tres minutos cada viaje de ascenso o descenso;
se hacen al día 77 viajes, y se arrastran, por término medio, 1.500 toneladas
diarias. En doce meses se llevaban arrastradas, en 1881, unas 620.000
toneladas. Hay empleados en el aparato superior : un capataz, siete obreros, un
frenista y un anotador. Los vagones vacíos, en cuanto suben, se separan
automáticamente por medio de una palanca articulada, y marchan por dos vías
distintas, ambas férreas : una
subterránea, que conduce á la base del gran pozo interior, y otra que va hasta
el pié de la gran vertedera exterior.
Siguiendo esta última, cruzando el arroyo y subiendo a la
ladera izquierda, sobre la casa de la Inspección, podemos contemplar de una
mirada la extensa línea de las minas de la Orconera , que se dilatan en una montaña de 250 metros de longitud. La
Orconera forma un valle de figura oval, á 370 metros sobre el nivel del mar,
por cuyo fondo corre el arroyo Chiniega (Chiqui-erreca: rio pequeño), y
cuyos lados lo constituyen, de Este á Oeste, las pertenencias de la citada mina
por la banda del Oeste, y las de las minas Union y Parcocha por
el Sudeste. En aquella curiosa perspectiva, cuya vista hemos publicado, tomada
de una excelente fotografía del hábil artista Sr. RegÜ, se distinguen
perfectamente los tres pisos de las labores de arranque del hierro.
A la entrada del
valle, sobre la caseta del plano, se extíende un festón de raros peñascos
puntiagudos y cortados, frente á los cuales un alto caballete sostiene los
alambres del tranvía de la Amistosa. Siguiendo aquella alta línea
quebrada, se ven, en el piso superior, los mineros barrenando la roca.
despedazándola y cargando los trozos en cestos. Más abajo, en el piso medio,
otro hormiguero de gente ejecuta las mismas labores, y más abajo aún, en el
inferior, se ocupan también en el arranque numerosas cuadrillas. Al frente tenemos
la gran vertedera de madera, de dos planos o conductos distintos, por donde
baja el mineral con gran velocidad, disminuida por el choque con unos colgantes
de hierro, y cuya caída hasta las compuertas inferiores produce un ruido
semejante al de una gran tronada. La linea de frente da una vuelta hacia el
Oeste, y en ella se dilatan las altas escombreras de los tres pisos, en el
paraje llamado Rontegui, que van
poco á poco cegando el estrecho valle y que han cubierto la fuente de ese
nombre.
En el piso superior
de las minas, rebajado ya considerablemente, se encuentran, entre la arcilla y
las areniscas, la vena dulce, la vena dura y la vena rubiada, y
desde aquel nivel se ha perforado un gran pozo, de toda la altura del valle (73 metros), todo el de mineral, hasta el rubio,
que descansa sobre los esquistos inferiores. Por este pozo baja el mineral para
cargar el tren subterráneo ya indicado. En el piso medio se han arrancado
inmensas cantidades de hierro. Allí la calidad es vena y rubio avenado. Al
visitar aquellos arranques, se descubren las tortuosas e irregulares galerías
de los trabajos antiguos abiertas
por los mineros para ir buscando, sin orden ni concierto, la vena dulce, única
que sabían fundir, dejando intacto el resto del mineral. En el piso inferior,
el mineral es rubio avenado en corta cantidad, y rubio en el resto. Cada uno de
estos pisos está dividido en varias secciones o canteras, con su nombre
y capataz propios. Las canteras de la Orconera son ; en el primer nivel,
Rosario, Esperanza y María ; en el segundo, Cecilia, Félix JI, Félix I, Elvira,
Constante, Pepita (Alta) y Juana, y en el tercero, Interina 1ª, Interina 2ª,
Desmonte, Generosa, Hermosa é Irene. Trabajan en cada una de 40 á 70 hombres :
un capataz ; barreneros, que ganan 12 reales ; malleros ó maceros, que ganan lo
mismo ; un artillero, que da fuego á las mechas ; cesteros, con jornal de 11
reales, y chicos ó pinches, encargados de llevar agua, con ocho ó nueve
reales diarios. En la cantera Félix 11 había ocupadas también bastantes mujeres
llevando cestos, cuando yo la visité, que ganaban ocho reales.
RICARDO
BECERRO DE BENGOA
Publicado
el 8 de Febrero de 1883 en la revista:
LA
ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA
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