sábado, 16 de mayo de 2015

D.M. Alberto de Palacio. - 1893

D.M. A LBERTO DE PALACIO. - 1893


Distinguido ingeniero y arquitecto bilbaíno.

D.M. Alberto de Palacio.
El Sr. Palacio, arquitecto e ingeniero de talento nada vulgar, de energía admirable para acometer las más arduas empresas, de singular perseverancia para llevarlas a término, cuyas obras, todas notables, llevan impreso un sello de grandeza y de originalidad que obliga a admirarlas.

   El Sr. Palacio es joven aún. Cursó la licenciatura en ciencias como alumno muy aventajado, y completó sus estudios en la Escuela de Ingenieros, tomando titulo de arquitecto en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1882. Formó mas tarde parte de algunas comisiones oficiales y dirigió la construcción de muchos edificios particulares. Viendo el desprecio de la higiene que aquí padecemos, lo mismo el Estado que la casi totalidad de los particulares en toda edificación, marchó a Paris a estudiar, en sus aplicaciones a la arquitectura, esta ciencia importantísima.

   Suya es la idea y traza de aquel monumento a Colón, consistente en una inmensa esfera de 300 metros de diámetro, sobre la base de 80, que de realizarse habría sido la mayor obra arquitectónica salida de manos humanas, sin excluir las pirámides de Ejipto, ni la torre Eiffel. También son obras suyas la recientemente construida estación del Mediodía en Madrid, los tres puentes sobre el Nervión y otras muchísimas, que aunque  no tan importantes como éstas le honran también.

MONUMENTO COLOSAL, EN MEMORIA DE CRISTÓBAL COLON.

   El rápido desarrollo industrial y mercantil de Bilbao resérvanos cada día agradables sorpresas. A una empresa grande y arrojada síguese otra que la aventaja, y a una obra gigantesca otra mayor. El puente Palacio, que cruza el Nervión en su desembocadura, poniendo en comunicación (quizás fuera  más verdadero decir en contacto) Las Arenas con Portugalete, y que acaba de inaugurarse, es buen testigo de lo que decimos.

   El movimiento de viajeros entre Bilbao y los pueblos, que sin impropiedad podríamos llamar sus arrabales, es tal, que solo algunas cifras permitirán al lector imaginarlo, y vaya como muestra una harta demostrativa: el ferrocarril de vía ancha de Bilbao a Portugalete transporta muchos más viajeros que los que salen y entran en todas las estaciones de Madrid reunidas. Tanto Portugalete como Las Arenas son poblaciones de mucha importancia, donde vive gente rica, a pesar de lo cual no tenían medio de comunicación que los botes que cruzan el rio.

   Hace años que el ingeniero Sr. Palacio venía estudiando el modo de resolver el problema de enlazar las dos márgenes del Nervión cerca de la desembocadura, sin perjuicio de la navegación del rio. Propuso primero la construcción de un túnel, después la de un puente giratorio, mas adelante la de un puente fijo superior, y, por último, la de una vía férrea apoyada por la cual circulara un bastidor metálico. Reconocidos los inconvenientes de cada uno de estos proyectos, fijóse al fin en el que acaba de realizarse.


   Consiste en cuatro torres, dos a cada lado del rio, de 45 metros de altura, la mayor conocida en las de este sistema, y un tablero horizontal de ocho metros de ancho que va de unas a otras, y en el que hay establecida una vía férrea de cuatro rails, sobre la cual circula un tren de rodillos acoplados que soportan la plataforma o carro transbordador. En este caben hasta 200 personas y un carruaje cualquiera que se transportan de uno al otro lado como por el aire, fuera del alcance de las olas, en un minuto de tiempo, sirviéndose de un ingenioso y fácil sistema de suspensión por medio de fuertes y resistentes cables cruzados, a fin de evitar los efectos de los vientos fuertes que pudieran producir oscilaciones peligrosas o molestas.

   El movimiento es producido por una máquina de vapor de 25 caballos situada en una de las torres, cuya maquina mueve un cable sin fin; y como los movimientos de la plataforma son independientes del agua, va y vuelve de uno a otro lado con gran suavidad.

   El embarque y el pasaje se verifican sin molestia alguna, como en el más cómodo de los carruajes, y no existe el temor de que un desperfecto interrumpa los viajes, porque están tomadas todas las medidas y precauciones necesarias para sustituir en brevísimo tiempo cualquier pieza u organismo que se deteriore.

   El carro transbordador puede soportar 30.000 kilogramos, y transportar sin inconveniente alguno caballerías, vagones con carga y hasta locomotoras.

   El presupuesto total de la obra, concluida del todo, es de 670.900 pesetas, cantidad que excede algo de lo calculado, según ocurre en todas las grandes construcciones. El exceso se debió en ésta a inconvenientes surgidos en la ejecución de las obras. El de los gastos anuales, entretenimiento y conservación será de 10.950 pesetas, habiéndose calculado el producto liquido anual en 96.000 pesetas.


   En todo el tiempo de la construcción no ha ocurrido, a pesar de la magnitud de la empresa, accidente ni desgracia alguna entre los obreros.

   Merece especialísima mención el ingeniero constructor, que con mucho acierto y sin emplear andamio de ninguna clase ha montado los elevadísimos pilares de hierro del puente y el tablero horizontal, todo al aire, por medio de cables ingeniosos y pies derechos de madera de 4 metros de longitud.

   En una palabra, la obra es de una exactitud y una precisión admirables; un puente rígido y en completo equilibrio, cuyos pilares tienen  62 metros de altura y 45,10 desde el tablero del puente hasta las aguas de la ría en la sobrepleamar equinoccial, siendo la flecha del tablero 0,2m en sentido no horizontal y 150 de luz de eje a eje de pilares.

   Para dar una idea de la importancia que este hermoso puente ha de tener en el desarrollo del tráfico entre ambas márgenes del Nervión, bastará decir que pueden cruzarlo hasta 10.000 viajeros diarios, sin contar las mercancías, ganados y vehículos de todo género.

Vista de conjunto del puente Palacio en la desembocadura del Nervión.
   El Sr. Palacio, autor de esta hermosa obra (que con tanta justicia lleva su nombre), ha tenido que luchar, hasta terminarla, con toda suerte de obstáculos, principalmente con la desconfianza y los desmayos de los interesados en ella; pero de ha triunfado, mostrando en la realización de su empresa energía y constancia extraordinarias.
   
Publicado el 15 y 22 de Agosto de 1893 en

La Ilustración Española y Americana.

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