La huelga de Bilbao.- 1911
9 de Septiembre de
1911
Han
alcanzado bastante gravedad los sucesos de la huelga. A pretexto de que no
querían estar custodiados por la fuerza pública, se declararon en huelga más de
2.000 operarios de las fábricas “Vizcaya” y “Altos Hornos”.
Los huelguistas frente a
los Altos Hornos esperando la salida de los esquirols |
En Begoña, los
huelguistas, llevando delante a las mujeres, atacan a los obreros que querían
trabajar.
Los huelguistas de
«La Vizcaya> se encaminaron hacia el Desierto, parando al paso todas las
fábricas del trayecto.
En vista de que los
grupos aumentaban por instantes y pedían a gritos la libertad de quince
individuos presos el día anterior por ejercer coacción sobre unos carreteros,
las fuerzas dieron una carga para disolverlos, y de ella resultaron dos
heridos, uno de los cuales fue un niño de doce años, que recibió un sablazo
relativamente grave en la cabeza, y fue curado en el botiquín de la fábrica de
«Altos Hornos». El niño se llamaba Moisés Antolín. Cuatro huelguistas que
fueron detenidos pasaron al cuartel de la benemérita, situado en el barrio de
San Vicente. Durante la colisión hubo incidentes aislados, como la rotura de
las vidrieras de una tienda de ultramarinos por un grupo de huelguistas
furiosos.
Una Comisión de
obreros, seguida de más de 200, entre huelguistas y curiosos, se dirigió al
cuartel de la Guardia civil para pedir la libertad de los detenidos, y en el
trayecto obligó a suspender el trabajo en todas las obras.
Jamás hubo en Bilbao un paro tan completo y tan absoluto.
El Gobierno estaba
preocupadísimo con la huelga de Vizcaya: lo revelaba este telegrama que el Sr.
Canalejas envió al Gobernador:
“Comprendo y comparto sus contrariedades, luchando con tanta
intransigencia. Los elementos patronales, fuerza, al fin, conservadora y
social, están interesados, con toda clase de prestigio y aun de provecho para
el porvenir, en que España consiga el triunfo en sus negociaciones internacionales
y salve sus prestigios en África.
No se concibe que, reservándose para en su día la batalla
que desean en holocausto de la Patria, y respondiendo a los requerimientos del
Gobierno de la Nación, no admitan ahora soluciones de concordia, aunque sean
temporales. En otros puntos se toma por pretexto lo de Bilbao. Todo eso es un
daño a España, y sea cual fuere la razón y la justicia de los patronos, debía
pesar en el ánimo de éstos.
No sé si ha hablado V. S. con los representantes de la
provincia, que son hombres parlamentarios y deben comprender, de seguro, que no
es esta la hora de las intransigencias.”
En este momento se
acaba de recibir un telegrama del Gobernador de Oviedo, diciendo que persistirá
la huelga de Oviedo ó no, según persista ó no la de Bilbao.
El Gobierno envió
fuerzas á Bilbao.
10 de Septiembre de 1911
Las tropas dando una carga contra los
huelguistas en el puente de Isabel II.
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Continua la gravedad
de la situación, habiéndose producido nuevos disturbios que originaron choques
con la fuerza pública y ocasionaron algunos heridos.
La Comisión de la
huelga de la zona fabril acordó formular las siguientes peticiones:
“Primera.- Retirada de las fuerzas para entrar al trabajo.”
“Segunda.- Que todos los embarques y desembarques que se
realicen en los muelles sean hechos por la Sociedad de Cargadores de los
muelles, como se efectúa en la fábrica de Baracaldo.”
«Tercera.- Aumento de 50 céntimos en el salario, sin aumento
de toneladas ni disminución del primero.”
»Cuarta.- Que no haya represalias por parte de patronos ni
obreros después de terminada la huelga.”
»Quinta.- Reconocimiento de las Sociedades obreras.”
El Sr. Canalejas,
hablando de la huelga, dijo:
“Parece que los patronos están disgustados por el telegrama
que ayer envié al Gobernador.”
“El telegrama no era para darlo a la publicidad, pues se
trataba de unas órdenes que se dirigían a aquella Autoridad.”
“Pero, puesto que se ha publicado, no me arrepiento de ello,
pues yo acudo á todos los medios para procurar el arreglo de los conflictos.”
“Es necesario que, tanto por parte de los obreros como de
los patronos, se nos ayude a buscar una solución para este y otros conflictos.”
“Ahora los obreros no se limitan en Bilbao a pedir mejoras,
pues ya exigen como condición para trabajar que sean retiradas las fuerzas allí
reconcentradas.”
“Las tropas enviadas para mantener el orden ya están allí.”
“Con ellas no mantenemos ni los derechos de los obreros ni
los de los patronos, sino simplemente una imparcialidad completa en favor de
unos y otros, y sin violencias para nadie.”
11 de Septiembre de 1911
Se han agravado
mucho los acontecimientos. A excitación clandestina de los anarquistas, se
declararon en huelga todos los trabajadores de la cuenca minera.
En Baracaldo
ocurrieron graves colisiones, ocasionando un muerto y varios heridos. Por la
noche, el Comité de la Federación de Sociedades obreras declaró, por
unanimidad, la huelga general.
No obstante, a
excitación del Gobernador civil, señor Novella, se acordó no declarar aún el
estado de guerra.
12 de Septiembre de 1911
Soldados conduciendo a un herido a la
casa de socorro.
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Acordado el paro
general, fue planteado con gran unanimidad, aunque en muchos casos por
coacciones e imposición de los huelguistas.
Aparte de los
trabajadores de las fábricas, holgaban carreteros, descargadores, panaderos,
ferroviarios, tranviarios, tipógrafos, vendedores de leche y otros muchos
oficios, aunque ya decimos que, en muchos casos, “obedeciendo a imperiosas
coacciones.”
Varias fábricas
trataron de resistir; pero en vista de la falta de fuerzas en las Autoridades
para defender la libertad del trabajo, se vieron obligadas a suspender los trabajos.
A las cinco de la
tarde se reunió la Junta de Autoridades en el despacho del Gobernador civil. El
Sr. Novella declaro que la situación era para él dificilísima, porque no
disponía de fuerzas suficientes para atender a todas las solicitudes que se le
dirigían; y ya que el Gobierno no podía enviarle más Guardia civil, creía llegada
la hora de entregar el mando a la Autoridad militar.
Conformes, desde
luego, el Presidente de la Audiencia y el Gobernador militar, a las siete de la
tarde salió una compañía del regimiento de Garellano y proclamó la ley marcial.
Acto seguido se publicaron los bandos de los Gobernadores civil y militar.
En este día fue el
jefe socialista, D. Pablo Iglesias, el que intervino en el asunto.
Llegó a Sestao con
Perezagua. Dirigiéronse al Centro obrero, ante el cual había estacionada gran
muchedumbre.
Iglesias habló
desde el balcón. Fueron sus palabras un consejo de calma y cordura, diciendo a
los obreros que debían mantener firmemente la lucha; pero sin perder la
serenidad, evitando el derramamiento desangre.
Aconsejó a los
huelguistas que le escuchaban que se trasladaran a Baracaldo para asistir al
mitin que se iba a celebrar.
Terminó diciendo
que la finalidad de los explotadores de Vizcaya es aniquilar la organización y
dar una sangría a la clase obrera.
“Lo primero—añadió—será imposible conseguirlo, y para evitar
lo segundo necesitan tener los obreros gran serenidad y mucho tacto, al par que
gran firmeza.”
Los patronos al Sr. Canalejas.- Los patronos expidieron el siguiente despacho:
“Excmo. Sr. Presidente del Consejo de Ministros:
Por conducto del Gobernador hemos tenido
conocimiento del nuevo telegrama de V. E. Reunida hoy nuevamente la asamblea de
patronos, éstos, por unanimidad, han acordado ratificar los poderos a la
Comisión de mi presidencia y en las mismas condiciones de antes.
Las asambleas
patronales no solicitan de V. E. más que el mantenimiento del orden público, el
de libertad de trabajo, y, sobre todo, el amparo de esos obreros nuestros que,
por el deseo natural de sustentar a sus familias, son tratados como fieras por
los huelguistas. El ejemplo inmediato tiénelo V. E. en lo ocurrido anoche en
Portugalete, donde ya, no sólo se han contentado con atropellos en la vía
pública, sino que han allanado e invadido los hogares domésticos, sin que haya
habido fuerza pública que los haya protegido.
Además, tenemos el
sentimiento de decirle que, desgraciadamente, el orden público y la libertad
del trabajo han desaparecido de Vizcaya durante todo el día de hoy. Cumpla imparcialmente
V. E. con los deberes de gobernante y recibirá el aplauso de los buenos ciudadanos.
Por la Comisión de huelga, el Presidente,
Ignacio de Ituarte.»
La actitud del Gobierno.- Se
reunió el Consejo de Ministro para tratar de las cuestiones pendientes.
Véase cómo dio
cuenta de la reunión el Sr. Gasset:
El Jefe del
Gobierno hizo un discurso exponiendo la gravedad de la situación, para terminar
proponiendo a sus compañeros lo que ajuicio suyo procedía hacer.
Expuso
minuciosamente los antecedentes de estas huelgas, con especialidad las que,
comenzando en Bilbao, tienden a extenderse, también con caracteres alarmantes, por
Santander y Asturias.
Recordó
confidencias e informes adquiridos hace tiempo por el Gobierno, que anunciaban
este movimiento huelguista para el actual mes de Septiembre, como, en efecto,
se ha verificado, si bien adelantándose unos días, pues la fecha señalada por
los directores del movimiento era del 16 al 20 de este mes.
Estudió con toda
clase de detalles la iniciación de la huelga de Bilbao, los procedimientos de violencia
que se vienen empleando desde el primer día, los elementos extraños que se han
mezclado en el conflicto y otra porción de pormenores que tiene el Gobierno,
para demostrar, según dice, que se trata de un movimiento revolucionario,
pensado y preparado con gran anticipación.
Llegado a este
punto de su discurso el Sr. Canalejas, dirigió á sus compañeros la siguiente
pregunta:
“¿Está el Gobierno
decidido a hacer frente a la situación con toda la energía que demanda la
gravedad de las circunstancias?.”
La contestación fue
afirmativa y unánime. Todos los Ministros convinieron con su Presidente en que,
por doloroso que sea en este caso el cumplimiento del deber, hay que reprimir
rápida y enérgicamente lo que el Gobierno estima, más que huelgas, movimiento
revolucionario.
Después de este
asentimiento de los Ministros se aprobó la suspensión de garantías en Vizcaya,
y el
Sr. Canalejas indicó que tal vez fuese necesario
suspenderlas en toda España.
Los Ministros le
autorizaron también para ello, dándole un absoluto voto de confianza para que
en el momento que lo estime preciso, y sin necesidad de reunir el Consejo,
ponga á la firma del Rey el decreto suspendiendo las garantías constitucionales
en toda la nación.
E1 voto de
confianza fue extensivo también para cuanto se refiere a la represión dura y
rápida de las huelgas y de los directores del movimiento.
Luego los Sres.
Canalejas, Barroso y Luque expusieron las medidas tomadas, las órdenes dadas a
las Autoridades civiles y militares, y el envío de tropas a Bilbao,
Asturias y Santander.
Al capitán general
de la sexta región, Sr. Aguilar, que ayer mismo marchó de San Sebastián á
Bilbao, se le han dado órdenes de que proceda con muchísima energía.
Estudió el Consejo
las fuerzas del Ejército y de la Guardia civil de que puede disponer en toda
España, y resultó una suma de más de 100.000 hombres, sin contar, como es
natural, las que están en África.»
Fuerzas militares custodiando los Altos
Hornos después de los sucesos.
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Canalejas a Palacio.- Avisado
el Sr. Canalejas durante' el Consejo de que el Rey se encontraba ya en Palacio, salió de Gobernación, celebrando con D. Alfonso una
larga conferencia, terminada la cual el Presidente volvió á donde seguían
reunidos sus compañeros.
El Jefe del
Gobierno dio cuenta a D. Alfonso del estado de las huelgas, de los acuerdos
acabados de tomar en el Consejo y de las órdenes enérgicas transmitidas a las
Autoridades de las regiones donde se desarrollaba el gravísimo conflicto
obrero, y S. M. firmó el decreto suspendiendo las garantías en Vizcaya, que al
día siguiente publicó la Gaceta.
Manifestaciones de
Canalejas.- Hablando con los periodistas, amplió el Sr. Presidente del Consejo
las manifestaciones respecto a la actitud del Gobierno, diciendo:
“La situación, hay que decir ante todo la verdad, es grave,
verdaderamente grave, y tiene un carácter revolucionario.”
“Lo que comenzó siendo una protesta obrera, con huelgas más o
menos importantes, se ha convertido en violentísimas manifestaciones contra el
orden y la tranquilidad públicas, provocadas por elementos que, bastardeando la
índole inicial del movimiento, pretenden quebrantar la paz de la nación.”
“Esto no ha de consentirlo de ninguna manera el Gobierno. No
lo consentirá.”
“Yo—añadió el Sr. Canalejas—no hablo ya de paz ni de
concordia. Buscan la revolución, pues daremos en firme la batalla”.
“Seremos severos, pero no crueles”.
“Tenemos en la Península y en Melilla 112.000 soldados, y si
preciso es disponer de 7J.000 que hay en la Península, los utilizaremos
enviándolos a Vizcaya. Para el resto de España tenemos bastante con la Guardia civil”.
Después llegó el
Ministro de la Guerra, que dijo:
“Se han dado ya las órdenes oportunas para movilizar fuerzas
de Oviedo, Valladolid, León, Palencia, San Sebastián y Vitoria. Algunos
regimientos han salido ya para los puntos a donde se les ha destinado”.
La opinión pública.- Un
importante periódico, expresando el estado de la opinión pública, decía:
“La opinión, con la
perspicacia y la clarividencia de todo juicio colectivo, advierte que estas
huelgas de ahora han ido complicándose y agravándose sin razones serias, por
fútiles pretextos, notándose en ellas el evidente deseo de crear un conflicto
al Gobierno y al país, precisamente en los momentos en que España interviene en
una difícil y compleja negociación diplomática y en que resucita el peligro de
Melilla, como si todo ello fuese un retablo, cuyas figuras manejan a su antojo voluntades
ocultas.”
“El derecho á la
huelga, no lo discute hoy nadie; no lo niega nadie, y, en realidad, nadie puede
decir que no se hace de él un amplísimo uso; pero ¿cómo puede ser el derecho a
la huelga un derecho que faculte para asaltar fábricas y volar puentes y
apalear a los obreros que no quieren holgar?”.
“El Gobierno cumple
su deber declarando que está dispuesto a reprimir con toda la energía qué sea
necesaria ese movimiento revolucionario que viene a perturbar la vida nacional
en momentos difíciles”.
13 de Septiembre de 1911
La Guardia
civil disolviendo los grupos en las calles.
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La situación continua
siendo grave. Véase lo que comunicaban de de Vizcaya:
“Sigue la misma
situación y el aspecto de la población es igual que ayer”.
“Los
establecimientos están cerrados, excepto las farmacias, ultramarinos,
barberías, estancos y tabernas”.
“En las estaciones,
fábricas y puntos estratégicos de la población vigilan fuerzas numerosas del
Ejército”.
“Grupos de
huelguistas, en actitud pacífica, recorren la población, inspeccionándolo todo”.
“Llegó el capitán
general, Sr. Aguilar”.
“Por las callos
transita poca gente y la inquietud es muy grande”.
“Patrullas de
Caballería vigilan constantemente”.
“En Bilbao el paro
es completo y general. En algunas fábricas del extrarradio trabajan esquirols”.
“Los trenes de
Portugalete a Las Arenas no circulan, por falta de maquinistas”.
“A las nueve de la
mañana salió de la estación de Bilbao para Las Arenas un tren protegido por la
fuerza pública, llegando hasta Lamiaco, donde se retiró, porque los huelguistas
habían levantado la vía en una gran extensión”.
“Los tranvías de
Durango circulan protegidos por la fuerza pública”.
“También se ha
intentado la circulación de los tranvías urbanos de Bilbao. A las ocho y media
de la mañana salieron de las cocheras seis motores y bajaron al casco de la
población para empezar el servicio. Cada coche iba custodiado por cuatro
soldados de Infantería”.
“Al llegar los
coches a la desembocadura del Arsenal, los grupos de huelguistas que estaban en
el paseo se abalanzaron sobre los carruajes con el propósito de asaltarlos,
increpando e insultando a los esquirols. En un momento se reunieron
varios centenares de huelguistas y apedrearon a los esquirols, rompiendo
los cristales”.
“Los soldados
cargaron los fusiles e hicieron dos disparos, causando el consiguiente pánico y
carreras”.
“Hoy no se han
publicado periódicos”.
“En «La Vizcaya»
están paralizados los trabajos, y también han cesado hoy los obreros de los
Astilleros del Nervión, de Martínez Rivas, a pesar de que este patrono, disintiendo
de los demás, hubo en otras ocasiones accedido a las peticiones de los obreros”.
“La huelga se
extiende a toda la provincia. De todas partes se reciben telegramas pidiendo
fuerzas.”
“En Algorta, el
Alcalde y los vecinos se han armado para defender al pueblo contra los
huelguistas”.
“Anoche llegaron a
dicho pueblo nueve panaderos con propósito de paralizar los trabajos, siendo
rechazados por más de cien jóvenes, con el Alcalde a la cabeza, armados de
escopetas, rifles y revólveres, para hacerles regresar al punto de donde procedían;
les ordenaron formar militarmente de dos en fondo, acompañándolos al límite del
pueblo.”
El público viendo circular los tranvías Guiados por militares.
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Telegrama de
Bilbao:
“La situación es la
misma que en días anteriores.”
“Escasea el pan. El
paro es completo.”
“E1 tren que salió
para Santander a las siete de la mañana encontró la línea cortada en una
extensión de 100 metros en la estación de Zaramillo. En el puente próximo los
rieles estaban doblados.”
“El tren retrocedió
para Bilbao.”
“Una brigada de
obreros se negó a trabajar, por miedo a los huelguistas.”
“Un tren que venía a
Bilbao desde Valmaseda con pan y víveres fue apedreado y asaltado por los
huelguistas, quienes se apoderaron de todas las mercancías.”
“En la línea del
ferrocarril minero a Galdames ha sido volado un puente con dinamita.”
“Escasean el pan y
los víveres.”
“Los trenes de Las
Arenas y Portugalete continúan paralizados, así como los tranvías urbanos.”
“Se asegura que han
sido detenidos el Dr. Medinaveitia y otros caracterizados socialistas de
Baracaldo y Sestao.”
“El Capitán general
ha ordenado la clausura de los Centros obreros.”
“Hoy se ha
intentado poner en circulación veinte tranvías con ingenieros militares; pero
se desistió después.”
“Se trató de llevar
a los pueblos ribereños la correspondencia estos días en tranvías; pero también
se desistió de ese propósito. Se llevó en vapor.”
16 de Septiembre de 1911
En Bilbao seguía la
situación igual.
Una Comisión obrera
pidió por teléfono al Sr. Canalejas que interviniera en el conflicto. El Presidente
les contestó que así se lo había encargado al Gobernador civil.
Dicha Comisión
conferenció también con el director de Obras públicas, Sr. Armiñán, que fue a
Bilbao, Asturias y Santander a procurar una avenencia.
Fueron detenidos en
Baracaldo el Dr. Madinaveitia, su hijo y el Sr. Conde Pelayo.
Los huelguistas interceptando la línea
férrea en Portugalete.
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En Bilbao se llegó,
a obligar a las mujeres a ir a buscar á los maridos a las obras, quedándose
entretanto los huelguistas en la casa del trabajador para agredir a los hijos y
destrozar el ajuar, si el padre no obedecía las órdenes que su esposa llevaba.
El Juzgado se
incautó de la relación de las cantidades que desde el extranjero se hablan
girado a los revoltosos, así como los Bancos y entidades financieras que habían
hecho los giros.
Además, a varios de
los detenidos se les ocuparon monedas de oro francesas de 20 francos de las
llamadas vulgarmente luises.
También el general
Aguilar recibió grandes muestras de afecto en un recorrido que, al frente de
las tropas, hizo desde Bilbao á Portugalete.
En los mensajes y
testimonios de protesta que el Gobierno recibía se le hacían ofrecimientos,
incluso de luchar personalmente contra los revoltosos, si preciso fuere.
En Algorta se había
llevado ya a efecto la idea de constituir una guerrilla formada de veraneantes
y gente distinguida, para defender al poblado de las incursiones de los
huelguistas. Hasta la fecha no habían logrado estos realizar una sola coacción
por aquellos lugares.
Lo cual prueba:
primero, que si los perturbadores cometen ciertos atentados, es debido a la
cobardía de las clases medias; y segundo, que, como dijimos en el año 1895 (1),
al tratar de los sucesos de Jerez, esas clases no tendrán otra solución que la
de apercibirse a la defensa de sus intereses y aun de su seguridad personal.
20 de Septiembre de 1911
Fuerzas de la Guardia civil custodiando
la estación de Portugalete.
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Fin de la huelga de Bilbao.- De la capital de Vizcaya, donde se había iniciado la huelga
que después
se extendió por toda España, se recibió la siguiente
satisfactoria noticia:
“Esta noche se ha
reunido el Comité de la huelga, para cambiar impresiones acerca del movimiento.”
“Dióse cuenta de
los oficios que han reanudado los trabajos ayer y hoy por tratarse de obreros
fácilmente sustituibles y creer que iban a ser despedidos.”
“El Comité,
entendiendo que los obreros han cumplido con su deber de solidaridad, acuerdan
recomendar a todas las Sociedades obreras federadas reanudar hoy jueves el
trabajo, quedando en libertad de continuarla únicamente los obreros que
integran el tráfico en los muelles y los obreros de la zona fabril.”
“Acordóse, igualmente,
exponer al Comité de la Federación Nacional de mineros la conveniencia de éstos
en volver al trabajo, también una vez cumplido su deber de solidaridad.”
“Este Comité se
reunirá hoy jueves, y acordará recomendar a los mineros que reanuden los
trabajos el viernes.”
21 de Septiembre de 1911
Barricada de madera hecha por los
huelguistas de Baracaldo.
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Fracaso de la huelga general.- El hecho de haber terminado la huelga de Bilbao, origen en
apariencia de todas las demás, desanimó a los elementos huelguistas.
Los directores de
la huelga circularon los correspondientes avisos, y el trabajo, cuya suspensión
apenas había sido notada, se reanudó totalmente en todas partes.
4 de Octubre de 1911
Normalidad en Bilbao.- A
las cuatro de la tarde se reunió en la finca «Estraunza», residencia del
Capitán general, la Junta de Autoridades. El general Aguilar dijo que, a juicio
suyo, estaba normalizada la vida en Vizcaya, por lo cual opinaba que debía encargarse
del mando el Gobernador civil. Este reconoció que estaban normalizados los
servicios públicos y que se trabajaba casi normalmente en muelles, fábricas y
minas. Añadió que le parecía oportuno volverse a encargar del mando. El
Presidente de la Audiencia asintió á tales manifestaciones, y por unanimidad se
acordó el levantamiento del estado de guerra.
Publicado por Fernando Soldevilla
En EL AÑO POLITICO.
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