jueves, 18 de junio de 2015

La huelga de los mineros.- 1910

La huelga de los mineros.- 1910

ORTUELLA: Plano inclinado.
   La cuestión obrera de Bilbao sigue sin resolver a la hora que escribimos estas líneas. En los muchos días que lleva de duración la huelga de los mineros, las noticias han venido siendo contradictorias. Se anunciaba un estado de oposición irreconciliable entre patronos y obreros, y las corrientes pesimistas se acentuaban cuando se telegrafiaban nuevas de posible concordia y renacían las esperanzas optimistas. Pero éstas eran á su vez de corta duración, pues no tardaban en llegar otras que anunciaban el fracaso de todo intento de arreglo.

Llegada del Ministro de la Gobernación.
   La Corporación municipal y la Cámara de Comercio practicaron nobles gestiones dignas de mejor éxito; una Comisión del Instituto de Reformas Sociales se trasladó a Bilbao y estudió el problema y conferenció con los mineros y los patronos sin alcanzar tampoco una solución favorable. El Gobierno intervino y ofreció a los huelguistas una reforma legislativa sobre el trabajo en las minas en cuanto las Cortes reanuden sus tareas; pero los trabajadores manifestaron en sus reuniones que no se fiaban de vagas promesas. Entonces fue a Bilbao el Ministro de la Gobernación para que su presencia y su palabra fueran garantía de lo prometido y al mismo tiempo para interponer toda la influencia de su cargo y de su persona con los propietarios de las minas y con los operarios, y buscar una fórmula de arreglo; pero á pesar de haber manifestado varias voces el Ministro sus esperanzas de éxito, repetidas veces también comunicó que sus gestiones habían fracasado con unos y con otros.

Conferencia del Ministro con los representantes de los huelguistas.
   Una de las cosas que parecían más necesarias y aun apremiantes era el nombramiento por parte de los mineros de una Comisión que tuviera plenos poderes para poder tratar y pactar con ella, y al efecto se han celebrado reuniones en que sus propios caudillos les propusieron dicho nombramiento, y sus excitaciones a la prudencia fueron contestadas con los gritos de “¡Viva la huelga!”.

ORTUELLA: Cargaderos de mineral.
   Los referidos caudillos han podido apreciar perfectamente en esas asambleas que su gran prestigio para llevar las masas a la agitación disminuye hasta casi extinguirse cuando se proponen volverlos a la apreciación serena de las cosas.

Publicado por CARLOS LUIS DE CUENCA

El 15 de Agosto de 1910 en

La Ilustración Española y Americana.



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