La huelga de los mineros.- 1910
ORTUELLA: Plano inclinado.
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La cuestión obrera
de Bilbao sigue sin resolver a la hora que escribimos estas líneas. En los
muchos días que lleva de duración la huelga de los mineros, las noticias han
venido siendo contradictorias. Se anunciaba un estado de oposición
irreconciliable entre patronos y obreros, y las corrientes pesimistas se
acentuaban cuando se telegrafiaban nuevas de posible concordia y renacían las
esperanzas optimistas. Pero éstas eran á su vez de corta duración, pues no
tardaban en llegar otras que anunciaban el fracaso de todo intento de arreglo.
Llegada del Ministro de la Gobernación.
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La Corporación
municipal y la Cámara de Comercio practicaron nobles gestiones dignas de mejor
éxito; una Comisión del Instituto de Reformas Sociales se trasladó a Bilbao y
estudió el problema y conferenció con los mineros y los patronos sin alcanzar
tampoco una solución favorable. El Gobierno intervino y ofreció a los
huelguistas una reforma legislativa sobre el trabajo en las minas en cuanto las
Cortes reanuden sus tareas; pero los trabajadores manifestaron en sus reuniones
que no se fiaban de vagas promesas. Entonces fue a Bilbao el Ministro de la
Gobernación para que su presencia y su palabra fueran garantía de lo prometido
y al mismo tiempo para interponer toda la influencia de su cargo y de su
persona con los propietarios de las minas y con los operarios, y buscar una fórmula
de arreglo; pero á pesar de haber manifestado varias voces el Ministro sus
esperanzas de éxito, repetidas veces también comunicó que sus gestiones habían fracasado
con unos y con otros.
Conferencia del Ministro con los
representantes de los huelguistas.
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Una de las cosas
que parecían más necesarias y aun apremiantes era el nombramiento por parte de
los mineros de una Comisión que tuviera plenos poderes para poder tratar y
pactar con ella, y al efecto se han celebrado reuniones en que sus propios
caudillos les propusieron dicho nombramiento, y sus excitaciones a la prudencia
fueron contestadas con los gritos de “¡Viva la huelga!”.
ORTUELLA: Cargaderos de mineral.
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Los referidos
caudillos han podido apreciar perfectamente en esas asambleas que su gran
prestigio para llevar las masas a la agitación disminuye hasta casi extinguirse
cuando se proponen volverlos a la apreciación serena de las cosas.
Publicado
por CARLOS LUIS DE CUENCA
El
15 de Agosto de 1910 en
La
Ilustración Española y Americana.
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