miércoles, 17 de junio de 2015

Las acerías de Baracaldo y Sestao.- 1909

Las acerías de Baracaldo y Sestao.- 1909

Fábrica de Altos Hornos de Baracaldo, en 1908.
    Desde los tiempos más remotos se conocían los criaderos de hierro de Vizcaya, especialmente el de Somorrostro, en donde se encuentran grandes masas de mineral, creyéndose sean las que Plinio el Mayor reconoció en el siglo l de nuestra Era, y describió en estos términos: “En la parte marítima de la Cantabria que baña el Océano, se alza un monte alto y escarpado, cosa maravillosa, formado todo de hierro."

   En la décima centuria se embarcaba la vena dulce de Somorrostro, en la ría de Bilbao, para algunos puertos de Guipúzcoa, mineral muy rico, que se continuó explorando en galerías para surtir a las ferrerías extendidas por el país vascongado.

   El beneficio se hacía en la Edad Media en hornos establecidos en los bosques, ejecutando a brazo todas las faenas, y llegó a alcanzar tal fama el hierro vizcaíno, por su calidad superior, que no sólo surtía gran parte del mercado español, sino que se exportaba a Francia, Inglaterra y los Países Bajos.

   A mediados del siglo XV desaparecieron las ferrerías de los montes y vericuetos, trasladándose a las orillas de los ríos para utilizar los saltos de agua directamente en las trompas, o por medio de ruedas de paletas y rodeznos destinados a mover los martillos o mazos y los barquines o fuelles de cuero.

   La construcción naval adquirió gran desarrollo durante la décima sexta centuria, contándose al final de la misma entre Vizcaya y Guipúzcoa trescientas ferrerías, que elaboraban por término medio 1.000 quintales anuales cada una, destinándose el hierro producido a los barcos, herramientas, artillería, armas blancas y de fuego, anclas, cadenas, clavazón y herrajes diversos. Hubo otro período floreciente de los astilleros vascongados durante los reinados de Fernando VI y de Carlos III, en los que las fábricas de aquel país hacían importantes suministros a los arsenales del Estado. A principios del siglo pasado había en el señorío de Vizcaya 180 ferrerías, que elaboraban unas 4.000 toneladas anuales de hierro dulce, pero fue disminuyendo paulatinamente la producción en años sucesivos por los adelantos introducidos en la industria siderúrgica inglesa.

   El primer horno alto levantado en España fue el de la fábrica Heredia, en Málaga, construido en 1832. La casa Ibarra y Compañía poseía en Somorrostro minas importantes, en las que explotaba la vena para transportarla a lomo a los puertos o enviarla á las ferrerías, y en 1847 fundó en el valle de Guriezo, en la provincia de Santander, una fábrica de hierro, dotada de un horno alto, que trabajaba con carbón vegetal y viento frío, cinco hornos para pudelar y recalentar, y tres trenes pequeños de laminación, con los que producía una excelente calidad de hierro; y en 1854 implantaron en Baracaldo, cerca de Bilbao, otra fábrica de hierro montada en mayor escala y con procedimientos más modernos que los de Guriezo.

   La fábrica de hierro de Baracaldo ocupaba una superficie de 64.000 metros cuadrados, pero con objeto de ampliarla obtuvieron los Sres. Ibarra y Compañía la concesión de terrenos ganados a la ría de Bilbao y al Galindo, sujetándose en la construcción de los muelles al plan de encauzamiento general estudiado por el ramo de Obras públicas y aprobado por el Ministerio de Fomento.

   Se fueron completando las instalaciones, y constaba de tres hornos altos de capacidad reducida: uno de ellos marchaba con carbón vegetal, y los dos restantes con cok, procedente de Inglaterra, dos máquinas soplantes, los montacargas, calderas, aparatos de aire caliente y los depósitos de mineral completaban el equipo.

   La fabricación de hierro dulce se hacía en 14 hornos de pudler con siete calderas de vapor, dos martillos pilones, un tren de desbaste y tres trenes de laminación: el mayor, el mediano y el pequeño, provistos de sus hornos de recalentar, cilindros, sierras, tijeras, etc. Un taller pequeño de ajuste, otro de fundición y modelos, el laboratorio y la calderería, servían a aquellas instalaciones de complemento.

   El invento de Bessemer para producir el acero por de carburación del lingote de hierro y el de Siemens Martín para obtenerlo por medio de hornos a generación de gas, cambiaron radicalmente el estado de la industria siderúrgica. Los nuevos métodos de fabricación requerían minerales muy puros y exentos de fósforo, cuyas condiciones llenaban cumplidamente los de Somorrostro, y hacia 1870 comenzó la demanda activa de la mena vizcaína.

Fábrica de Altos Hornos en Sestao, en 1908.
    Hasta 1880 no empezó á cristalizar la evolución para aplicar en gran escala el invento de Bessemer, destinado a la producción de acero, implantando, al efecto, las instalaciones indispensables de hornos altos y trenes potentes de laminación.

   Para un cambio tan radical se necesitaban grandes capitales; pero dado el crédito que gozaba la casa Ibarra y el excelente concepto que merecían los resultados obtenidos por la Sociedad comanditaria que funcionaba a nombre suyo, obtuvieron la cooperación de otros hombres de negocios para formar la Sociedad anónima titulada "Altos Hornos y fábricas de hierro y acero de Bilbao”.

   Los Sres. Ibarra y Compañía entregaron a la nueva Sociedad las dos fábricas de hierro de Baracaldo y Guriezo, con sus minas y los contratos de minerales que tenían con las Compañías extractoras.

   El estudio de las instalaciones proyectadas en la fábrica de Baracaldo, se encomendó al reputado ingeniero inglés mister E. Waídsor Richards, bajo cuya dirección quedaron terminadas en el transcurso de tres años escasos, produciéndose el primer lingote de acero Bessemer el 8 de Octubre de l885.

   La nueva Sociedad fue desarrollando paulatinamente sus medios de producción y a fin de ponerse en contacto con la red española de Caminos de hierro, se interesó en 1884 en la Compañía del ferrocarril de Bilbao a Portugalete, que inauguró en 1887 la Sección de Origen hasta el Desierto, poniéndose después en comunicación con la cuenca minera de Ortuella.

   En sus talleres se construyeron máquinas de vapor de 600 caballos, locomotoras para el servicio propio, puentes metálicos, embarcaderos, mercados y armaduras, y se disponía de una instalación para el alumbrado eléctrico. La fábrica tenía montadas diferentes instituciones de previsión y enseñanza, a saber: La Sociedad de Socorros, Hospital, Caja de Ahorros, Sociedad Cooperativa, Retiros, Escuelas de primera enseñanza, contribuyendo también al sostenimiento de la Escuela de Artes y Oficies de Baracaldo. Acudió con sus productos a varias Exposiciones, habiendo obtenido diplomas de honor en Madrid y Chicago en los años l880 y 1883, y medallas de oro en Barcelona y en Burdeos, respectivamente, en 1888 y 1895.

   Un grupo de capitalistas bilbaínos inició también en 1882 la idea de construir en el Concejo de Sestao otro grande establecimiento siderúrgico de primer orden.

   Eligieron para levantar la fábrica las marismas de Sestao, que por su amplitud y la comunicación directa con las minas por el ferrocarril de Galdames, eran muy adecuadas para la realización de la idea. Contando con minerales propios y un emplazamiento excelente, constituyeron la “Sociedad Metalúrgica y de Construcciones" en Septiembre de 1882 y con objeto de redondear la propiedad, adquirieron de varios particulares y del Ayuntamiento de Sestao los terrenos comprendidos entre la carretera de Bilbao a Portugalete y la marisma y solicitaron del Gobierno autorización competente para proceder al desecamiento que se empezó en la superficie necesaria para construir los altos hornos.

   En 1900 tenía una Caja de socorros y un hospital y ejercía el Patronato de la Sociedad cooperativa. Presentó “La Vizcaya" sus productos en varias Exposiciones universales, obteniendo diversas recompensas en la celebrada en Amberes en 1885, en Barcelona en 1888 y en París en 1880.

   Teniendo en cuenta los fabricantes de hojalata en Beasain, provincia de Guipúzcoa, las ventajas que para el suministro de llantón les había de proporcionar la zona industrial de la ría de Bilbao, convinieron en trasladar sus talleres á las marismas de Sestao en contacto con la fábrica „La Vizcaya", para lo cual les cedió ésta en venta el terreno necesario para sus instalaciones.

   La mencionada Sociedad colectiva comenzó la fabricación de hojalata en Sestao en 1887, y en 1890 se transformó en Sociedad anónima con el nombre de “Compañía Iberia".

   Finalmente, y con el objeto de explotar las fábricas de hierro, acero y hojalata de Baracaldo y Sestao, se constituyó en Bilbao el 29 de Abril de 1902 la Sociedad anónima “Altos Hornos de Vizcaya", como aportación de las extinguidas Sociedades antes reseñadas, o sea “Altos hornos y fábricas de hierro y acero de Bilbao", “Sociedad de Metalurgia y construcciones Vizcaya" y “Compañía anónima Iberia".

Publicado el 10 de Octubre de 1.909 en

VIDA MARITIMA.

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