viernes, 1 de mayo de 2015

Astilleros del Nervión. - 1889

Astilleros del Nervión. - 1889

Cruceros “Infanta María Teresa”, “Vizcaya” y “Almirante Oquendo”


   Al recibir a mediados de Noviembre las vistas fotográficas que han venido para los grabados de este número, y sabiendo que se hallaba de paso en Madrid un amigo mío, que, por su conexión con la construcción de los indicados cruceros, había de ser la mejor autoridad y fuente de informes sobre el asunto, resolví tener con él una entrevista, a que se prestó amablemente, y cuyos términos, desde el punto mismo en que empezamos a entrar en materia, trascribo como sigue:

GRABADO 1: Crucero “Infanta María Teresa” en construcción.
   Yo.- ¿Me hará usted el favor de explicarme lo que son los edificios y partes del astillero que estas fotografías representan?.
   El.- Con mucho gusto. Esto (GRABADO 1) representa el primer crucero, el María Teresa, visto por su costado de babor, y desde bastante cerca para poderse apreciar algunos detalles de construcción.
   Este otro (GRABADO 2) son las tres gradas, situadas en dirección algo inclinada sobre la de la ría.
   Tienen más de 100 metros de longitud, y los constructores han sido afortunados en encontrar terreno firme donde fundarlas, sin necesidad de mayores gastos, a que, de otro modo, se hubieran visto obligados. Vese a la izquierda el crucero Infanta María Teresa, cuyo casco está muy adelantado; en medio, comenzado, el del Vizcaya; y en la grada de la derecha se construirá el del Almirante Oquendo.
   Vease en el GRABADO 3 el taller de herreros de ribera, y en el segundo un edificio largo que contiene el taller de carpinteros, la sala de gálibos (ésta encima del otro) y unos almacenes. Este edificio, cuya dirección en longitud es perpendicular A la de la ría, y el taller de herreros de ribera, forman ángulo recto, en cuya amplitud se halla la excavación que ha de convertirse en dique seco, y que se advierte en el mismo grabado.
   Yo.- Tengo entendido que el presupuesto del dique es de unos cuatrocientos mil duros. ¿Se hace por esta cantidad un dique seco del tamaño del que es de suponer que ha de ser ése?.
   El.- Entendiendo que el dique de los señores Rivas y Palmers tendrá algo más de 140 metros de largo, de 20 a 22 de ancho y 7 de calado (números aproximados), sólo diré á usted ahora que el de Norfolk (Estados Unidos), acabado de construir, y que es mayor que éste, ha costado 500.000 duros ; y contratado para un plazo de dos años, ha sido construido en veintiún meses.
   Yo.- ¿Y hay en el astillero más edificios o talleres que los que usted lía dicho o aparecen en las figuras?.
   El.- Sí; el taller de herreros de ribera está unido en su extremo de la derecha á las herrerías y taller de ajuste.

GRABADO 2: Vista de las tres gradas del astillero.
   Yo.- ¿Querrá usted explicar brevemente a un profano cuál es el oficio de esos talleres?
   El.-  Todo lo que a un profano, en el supuesto de que usted lo sea, le importa saber, es que en ¡as herrerías se hace el trabajo de fragua, en el taller de herreros de ribera el de hornos y de dar figura y dimensiones a las planchas o barras, y en el taller de ajuste se ajusta, esto es, se tornean o se recortan o terminan las piezas que lo necesitan.
   Yo.- ¿Es eso todo lo que contiene y ha de contener el astillero?.
   El.- El astillero como tal, quiero decir como establecimiento dedicado á la construcción de cascos de buque, es poco más lo que necesita; y, naturalmente, ahora se limitan los constructores a aquello que les es indispensable para obtener los de los cruceros en el tiempo marcado, y aun antes, pues hasta su conveniencia está en esto, ya que de la suma total de cuarenta y cinco millones de pesetas pueden cobrar en distintos plazos treinta y un millones y medio con sólo presentar los cascos en las gradas, aun no terminados del todo, y tener acopiado el material de la coraza.
   De lo que necesitar puedan, una gran machina esta para llegar, si no ha llegado ya; y de lo no indispensable, un taller de modelos, grandes almacenes o depósitos cubiertos para los materiales, tinglados para cubrir las gradas y luz eléctrica para trabajar de noche en casos de urgencia, vendrán con el tiempo ó con la prosperidad del astillero.
   Fuera de algún otro detalle, lo dicho es lo sólo digno de mención.
   Yo.- Pero ¿no van allí mismo a construirse las máquinas y fabricarse los cañones de los cruceros?
   El.- A eso no están obligados los constructores; se han obligado ellos. El contrato dice que ambas cosas se construyan en España, pero no les obliga a construirlas; al contrario, les autoriza a acudir al extranjero cuando la industria nacional existente, oficial o particular, no quiera o no pueda hacer el trabajo en cuestión. Respecto a las máquinas, es claro que habiendo quien puede, y es de suponer que querría, construirlas, al hacerse cargo los concesionarios de los cruceros de esa construcción, tienen, naturalmente, que efectuarla en España; y para el efecto han erigido unas naves que abrigarán en total una superficie de unos 2.500 metros cuadrados.
   Yo.- Eso vale tanto como 50 metros de largo y 50 de ancho. ¿Y es bastante?
   El.- No, pero lo van a agrandar considerablemente.

GRABADO 3: Taller de herreros de ribera, y materiales para los cascos de los cruceros.
   Yo.- ¿Y qué hay de cierto en la citada carta de Bilbao en que me dicen que los constructores han pedido autorización para traer de Inglaterra las máquinas del primer crucero , por falta de tiempo?
   El.- Debe de ser una mala inteligencia. Lo único que acaban de pedir es traer terminados los ejes de propulsión, las máquinas de circulación, y algunas otras partes más o menos secundarias.
   Yo.- ¿Y esto es admisible?.
   El.- Si el Gobierno lo autoriza. Confiese en que el Ministerio de Marina, que ha procedido en este asunto con un patriotismo, y por lo que al Cuerpo se refiere (en cuanto que al interés profesional más hablan de convenirle cuatro buenos cruceros adquiridos en el extranjero que tres hechos en España) con un desprendimiento que es de esperar serán bien apreciados en el país, hará siempre lo que corresponda en pro de la industria nacional que quiere proteger.
   Yo.- ¿Y para los cañones?
   El.- Para los cañones, habrá, cuando la construyan, y ya han empezado, una factoría completa.
   Yo.- ¿Han de hacer allí todo lo de los callones?
   El.- La parte de fundición no; esto no se hace, ni puede hacerse todavía, en España. La completa construcción de un cañón se divide en dos partes enteramente distintas.
   La primera, la fundición, corresponde á la industria metalúrgica, y la segunda es propiamente la manufactura de la pieza. El acero de que han de hacerse los bloques y los tubos, zunchos ó manguitos que de los bloques salen, no pueden obtenerse sino en el extranjero. Estas son operaciones costosas y difíciles, pues hace falta conseguir en último resultado tubos de un acero muy homogéneo y en extremo resistente en todas sus partes; y la descripción de los procedimientos empleados para ello seria demasiado larga para lo que usted quiere ahora, aunque yo tratase de hacerla breve. Luego viene la manufactura del cañón, esto es, la terminación de los tubos, el rayado, el ajuste de las distintas partes, etc., etc. Estas son operaciones también muy difíciles, pero de distinta índole que las de fundición; son las que en España se efectúan, en mayor o menor escala, en Trubia, establecimiento de Portilla (Sevilla) y la Carraca.
   Yo.- ¿De modo que aun no se funden cañones de acero en España? Pues me parece que antes de llegar a tener tres factorías, y con la proyectada por los Sres. Rívas Palmérs, cuatro, deberíamos procurar el establecimiento de una fundición de cañones de acero.

GRABADO 4: Taller de carpinteros y sala de gálibos.
   El.- Veo que no es usted un profano, o, por lo menos, que no le es ajeno el estudio o conocimiento de estas cuestiones. Tiene usted razón en lo que ha dicho, tanto más, cuanto que las factorías de cañones, por más que, por especiales circunstancias que no es del caso exponer, haya en algunos países particulares que las han montado, son establecimientos de industria puramente militar y limitada, y por tanto propios de los Gobiernos; mientras que las fundiciones pertenecen, por la naturaleza y generalidad de sus productos, a la iniciativa y dominio de los particulares.
   Yo.- ¿Y los cruceros, qué clase de buques serán?
   El.- Pueden ser muy buenos.
   Yo.- ¿Hay en el extranjero algunos de esa clase?
El.- De esa clase si, aunque no de ese tamaño. Los ingleses tienen media docena que son por el estilo (tipo Australia), pero no de 7.000 sino de 5.000 toneladas, y tampoco de 20 sino de 18 millas de andar.
   Yo.- ¿Y los nuestros van á andar 20?
   El.- Para el concurso se pedían 19, pero los señores Rivas y Palmers han ofrecido 20.
   Yo.- ¿Es ese un andar extraordinario?
   EL.- Para cruceros de estas dimensiones y calidades lo es verdaderamente, y si los constructores consiguiesen que en poder de la Marina anduviesen eso (con la limitación de tiro forzado que está convenida), habrían realizado lo que hoy por hoy es casi un imposible.
   Yo.- Pues qué, ¿los marinos no saben hacer andar los buques tanto como los constructores?
   El.- Generalmente no; ni nuestros marinos ni los de ninguna parte. No es que no sepan, sino que no pueden. Por bueno que sea el carbón usado por la Marina, por buenos y experimentados que sean maquinistas y fogoneros, no son nunca las circunstancias del servicio como las de prueba. Pero, además, ahora sucede que al ingeniero de las máquinas de los modernos barcos de guerra se le da un espacio muy limitado por las otras exigencias y particularidades del buque, y muchas veces tiene que renunciar a las proporciones, disposición y juego más convenientes de ciertas partes del aparato motor, para acomodar éste donde le obligan. De aquí resultan deficiencias que se salvan en las pruebas, donde se ejercitan los recursos é ingenio de los constructores, pero reaparecen luego que éstos entregan el buque.
   Yo.- ¿Y esto ha sucedido siempre ?
   El.- No; es achaque moderno. Para dar condiciones evolutivas á ¡os buques, y también por economía cuando a los constructores ha convenido, se vienen construyendo buques cortos, que debiendo ser de grandes velocidades y reunir a la de velocidad otras condiciones militares, cohiben en mayor grado la mejor disposición de las máquinas. De estos errores y manías los ingleses, como de todo lo que a cosas de mar se refiere, bueno o malo, han dado varias muestras, aunque parece que ya van cayendo en la cuenta.
   Yo.- Quiere usted decir que no siempre las máquinas resultan perfectamente trazadas , construidas y dispuestas; que no pueden ser manejadas y atendidas, etc., etc., como corresponde. ¿No es cierto?. Y esto será muy importante.
   El.- Mucho. Yo no conozco o no recuerdo haber visto el Calliope, crucero inglés de tercera clase, de cerca de tres mil toneladas, único que se salvó de los siete buques de guerra fondeados en Samoa, y sorprendidos por el celebre y terrible huracán; pero como debió su salvación, tanto como a la pericia y serenidad de su comandante, al perfecto funcionamiento de sus máquinas, que, capaces de hacer andar al barco 15 millas por hora en buenas circunstancias, apenas podían entonces hacerle andar media milla (tal era la fuerza combinada de mar y viento), calculo que muchos otros barcos de guerra, cuyo andar se dice de 18 o más millas, se hubieran perdido allí; porque el más pequeño entorpecimiento o dificultad que hubiera ocurrido habría echado irremediablemente el barco sobre la costa o los arrecifes. Y esos entorpecimientos o dificultades ocurren con frecuencia en los barcos de mucha marcha (nominal) cuyo aparato motor no haya sido trazado y dispuesto con todo desahogo y perfección.
   Yo.- ¿Hay otros buques más parecidos a los cruceros de Bilbao que los del tipo Anstralia?.
   El.- Por lo menos en los Estados Unidos va a haber uno, que ya están construyendo en Brooklin, el Maine, crucero de faja blindada y cubierta protectora, y del mismo tonelaje (muy poco menos). El Maine andará 17 millas; su artillería, repartida en distinto número de piezas y de distinto calibre, viene a ser más poderosa que la de nuestros cruceros. Va aparejado, el buque americano, de brick-barca, y la faja es algo más gruesa que la de los cruceros españoles, 13 pulgadas inglesas.
   Yo.- ¿Cuánto tiene la de los nuestros?.
   El.- Poco menos, 12 pulgadas castellanas.
   Yo.- Y la cubierta protectora ¿no es blindaje también?.
   El.- Hace oficio de blindaje, pero no lo es. Se forma de dos o tres gruesos de planchas comunes, viniendo a tener en total un espesor de tres a cuatro pulgadas; pero como va horizontal y en algunas partes muy inclinada, y por lo tanto generalmente ha de recibir al sesgo los disparos, resulta más fuerte de lo que su corto espesor indica a primera vista.
   Yo.- ¿Qué armamento llevan los cruceros?.
   El.- Dos cañones de 28 centímetros (diámetro interior), diez de 14, cañones pequeños de tiro rápido y torpedos Whitehead.
   Yo.- ¿Como se disparan estos torpedos?. ¿Por encima o por debajo del agua?.
   El.- Después de disparados van por debajo del agua a la profundidad que se desea, y primitivamente se disparaban también bajo la superficie riel mar; pero ahora pueden dispararse por encima, aunque en seguida se sumergen, y este sistema es preferible. Una vez disparado el torpedo, él mismo busca la profundidad para que se le ha arreglado, y sigue la dirección deseada, merced a una máquina que lleva dentro y que se mueve por aire comprimido.
   Yo.- ¿No llevan los cruceros cañones de tiro rápido de los de diez o doce centímetros?.
   El.- Cuando se hizo el concurso aun no estaban acreditados ni apenas ensayados. Ahora se habla mucho de ellos, y puede ser que el Gobierno disponga la adquisición de alguno.
   Yo.- ¿Los hay mayores de esta clase?.
   El.- Los hay ya hasta de 14 centímetros, y los de 13 se apuntan y disparan como los más pequeños esto es, contra el hombro, como un arcabuz o fusil de batayola.
   Yo.- He oído o leído que el porvenir es de esta clase de cañones.
   El.- Lo mismo se dice siempre de todo lo que aparece y se acredita un poco. Yo no me atrevo a asegurar nada; inclinado a que no, estoy en duda.
   Yo.- ¿Es usted partidario de los cañones grandes?.
   El.- De los grandes sí; no de los monstruosos.
   Yo.- ¿Y qué me dice usted de la pólvora sin humo?.
   El.- Que todavía no deben apurarse tos pintores de batallas.
   Yo.- Y la pólvora lenta ó parda, ¿en qué se diferencia de la común?.
   El.- En que tiene menos azufre, carbón menos pasado y está comprimida. Se quema con más lentitud que la otra, y daña menos la pieza e impele de mejor modo el proyectil; y para aprovechar todo el efecto de la carga, son los cañones modernos tan largos.
   Yo.- ¿Cuál es el alcance de la moderna artillería?. ¿Cuánto es lo más que alcanzan los cañones grandes?
   El.- Para tener una regla aproximada y fácil de recordar, basta entender que, por cada pulgada de diámetro del cañón, puede llegar el proyectil a una milla corta de distancia.  Así que, un cañón de 100  toneladas, que podrá tener 18 pulgadas de diámetro interior, podrá alcanzar alrededor  de 16 millas, unas cinco leguas.
   Yo.- ¿Podrá usted darme una idea de lo que se tarda en la fabricación completa de un cañón moderno?
   El.- Cuando la factoría está al lado o muy cerca de la fundición, la gente es práctica y hay toda clase de recursos, puede usted calcular que desde que empieza a fundirse el metal hasta que queda la pieza lista pasarán generalmente dos días por milímetro de calibre. Variando las condiciones supuestas, no hay ya cálculo posible aproximadamente. En los cañones grandes, los ingleses han tardado siempre mucho más de lo que habían calculado, mostrándose en esto inferiores a franceses y alemanes.
   Yo.- ¿Los cruceros de Bilbao llevan aparejo?.
   El.- No; dos palos con cofas militares, esto es, dispuestas para recibir ametralladoras o cañones de tiro rápido.
   Yo.- Serán entonces de dos hélices y dos máquinas, por si una se desarregla.
   El.- Cabalmente.
   Yo.- ¿Las máquinas serán compound?.
   El.- Si; de triple expansión.
   Yo.- ¿De qué depende la ventaja de esas máquinas compound sobre las antiguas?.
   El.- Tienen varias a cambio de algunas desventajas; pero el principal mérito de ellas está en que, siendo la variación de temperatura de los cilindros el origen de la mayor pérdida de eficiencia que el vapor experimenta, por la parte de él que se condensa, dicha variación es menor en los dobles o múltiples cilindros de una máquina compound que en el solo de una máquina equivalente de las antiguas. De aquí la gran economía de combustible que se ha obtenido con las máquinas modernas y que llega a más de un cincuenta por ciento.
   Yo.- ¿Van forrados los fondos de los cruceros?. Tengo entendido que los barcos de hierro o acero se ensucian mucho y muy pronto, y que suele ponérseles un forro de madera, sobre el que se coloca otro de cobre.
   El.- Los cruceros de Bilbao no irán forrados. Lo que usted indica es efectivamente lo que se usa para el caso, pero sólo en buques cuyo servicio exija que estén largo tiempo en la mar, o en regiones o circunstanciasen que no tengan disponible dique donde limpiarse. El mencionado doble forro, de madera y cobre, es costoso y no deja de tener algunos inconvenientes, o exponer el buque a ellos; pero para conservar el andar del barco todo lo posible es lo mejor que se conoce; y a este propósito he de recordar una particularidad que me extraña no haya mencionado nadie, ni los mismos ingleses, y es, que el Calliope, de que he hablado antes, buque de acero, tiene ese forro, y, a más de lo que ya he dicho, también a esto debió su salvación; pues no cabe dudar de que, a haber carecido de él no habría llegado a andar, en lo más fuerte del huracán, aquella media milla por hora que lo llevó fuera del peligro.
   Yo.- Y en resumen, ¿cuál es la opinión de usted?. ¿Cree usted que serán entregados los cruceros, listos de todo, en los plazos fijados, que es, en el orden de preferencia, la primera condición del concurso?
   El.- Ésa pregunta requiere tal vez contestación amplia y razonada…
   Yo.- Pues hoy no quiero molestará usted más.
   Y con esto di entonces por terminada la entrevista, y me despedí de mi bondadoso e ilustrado amigo, haciendo votos porque se realicen las patrióticas aspiraciones de la nación, la cual desea ver construidos en España, y con materiales exclusivamente españoles, los buques que enarbolen su gloriosa bandera.

Publicado el 8 de Diciembre de 1889 en

La Ilustración Española y Americana.

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