sábado, 2 de mayo de 2015

Botadura del crucero “Infanta María Teresa”. - 1890

Botadura del crucero “Infanta María Teresa”. - 1890


Construido en los Astilleros del Nervión.

Don Francisco Martínez de las Rivas, Sir Charles M. Palmer y Don José María de las Rivas.
   Comenzamos publicando los retratos de los Sres. Martínez de las Rivas y Sir Charles Mark Palmer, que, con la razón Martínez Rivas-Palmer, han sido los creadores de los grandiosos astilleros del Nervión, los constructores del crucero Infanta María Teresa (y también del Almirante Oquendo y del Vizcaya, en cuya construcción se avanza rápidamente), los fundadores de los colosales talleres donde se fabrica la maquinaria y se construyen los cañones de esos tres poderosos buques, los cuales saldrán de los diques a las aguas del Cantábrico perfecta y completamente equipados.

D, José María Martínez de las Rivas, ilustre hijo de las Encartaciones, nació en 1845 y recibió educación brillantísima en colegios franceses; revelando excelentes cualidades para los altos negocios mercantiles, por su clara inteligencia y su actividad y constancia en el trabajo, su tío paterno, D. Francisco Martínez de las Rivas, primer marqués de Múdela, le confió la dirección de la importante casa de banca, que poseía en Londres, y al frente de ella permaneció por espacio de once años; después de la guerra civil, habiendo adquirido el Sr. Marqués de Múdela la fábrica del Desierto, encomendóle la dirección del establecimiento, y entonces se desenvolvió el genio industrial y se revelaron las vigorosas iniciativas del joven D. José María.

   Necesitábase un gran capital para acometer el negocio en que había fracasado la sociedad Cantábrica, y el Sr. Martínez de las Rivas comprendió que si era costosa la instalación de altos hornos que fabricasen el lingote por el procedimiento Bessemer, el negocio en cambio sería de magníficos resultados; e interesando al Sr. Marqués de Múdela, cuyo buen sentido práctico en los negocios mercantiles no se equivocó en este asunto, adquirieron la Cantábrica, emplearon enormes sumas en ampliar la fábrica del Desierto y en instalar nuevos altos hornos, fundando, por decirlo así, el magnífico establecimiento fabril que hoy se llama Fábrica de San Francisco (en honor y recuerdo del primer Marqués de Múdela), y comenzóse á fabricar allí el lingote vizcaíno, que se acreditó por su inmejorable calidad entre los primeros productos similares del extranjero, y en breve se hizo superior a todos.
  
   Y poco después, interesándose el Sr. Martínez de las Rivas en algunas minas de Somorrostro, las puso en fácil y económica explotación y se lanzó á la empresa de crear una flota de vapores de grandes dimensiones para el transporte de minerales, lingote, cok, etc., obteniendo en todos estos negocios el mismo buen éxito que en la instalación de los altos hornos, y luego, como debida recompensa, la propiedad de la Fabrica de San Francisco que él creó, creando al mismo tiempo el laborioso centro fabril que existe en las orillas del Nervión, y el cual da trabajo honrado a tantos miles de obreros y da también la importancia de primer puerto fabril y comercial del Cantábrico a la villa de Bilbao.

   “Para la magna empresa de las construcciones navales (escribía El Norte de Bilbao, en Noviembre de 1887) se necesita indudablemente otro hombre así, como el Sr. Martínez de las Rivas, cuya inteligencia superior sepa reunir en un punto determinado los elementos dispersos, pero superabundantes, que  existen afortunadamente en esta capital y su comarca»; y este  hombre fue el mismo Sr. Martínez de las Rivas, creador de la colosal industria de construcciones navales en el puerto de Bilbao; asocióse a sir Charles Mark Palmer, que había ganado universal renombre como constructor de buques, por sus completos conocimientos del ramo y su práctica de largos años no interrumpida; constituyóse la razón social Rivas-Palmer, a la que se adjudicó oficialmente, después de importantísimos trabajos, la construcción de los cruceros; y la unión de esas dos personalidades, ayudadas por hombres de tanta competencia facultativa como los Sres. Wilson, Albarrán , Mac-Kechiie, Clark y otros, ha producido los hermosos frutos de que Bilbao con justicia se enorgullece.

   D. Francisco Martínez de las Rivas comparte, desde hace años, con su hermano D. José María los trabajos y los asuntos mercantiles de la casa, y merece por muchos conceptos que se recuerde su nombre en el día del triunfo.

   Instruido y modesto, dotado de superior talento y de exquisita cortesanía, es en Madrid el representante directo de los señores Rivas-Palmer, y á su actividad y buen gusto se deben numerosos e importantes detalles de la magnífica fiesta del 30 de Agosto; acompañó desde esta corte á los representantes de la prensa invitados á presenciar la botadura del crucero Infanta María Teresa, y les colmó de distinciones con la esplendidez y delicadeza que caracteriza a los dos hermanos; en el terrado de su hermoso chalet de Las Arenas se efectuó, en la tarde del 31, y bajo su presidencia, un suntuoso banquete en obsequio a la prensa española, en el que se pronunciaron patrióticos brindis por el brillante éxito de los astilleros del Nervión y de la botadura del primer crucero que salía de sus gradas; presentándose en el salón, al servirse el café, la anciana y virtuosa madre de los Sres. Martínez Rivas, a quien lodos los periodistas allí reunidos habían remitido, pocos minutos antes, una entusiasta carta, "Saludando respetuosamente á la santa madre del fundador de la industria naval en España”.

Aspecto de la ría, véanse los buques empavesados, y en el extremo de la derecha figura Lilly, precioso yate de los señores Martínez de las Rivas.
   D. Francisco Martínez de las Rivas desde el fallecimiento de su primo el segundo Marqués de Múdela, ocurrido en 5 de Marzo del presente año, es propietario del cuantioso y bien reputado negocio vinícola de la antigua casa.

  Sir Charles Mark Palmer nació en South-Shield (Inglaterra), en 1822, y recibió esmerada educación literaria en colegios de New-Castle y Marsella; a la edad de veintiún años, dedicándose a los negocios industriales y mercantiles, fundó una sociedad para el trafico de exportaciones, figurando su nombre como base de la razón social elegida; pocos años después, transformando el sentido de la sociedad, emprendió la fabricación de coke, resultando uno de los negocios más provechosos del Reino Unido; de los altos vuelos que tomó aquella industria se originó la fundación de los astilleros de Jarrow , y el éxito de los barcos que salieron de sus gradas para la marina mercante decidió al gobierno británico a confiar á Mr. Palmer la construcción del buque The Terror, famoso en la historia de las construcciones navales, por ser el primero que estuvo protegido con planchas laminadas, medio de defensa inventado por Mr. Palmer; hoy el astillero de Jarrow es el mayor que se conoce, pues ocupa una superficie de 35 hectáreas, y el pueblo, que en 1851 era una aldea insignificante, cuenta ahora con más de 30.000 habitantes y con un movimiento industrial indescriptible.

   Los talleres de Jarrow, si no son tan grandes como los arsenales del Gobierno británico en Chatam Devonport ó Portsmouth, emplean mayor número de operarios que éstos, dando trabajo á unos 7.000 obreros de las distintas clases y oficios que intervienen en la transformación del mineral en hierro ó acero, su forjado y laminado, construcción de los armazones de los buques, fundición de cilindros y demás elementos de la maquinaria, armadura de las piezas en el interior de los barcos, etc.; y allí se han construido nada menos que 33 buques para la marina Real inglesa y algunos de los mejores vapores correos transatlánticos, y su dique es el más notable de las costas del Reino Unido.

   Obsérvense los siguientes datos y cifras: en el año 1881 se construyeron en Jarrow barcos de cabida de 48.000 toneladas; en el siguiente, 29 buques de cabida total de 61.479 toneladas; en 1883 se trabajó todavía más, pues se construyeron 35 buques, de cabida total de 62.000 toneladas de registro, lo que da la cantidad prodigiosa de 1.308 toneladas por semana; y en los mismos talleres se hicieron las máquinas y calderas correspondientes a los buques.

   El primero de éstos, ya lo hemos dicho, para la Real marina británica fue The Terror, y en su construcción se emplearon por primera vez las planchas de blindaje laminadas; el siguiente buque que se construyó para el Gobierno fue el Defence, luego el Jumma para transporte de tropas, el Severus, Swiflsure, Triumph , Gorgon , Surprise y Alacrity, todos buques de primer orden, tanto por su velocidad como por su tamaño ; últimamente se han construido los cruceros Orlando y Undaunted, con faja blindada, de gran velocidad y del mejor modelo, teniendo cada uno 300 pies de eslora, 56 de manga, 37 de puntal, un porte de 5.000 toneladas y un andar de 19 nudos por hora; y por último, deben contarse doce cañoneras del tipo Medina y diez torpederos.

   También la marina mercante ha recibido de los Sres. Palmer y compañía gran número de buques, entre otros (fijándonos sólo en los que tienen más de 310 pies de eslora) los vapores correos para el servicio transatlántico Nebraska y Montaña, y los vapores China y Raffaele Ruballino, y en los mismos talleres la fundición de acero es de primer orden.

   En resumen: la producción del poderoso establecimiento de Jarrow, en los años 1875 á 1884, ascendió á 292.435 toneladas de buques, y la de máquinas y calderas a una fuerza reunida de 149.645 caballos; calculándose el valor total de lo que se fabricó en dicho período en nueve millones de libras esterlinas.

   Esto, y mucho más que no mencionamos, debe la Gran Bretaña al eminente industrial sir Charles Mark Palmer, asociado al Sr. Martínez de las Rivas para construir los tres grandes cruceros de la Real marina española, Infanta María Teresa, Almirante Oquendo y Vizcaya.


   Arriba damos el retrato del director de los astilleros del Nervión, Mr. J. P. Wilson , quien ha demostrado en ellos sus extraordinarias aptitudes como ingeniero naval, añadiendo nuevos lauros a los que antes había conquistado en los primeros astilleros de la Gran Bretaña.

   En los del Clyde y Clydebank hizo su aprendizaje, y luego pasó a ocupar una plaza en la sala de dibujo de la sociedad Palmer y Compañía; entre las importantes construcciones que hizo dicha Sociedad, figuró, como ya hemos dicho, e! magnífico vapor de transporte de tropas Jumma, obra notable que estudió atentamente Mr. Wilson, sacando de ella tan provechosas lecciones, que le valieron un buen empleo en la casa Willliam Denny y Hermanos, de Dumbarton, y después el nombramiento de jefe dibujante de la misma; pasados apenas dos años, los constructores de barcos de Glasgow Sres. Robert Napier e Hijos, solicitaron a Mr. Wilson ofreciéndole ventajosísimas condiciones, y con ellos estuvo hasta que fue a ocupar el cargo de director de los astilleros de ¡os Sres. Palmers Shipbuilding y C.o Farrow,  que le llamaron para confiarle tan importante puesto; creáronle merecido renombre sus excelentes servicios, y siendo muy solicitado por importantes constructores, la casa Barrow Shipbuilding C.o le nombró director de sus astilleros, y le asoció a la construcción del City of Rome, el mayor de los barcos construidos hasta la fecha, a excepción del Great Eastern; en seguida pasó a ocupar igual destino en el famoso astillero de Clydebank, de los Sres. J. G. Thompson, y bajo su dirección se construyeron algunos barcos para e! Gobierno británico, y también los de la marina española de guerra, el crucero Reina Regente y el cazatorpederos Destructor.

   Después de treinta años de asiduos trabajos, Mr. Wilson retiróse a descansar algún tiempo, dedicándose únicamente a evacuar consultas facultativas como ingeniero naval; y cuando se adjudicó á los Sres. Martínez Rivas-Palmer la construcción de los tres cruceros, pasó a desempeñar, accediendo con grata complacencia a los deseos de su antiguo amigo sir Ch. M. Palmer, el importante cargo de director de los astilleros del Nervión.

>> De cuan beneficioso ha sido este nombramiento para la citada casa constructora {escribe nuestro ilustrado colega El Norte, de Bilbao) lo acredita el admirable estado en que se encuentran sus talleres; verdaderos modelos en su género, hacen resaltar desde luego la acertadísima dirección del hombre científico y de excepcionales aptitudes para esta importante clase de trabajos.
>> El magnífico crucero botado al agua, obra primorosa de esos talleres, es la mejor corona que pudiera desear el ilustradísimo ingeniero, y bastaría por sí sola para labrar la envidiable reputación científica a que se ha hecho acreedor Mr. Wilson en su activa y brillante carrera.
>> A estas superiores condiciones como hombre de ciencia une Mr. Wilson el preciosísimo don de captarse la consideración y absoluta confianza de los que le comisionan los trabajos, la estimación y simpatía de sus compañeros y el respeto y cariño de los obreros que se encuentren bajo sus órdenes.
>> Su carácter, invariablemente afable para con todos, y su trato cortés y correcto, es el justificado motivo de lo que anteriormente decimos; así es que bajo su dirección fructifica notablemente el trabajo de los obreros, siempre dispuestos a redoblar sus esfuerzos si el que los ordena une la aptitud pericial á un bondadoso carácter.

   Tales son los principales rasgos biográficos del sabio y modesto ingeniero-director de los astilleros del Nervión, Mr. J. P. Wilson.


   Aunque ya conocen nuestros suscriptores las principales circunstancias del crucero Infanta María Teresa y, la solemnidad de la ceremonia del 30 de Agosto, gráficamente descrita en los grabados de este número, exige nueva reseña del poderoso buque.

   Y para hacer ésta, sírvenos de guía nuestro estimado colega El Norte, de Bilbao, que ha publicado en dicho día un número notabilísimo, así por el texto como por los dos limpios fotograbados que le ilustran.

   Dimensiones del crucero “Infanta Alaria Teresa”.- Eslora total (largo), 110,95 metros; eslora entre perpendiculares, 103,63 ídem; manga (ancho), 19,86 ídem; puntal desde la quilla a cubierta, 11,58 ídem; calado medio en carga, 6,55 ídem; desplazamiento, 7.000 toneladas.

    Es el buque más poderoso de los construidos hasta ahora en astilleros de España.

   Máquinas y calderas.- Aunque falta colocarlas, así como el armamento y las instalaciones generales, están aprobados ya los proyectos correspondientes.

   El Infanta María Teresa tendrá dos máquinas verticales de triple expansión y de hélices gemelas, capaces de desarrollar 13.000 caballos de fuerza indicados con tiro forzado, dando al buque una velocidad de 20 nudos por hora, y 9.000 caballos de fuerza indicados con tiro natural, dando al buque una velocidad de 18 nudos.
  
   Los cilindros de alta presión serán de 42 pulgadas de diámetro, los intermedios de 62 y los de baja presión de 92, siendo el curso de todos 46 pulgadas.

   Las calderas serán 6; cuatro de ellas con hornos en los dos extremos, de 15 pies y 3 pulgadas de diámetro y 16 pies y 3 pulgadas de largo, y dos con hornos sólo por un lado, de 15 pies y 3 pulgadas de diámetro por 10 pies y 9 pulgadas de largo; teniendo en total 40 hornos de 3 pies y 3 pulgadas de diámetro.

   La superficie de caldeo de las seis calderas tendrá 25.920 pies cuadrados; la superficie total del emparrillado de las mismas será de 849 pies cuadrados, y la superficie total de los tubos de 22.250 pies cuadrados; la presión de funcionar será de 150 libras por pulgada cuadrada, y nueve ventiladores de paletas, con máquinas separadas de 5 pies y 6 pulgadas de diámetro, producirán el tiro forzado.

   Casco.- Todo él es de materiales españoles. Construido de acero dulce suministrado por Altos Hornos de Bilbao y La Felguera, Asturias, es del sistema celular, comúnmente adoptado en esta clase de buques; su estructura y trabazón es tan fuerte como requieren sus grandes dimensiones y poderoso armamento; la subdivisión en departamentos estancos, el doble fondo y la consistente cubierta protectora de acero proporcionan al buque condiciones de estabilidad y defensa para las contingencias de su empleo.

¡La Hora se acerca!: véase el casco y el árbol de la hélice del crucero, y allí están el Sr. Palmer, de uniforme, y el Sr. Martínez de las Rivas, que mira el reloj.
El sistema de protección es muy parecido al del tipo Orlando, de la marina real inglesa, pero más completo y resistente, según se afirma.

   Blindaje.- Las máquinas propulsoras, pañoles de pólvora, de balas, etc , estarán protegidos por faja blindada de 0m,309 de espesor, y tendrá 0,458 sobre la línea de flotación, y 1,219 bajo dicha línea; la cubierta protectora que se extiende de proa a popa estará en línea con la faja blindada en su extremo superior y un poco inclinada a los extremos para mayor protección; las planchas que la constituyan serán de acero, de un espesor de 0m,25, y se colocará doble espesor en la parte horizontal y triple en la inclinada.

Sobre la cámara de máquinas habrá un levantamiento, cuyas portas inclinadas tienen blindaje de 0m,152 con objeto de darla mayor altura y proteger la parte superior de los cilindros.

  Todo lo que constituye la vitalidad de un buque de guerra estará protegido por dicha cubierta,

  Gobierno.- La torre del comandante, de fuerte estructura y blindaje de 0m,309 contendrá tubos acústicos, telégrafos, rueda del servomotor y todos los accesorios usuales para la dirección general del buque en combate.

   El branque y espolón horizontal de acero fundido y fuerte trabazón puede emplearse como poderoso medio de ataque.

La bendición del crucero por el Sr. Obispo de la diócesis: allí estaban, además del prelado y los acólitos, el Sr. Martínez de las Rivas, el Sr. Leguina y otras personas, entre ellas nuestro colaborador artístico Sr. Comba. El dibujo representa la bendición de la popa, sobre cubierta.
Las planchas de blindaje de la faja, torres, barbetas y torre del comandante serán con cara de acero y estaño, suministrados por los talleres de los Sres. Cammell y Brown. El aparato del gobierno puede trabajar a mano y a vapor. El servomotor tiene un poder suficiente para llevar la caña de una banda a otra, o sea formando un ángulo de 7 grados en treinta segundos cuando el buque navegue a toda marcha.

   Puede manejarse desde la torre blindada y desde el puente de guardia, y en la eventualidad de no poder hacer uso de la torre, desde una posición protegida, situada en la cubierta de la plataforma directamente bajo la torre, y por último desde el compartimiento de la caña del timón á popa y bajo la cubierta protectora.

   Una máquina de vapor será situada para el cabrestante y anclas.

   Alumbrado, desagüe y ventilación.- Todo el buque estará alumbrado por 400 lámparas incandescentes y tres poderosos focos de exploración, dos a proa y uno a popa.

   La instalación para el achique del buque es muy completa, y podrá efectuarse a mano por medio de bombas de Downton o a vapor.

   Será adoptado un sistema perfecto de ventilación, combinando la natural con la artificial.

   Armamento.- Ha de constar, según el proyecto aprobado, de las piezas que se enumeran a continuación:
2 cañones de 28 centímetros, sistema González Hontoria, colocados en barbetas, con blindaje de 267 milímetros de espesor.
10- de 149 milímetros sobre la cubierta superior; 4 en reductosreducidos, con un campo de tiro de 160º, y 6 a los costados y en el centro del buque, con un campo de tiro de 120º.
8- de tiro rápido, de 57 milímetros, sistema Nordenfelt, situados en la cubierta principal; 2 a proa, con un campo de tiro de 130º; 2 a popa, con 120º, y 4 en el centro y en los costados, con 120º. 8- de tiro rápido, de 37 milímetros, sistema Hotchlitss, también situados en la cubierta principal, con un campo de tiro de 60º á cada lado, y además se colocarán otros en las cofas militares y botes, así como para desembarco. 
8 tubos lanzatorpedos, o sobre la línea de flotación y 2 bajo de ella, situados 4 a los costados, 2 a proa y 2 a popa; los de popa y proa son fijos, y los situados sobre la cubierta protectora tienen un campo de tiro de 80º.

   Grandiosa perspectiva ofrecían el astillero y los alrededores en el acto de la botadura del crucero: los muelles, singularmente el de Churruca, estaban llenos de gente, que saludaba con pañuelos y sombreros; en la orilla izquierda de la ría se alzaban numerosas tiendas de campaña, ocupadas por hermosas y elegantes señoras y por los individuos de varias asociaciones bilbaínas, llamando la atención los del Club Náutico, El Sitio, y otras; en la orilla de la parte de Portugalete se distinguían las fábricas La Vizcaya, La Iberia, las de Alonso y Calderón, hasta las del Desierto y San Francisco; en la ría se balanceaban numerosas embarcaciones de varias clases, todas engalanadas con banderas, flores y guirnaldas: calcúlase que presenciaban el solemne acto más de 60.000 personas de todas las clases sociales.

   Hacia el mediodía presentóse en el Abra la escuadra, formada por los cruceros Reina Cristina, Reina Regente e Isla de Luzón, y el cazatorpederos Destructor: la mar estaba gruesa, y los dos primeros buques tomaron la vuelta de afuera, entrando sólo en la ría, para atracar junio al Desierto, el crucero  Isla de Luzón, por su menor calado; pero el Destructor, a bordo del cual iba el Sr. Ministro de Marina, acompañado de otras personas notables, sufrió una avería grave en e! timón, y tuvo que ser remolcado hasta Castro-Urdiales; incidente lamentable, que fue como nota triste en aquel día de júbilo.

Llegada de S.M. la Reina Regente a la real tribuna del astillero, momentos antes de la botadura.
    A las tres llegó S. M. la Reina Regente al pie de la elegante tribuna levantada frente al crucero, un templete de forma octogonal, forrado de raso rojo y adornado con flores que formaban en lo alto una corona Real; acompañaban a S. M, los Sres. Martínez de las Rivas, sir Palmer (con uniforme de la Real Marina británica), Mr. Wilson, el Sr. Presidente del Consejo de Ministros y el Sr. Ministro de Fomento, varios altos funcionarios del Estado y de la Real Casa, y otros personajes; a las tres y quince minutos, la augusta señora dio su venia para el acto de la botadura, y el Sr. Obispo de la diócesis, revestido de pontifical, precedido de la cruz parroquial y acompañado del Sr. Martínez Rivas (D, José María), del Sr. Leguina (director de El Norte), y de otras personas, bendijo al buque según las ceremonias rituales.

   Inmediatamente, el Sr. Martínez Rivas se dignó presentar a S. M. las tijeras que habían de cortar la cinta de seda, de los colores nacionales, que simulaba sostener á la inmensa mole del crucero.

Tijeras con las que S.M. la Reina Regente cortó la cinta del crucero, en el acto de la botadura.
   Esas tijeras, a la vez rica joya y preciosa obra de arte, han sido hechas en el taller de joyería de los señores García Villalba y Flórez, de esta corte; son de oro de ley, y miden cuatro pulgadas de longitud; los ojos tienen forma de ancla, y están adornadas, en la parte superior con una corona Real de brillantes, y en el eje, con dos delfines enlazados, también de brillantes; en las hojas se lee esta inscripción conmemorativa:
“Botadura de! crucero de la Real Marina Española Infanta María Teresa.- Astilleros del Nervión.-  30 de Agosto de 1890.”

   La Reina Regente cortó la cinta, e instantáneamente cortáronse con hacha los cables y cayeron los pocos pilotes en que se apoyaba el colosal casco, mientras las músicas tocaban la Marcha Real.
  
  Este fue el momento crítico, momento de verdadera emoción para las 60.000 personas que esperaban con ansiedad ver flotar en las aguas de la ría el casco del Infanta María Teresa: el crucero quedó  inmóvil por espacio de algunos segundos; luego se estremeció débilmente; enseguida comenzó a deslizarse por el plano inclinado con majestuosa lentitud, entró en la ría, hundió su quilla en las aguas, e irguióse al punto entre remolinos de espuma.

Entusiasmo de los obreros al ver deslizarse majestuosamente el crucero hacia la ría.
   Un testigo presencial describe así aquel solemne momento:
“La ansiedad era grande; cesaron las músicas, enmudecieron las bocas, y cuando la Reina, muy conmovida, cortó con las tijeras de oro la cinta de seda que debía dejar libre al barco, el silencio fue tan grande, que se escuchaba el latir apresurado de los corazones.”
“El barco, a pesar de haber quedado libre, no se movió en un principio; pero poco a poco, muy lentamente, fue poniéndose en movimiento. Los pechos se ensancharon.”
“- ¡Ya! ¡Ya!- gritaron muchas voces.”
“- ¡Hurra! ¡Viva!- decían los obreros, entusiasmados con su obra.”
“- ¡Viva el Rey! ¡Viva la Reina! ¡Viva la infanta María Teresa!—gritó el Sr. Martínez Rivas.”
“Las músicas tocaron una marcha triunfal, y el barco, como animado por aquellas aclamaciones, comenzó a bajar más rápidamente, sin perder nada de su majestad.”
“Por fin la quilla tocó el agua, el barco y su elemento trabaron por primera vez conocimiento, recibiendo dulcemente las ondas al que llegaba a ellas, como la esposa al esperado esposo. Lo que comenzó por caricia suave terminó en abrazo apasionado, y el barco cayó ruidosamente en las aguas, que le rodearon de espumas y que se abrieron en ondas, que cada vez se extendían más, como si quisieran llevar por toda la superficie del dilatado mar la buena nueva de que España tenía ya otro buque.”
“Los disparos, los gritos, las músicas formaban un atronador estrépito; el entusiasmo rayaba en el delirio.”
“- ¡Hurra! ¡Hurra!”
“- ¡Viva! ¡Viva!”

El crucero “Infanta María Teresa” en la ría de Bilbao
   A cuya hermosa descripción añadimos la siguiente curiosa nota, digna de ser conocida, que nos ha facilitado el Sr. Comba:
”Los obreros de los astilleros, los mismos que habían construido el casco del buque, estaban contenidos en sus respectivos puestos, y anhelosos y llenos de emoción en los primeros instantes;  mas al ver que el crucero se movía, que avanzaba lentamente, que descendía luego con majestad hasta las aguas de la ría, impulsados por ardoroso entusiasmo, palpitantes de alegría, echaron a correr detrás del buque, vitoreando con loco frenesí a España y a los Reyes.”
“Verdaderamente fue conmovedor aquel episodio; centenares de trabajadores que casi lloraban de entusiasmo al presenciar el feliz éxito de su obra.”
    
   Dijimos ya en el número precedente que después de la botadura se verificó, en el taller de cañones, la recepción oficial, y en el mismo se sirvió espléndido banquete, al que concurrieron 500 comensales, bajo la presidencia de S. M. la Reina Regente. Ese taller da cañones y de grandes piezas de fundición es un magnífico edificio levantado en menos de un año, y dotado ya de la maquinaria correspondiente para construir las piezas de artillería de que ha de constar el armamento de los tres cruceros Infanta María Tensa, Almirante Oquendo y Vizcaya.

  Estaba hermosamente decorado; de su amplia techumbre de hierro y cristales, semejante a la del Palacio de Maquinas del Campo de Marte, pendían numerosas banderas nacionales y de los puertos vizcaínos, entrelazadas con guirnaldas de flores; en el testero de honor aparecía la mesa presidencial, a la que se dignó sentarse S. M. la Reina Regente entre los Sres. Cánovas del Castillo, a l a derecha, y Martínez Rivas (D. José María), a la izquierda; otras mesas se extendían a lo largo del salón, delante de las grandes piezas de la maquinada; dentro de claro fanal había sido colocado el modelo, en tamaño muy reducido, pero con todos sus detalles, del crucero Infanta María Teresa.

   Servido el banquete, que fue amenizado por las bandas de música de los Astilleros y del batallón  cazadores de Llerena, la Reina Regente se retiró a las cuatro y cinco minutos para regresar a Portugalete, Bilbao y San Sebastián, adonde llegó a las once y media de la noche.

   Mas antes de retirarse S. M. el Sr. Martínez de las Rivas, despidiéndola con tres vivas, que fueron repetidos por todos los comensales, se dignó ofrecerla, como recuerdo de tan fáusto día, una rica joya: un crucero de brillantes, sobre fondo de esmalte azul, y en marco rodeado de perlas.

Taller de cañones y de grandes piezas de fundición, transformado en comedor para el “lunch” después de la botadura del crucero.
También ofreció el Sr. Martínez de las Rivas otras joyas de menor tamaño á varias ilustres damas.

   El banquete se prolongó hasta las seis, y el mismo Sr. Martínez de ¡as Rivas leyó, a los postres, un patriotico brindis, cuyos principales períodos son los siguientes:
   “Al tener el honor de dirigirme a ustedes en representación de mi socio Sr. Palmer y en mi nombre, es nuestro primer deber dar las gracias más expresivas a S. M la Reina Regente, que ha honrado hoy con su presencia la ceremonia de la botadura del magnífico crucero Infanta María Teresa, que pronto quedará equipado y pasará á aumentar el poder de la Real Marina española.”
   “Algunos pueden alegar que este gran trabajo de construcciones navales recarga las contribuciones; pero no debéis olvidar que España avanza rápidamente a conquistar el puesto que le corresponde en Europa para el desarrollo de sus industrias y la actividad e inteligencia de sus hijos; por consiguiente, tiene que aumentar su poder en los mares, no sólo para defender sus extensas costas, sino también para proteger sus importantes colonias.”
   “Confiamos en que no volverán a hacerse por el Ministro de Marina nuevos contratos con el extranjero para construcciones españolas, porque teniendo en cuenta que ya la inmensa mayoría, y muy luego todo lo que se necesita para el casco, máquina y artillado de un buque de guerra, podrá hacerle en España con la ayuda de los trabajadores del país, es deber de todos los gobiernos proteger a la industria nacional con la gran inteligencia y energía de Mr. Wilson, director de las construcciones, y de Mr. Rechine, del departamento de maquinaria.”
   “La gran experiencia técnica que en artillería posee el coronel Albarrán y Mr. Tilez en el acero, esperamos ayudará a la importancia que tiene ya la industria española”
   “Antes de fines del año próximo aspiramos a dar trabajo a unos 5.000 hombres, elemento que demuestra la prosperidad y aumento en bienestar e importancia de esta noble tierra.”
   “S. M. la Reina Regente, que nos ha ofrecido generosa protección, y vosotros que nos la dais con vuestra presencia, hacéis que el Sr. Ch. Palmer y yo recabemos vuestra inteligencia y energía, que son tan indispensables para tales empresas y para que consigamos convertir este gran establecimiento en una honra nacional y orgullo de Vizcaya. Brindo por S. M. el Rey, por su augusta madre la Reina Regente y por la infanta María Teresa. ¡Viva el Rey! ¡Viva la Reina! iViva la infanta María Teresa!”

   Brindaron después los Sres. Palmer, Wilson y Gutiérrez Abascal, este último en nombre y representación de la prensa española.

El crucero “Infanta María Teresa” en el dique.
   Para terminar, copiamos las siguientes reflexiones de El Diario de Bilbao, que son muy sensatas:
«Que la iniciativa no se acabe, que los capitales no se escondan, que se aumente el numero de chimeneas, y, como hasta aquí, el pueblo de Bilbao ofrezca cosas nuevas a los forasteros que nos visiten el verano del año de 1891.”
“No esperamos nada de la iniciativa de las corporaciones oficiales, pero no dudamos que estas prestarían eficacísimo apoyo a la de los particulares que promovieran una exposición fabril y minera. Inténtese hacer algo en este sentido; no basta trabajar mucho y trabajar bien; es preciso demostrarlo a la faz de lodo el mundo, y para esto hay un medio, el más práctico de cuantos se conocen: un certamen internacional. Estudíense bien las ventajas y los inconvenientes, acométase la obra con decisión, que no importan el tiempo ni los obstáculos cuando la constancia es grande y la voluntad es firme”
“Que el acto importante de la botadura de un crucero en Bilbao sea precursor de otros actos también importantísimos para la industria nacional.»

Publicado el 15 de Septiembre de 1890 en

La Ilustración Española y Americana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario