Viaje Regio a Bilbao.- 1902
A la visita de S.
M. a la invicta villa de Bilbao, dedicamos casi en su totalidad la información
gráfica del presente número, utilizando para ello las primorosas instantáneas
obtenidas por el notable pintor y fotógrafo Sr. Marcoartú.
El 5 del actual, a
las cinco y media de la tarde, desembarcó el Rey, acompañado de la Reina madre
y la infanta María Teresa, en el sitio denominado la Salve, dirigiéndose entre
aclamaciones y saludos a la basílica de Santiago, en la que se cantó solemne Tedéum
y después se trasladó al Ayuntamiento, donde se celebró una brillante
recepción, y asistió más tarde al frontón Euscalduna, donde presenció los
bailes del país ejecutados por las hilanderas y espatadanzaris de
Durango, y regresó en el Vasco Núñez
de Balboa al Pelayo a cuyo bordo durmió.
EL día 6 desembarcó
en Luchana, y por el ferrocarril de la Orconera se trasladó a Santurce (Ortuella)
para visitar las minas de aquella importante región; fue a pie hasta Gallarta y
en carruaje a Ortuella, y en ferrocarril a los Altos Hornos, panto en cuyo embarcadero
provisional esperaba el Vasco Nuñez de Balboa, en el que regresó al Pelayo.
Al siguiente día
visitó el Rey el nuevo hospital de Basurto y la Escuela de Ingenieros, y se
celebró en el palacio de la Diputacion una numerosa recepción de alcaldes. Presenció
la hermosa batalla de flores, que se efectuó en la gran vía de López de Haro, y
visitó las calles de la ciudad antigua. Por la noche regresó al Pelayo, como
en los días anteriores.
Aspecto de la ría durante el paso de
SS.MM.
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En todas estas
excursiones y solemnidades fue objeto S. M. de las más expresivas manifestaciones
de cariño y entusiasmo de todas las clases sociales, y en dichos días la mayor animación
y brillantez presidieron las fiestas bilbaínas; pero de todas, ninguna tan importante
para Bilbao como la solemnidad de colocar el Rey la última piedra de la colosal
obra del puerto del Abra. Aquella fiesta significaba para la invicta villa el
logro de sus más nobles y vivas aspiraciones, y el pueblo todo acudió al
puerto.
En la parte alta
del muelle, y en el extremo del mismo, se había colocado una tribuna al nivel
del suelo, adornada con ricos tapices y colgaduras de terciopelo.
En ella se paso una
mesa y varios sillones y en el frontis dos grandes cuadros: con el plano de las
obras uno, otro con una sección de los bloques y cajones, ejecutados al lavado,
y cuya factura denunciaba la mano de un hábil delineante.
Frente a la tribuna
se levantaba un altar portátil, ante el cual esperaba, revestido, el Sr.
Piérola y el clero con cruz alzada.
Entre el altar y la
tribuna, a los que servía de pabellón la férrea mole de la grúa “Titán”, estaba
sostenido por gruesas cadenas la última piedra del muelle, un enorme cubo, una
de cuyas caras llevaba empotrada en su centro la lápida conmemorativa, que es
de mármol blanco y rematada por una corona real de bastante saliente.
Mina de la Orconera.
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La lápida tiene la
siguiente inscripción:
SU MAJESTAD DON ALFONSO XIII ASENTÓ
ESTA PIEDRA
EL DÍA VII DE SEPTIEMBRE DE MDCCCCII.
El Rey ocupó su puesto, acompañado de su augusta madre y de
la Infanta, y el Sr. Coste y Vildósola, presidente de la Junta de Obras del
Puerto, se adelantó y leyó un discurso, del que transcribimos los párrafos que
compendian la historia de la importantísima construcción:
“En el año 1872 se
inició este pensamiento en la Junta de Comercio de Vizcaya, con cuya
presidencia me honraba, la que consiguió de la superioridad la creación de una
Junta especial de obras de la ría y puerto de Bilbao.”
“En 1873 se
nombraron los vocales de que se había de componer. Sobrevino la guerra civil y todo
quedó paralizado.”
“Terminada la
guerra, se reunieron nuevamente los vocales en 1876 y fui nombrado por ellos su
vicepresidente, quedando así constituida la Junta, que al poco tiempo elevó a
la superioridad el Reglamento porque se había de regir y la tarifa de arbitrios
que solicitaba para tener recursos, con los que pudiera atender a las obras que
proyectaba, todo de acuerdo con mineros, comerciantes, industriales, navieros y
propietarios, y por reales órdenes de Julio y Septiembre de 1877, reinando
vuestro augusto padre, S. M. don Alfonso XII, fueron aprobados, tanto el
reglamento como las tarifas; y en Octubre del mismo año fue nombrado por el
excelentísimo señor Ministro de Fomento, ingeniero director de las obras D,
Evaristo de Churruca. Si este nombramiento fue acertado, lo demuestran las
obras, que asombran por el resultado obtenido en la ría, barra y puerto.”
El Rey visitando las obras del nuevo hospital. |
“Por la ría, que en
bajamar apenas podía subir a Bilbao un bote, y en pleamar un buque con ocho pies
de calado, suben hoy a sus muelles vapores de cinco mil toneladas.”
“La barra ya no
existe, merced al dragado de su cauce y a la construcción del muelle de hierro,
cuya terminación de obras honró con su presencia vuestra augusta madre, S. M.
la Reina, el 12 de Septiembre
de 1887.”
“EI puerto lo estamos
contemplando, tranquilo en sus aguas, espacioso y de gran calado para los buques
de mayor porte.”
“El éxito ha sido
completo.”
“El importe de las
obras de la ría, barra y puerto ascenderá, próximamente, a la respetable suma de
cincuenta millones de pesetas, que se han obtenido: de loa productos de los
arbitrios, entre los que figuran en primer término los de la exportación minera;
de las subvenciones del Gobierno, de las de la Excma. Diputación de la
provincia de Vizcaya, de las del Excmo. Ayuntamiento de la Invicta villa de
Bilbao y del pueblo entero de la misma, que ha suscrito siempre las
Obligaciones emitidas por la Junta.”
“La Junta ha tenido
también la suerte feliz de que los contratistas de todas las obras que han
llevado a cabo hayan cumplido con sus contratos, debiendo hacer especial
mención de los del Puerto Exterior, Sres. Coiseau, A. Couvreaux fils y Cª y Félix
Allard, que con los poderosos medios auxiliares que han puesto en juego para la
construcción de las obras, la excelente organización de los trabajos y su
inteligencia y actividad han contribuido a su completo éxito.”
Colocación de la última piedra en el
Abra.
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S. M. contestó
felicitando a cuantos con su inteligencia, su capital o su trabajo han
contribuido a realizar tan importante obra y haciendo votos por la prosperidad
de su patria.
El Sr. Obispo
bendijo el bloque, que dos obreros a él subidos hicieron girar hasta que se
colocó hacia la boca del puerto la lápida conmemorativa, y luego, al descender,
el Rey arrojó una paletada de cal sobre la misma.
Cuando esto
sucedía, millares de cohetes atronaban el espacio, las sirenas de los barcos,
los barrenos disparados junto al rompeolas, los cañonazos de los fuertes y los
disparados por los barcos de guerra, producían un ruido ensordecedor, que
apenas dejaba oír los vivas y aclamaciones al Rey, a Bilbao y a Churruca, que
se daban desde todos los sitios.
De regreso en el Pelayo,
donde el Rey ofreció un espléndido té, presenció S. M. las regatas de
traineras, yolas y botes a remo, que se verificaron con gran lucimiento y
fueron muy aplaudidas.
La fiesta nocturna
recordaba, por su esplendidez y mágica vistosidad, las famosas de Venecia.
Cerca de mil embarcaciones, todas iluminadas; el coro del orfeón, cantando el Boga,
boga; los barcos de guerra nacionales y franceses, lanzando la claridad de
sus reflectores poderosos; el original simulacro de la vuelta de la pesca de la
ballena, con sus galeras tripuladas por soldados y remeros vestidos a la antigua;
vistosas iluminaciones en tribunas y edificios, y el deslumbrador espectáculo
del volcán artificial de las inmediaciones de Santurce, todo formaba un
conjunto maravilloso, tan digno de verse como difícil de describirse.
Aspecto del puerto durante las regatas.
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Da las fiestas y
solemnidades a vuela pluma indicadas se han escogido para la información gráfica
el aspecto del puente durante las regatas, la visita del Rey al nuevo hospital de
Basurto, la estatua de López de Haro, las elegantes tribunas del Club náutico y
de la Sociedad bilbaína, la llegada de la real familia al palacio de la
Diputación para la recepción de los alcaldes, una vista general del puerto del
Abra, el aspecto de la ría, las regatas y la solemnidad de la colocación de la
última piedra del citado puerto.
Además de estos
fidelísimos datos fotográficos del Sr. Marcoartú, publicamos una composición dibujada
por Ruiz Morales, en la que se agrupan artisticamente notas de todas las
fiestas.
Vista
general del puerto de Abra durante la colocación de la última piedra por SS.MM.
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Publicado el 15 de
Septiembre de 1902 en
La Ilustración
Española y Americana.
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