sábado, 13 de junio de 2015

Viaje Regio a Bilbao.- 1902

Viaje Regio a Bilbao.- 1902

1. Farolas que sostienen las guirnaldas.-  2. El Peíayo y buques de la escuadra en el puerto.- 3. Desembarco do SS. MM.- 4. Iluminaciones en el palacio de la Diputación.- 5. Iluminaciones en la ría y puente Vizcaya.- 6. Estatua de López de Haro.- 7. Camino de las minas.-8. Iluminaciones en el Ayuntamiento.- 9. Batalla de llores.
   A la visita de S. M. a la invicta villa de Bilbao, dedicamos casi en su totalidad la información gráfica del presente número, utilizando para ello las primorosas instantáneas obtenidas por el notable pintor y fotógrafo Sr. Marcoartú.

   El 5 del actual, a las cinco y media de la tarde, desembarcó el Rey, acompañado de la Reina madre y la infanta María Teresa, en el sitio denominado la Salve, dirigiéndose entre aclamaciones y saludos a la basílica de Santiago, en la que se cantó solemne Tedéum y después se trasladó al Ayuntamiento, donde se celebró una brillante recepción, y asistió más tarde al frontón Euscalduna, donde presenció los bailes del país ejecutados por las hilanderas y espatadanzaris de Durango, y regresó en el Vasco Núñez de Balboa al Pelayo a cuyo bordo durmió.

   EL día 6 desembarcó en Luchana, y por el ferrocarril de la Orconera se trasladó a Santurce (Ortuella) para visitar las minas de aquella importante región; fue a pie hasta Gallarta y en carruaje a Ortuella, y en ferrocarril a los Altos Hornos, panto en cuyo embarcadero provisional esperaba el Vasco Nuñez de Balboa, en el que regresó al Pelayo.

   Al siguiente día visitó el Rey el nuevo hospital de Basurto y la Escuela de Ingenieros, y se celebró en el palacio de la Diputacion una numerosa recepción de alcaldes. Presenció la hermosa batalla de flores, que se efectuó en la gran vía de López de Haro, y visitó las calles de la ciudad antigua. Por la noche regresó al Pelayo, como en los días anteriores.

Aspecto de la ría durante el paso de SS.MM.
   En todas estas excursiones y solemnidades fue objeto S. M. de las más expresivas manifestaciones de cariño y entusiasmo de todas las clases sociales, y en dichos días la mayor animación y brillantez presidieron las fiestas bilbaínas; pero de todas, ninguna tan importante para Bilbao como la solemnidad de colocar el Rey la última piedra de la colosal obra del puerto del Abra. Aquella fiesta significaba para la invicta villa el logro de sus más nobles y vivas aspiraciones, y el pueblo todo acudió al puerto.

   En la parte alta del muelle, y en el extremo del mismo, se había colocado una tribuna al nivel del suelo, adornada con ricos tapices y colgaduras de terciopelo.

   En ella se paso una mesa y varios sillones y en el frontis dos grandes cuadros: con el plano de las obras uno, otro con una sección de los bloques y cajones, ejecutados al lavado, y cuya factura denunciaba la mano de un hábil delineante.

   Frente a la tribuna se levantaba un altar portátil, ante el cual esperaba, revestido, el Sr. Piérola y el  clero con cruz alzada.

   Entre el altar y la tribuna, a los que servía de pabellón la férrea mole de la grúa “Titán”, estaba sostenido por gruesas cadenas la última piedra del muelle, un enorme cubo, una de cuyas caras llevaba empotrada en su centro la lápida conmemorativa, que es de mármol blanco y rematada por una corona real de bastante saliente.

Mina de la Orconera.
   La lápida tiene la siguiente inscripción:

SU MAJESTAD DON ALFONSO XIII ASENTÓ ESTA PIEDRA
EL DÍA VII DE SEPTIEMBRE DE MDCCCCII.

El Rey ocupó su puesto, acompañado de su augusta madre y de la Infanta, y el Sr. Coste y Vildósola, presidente de la Junta de Obras del Puerto, se adelantó y leyó un discurso, del que transcribimos los párrafos que compendian la historia de la importantísima construcción:

   “En el año 1872 se inició este pensamiento en la Junta de Comercio de Vizcaya, con cuya presidencia me honraba, la que consiguió de la superioridad la creación de una Junta especial de obras de la ría y puerto de Bilbao.”

   “En 1873 se nombraron los vocales de que se había de componer. Sobrevino la guerra civil y todo quedó paralizado.”

   “Terminada la guerra, se reunieron nuevamente los vocales en 1876 y fui nombrado por ellos su vicepresidente, quedando así constituida la Junta, que al poco tiempo elevó a la superioridad el Reglamento porque se había de regir y la tarifa de arbitrios que solicitaba para tener recursos, con los que pudiera atender a las obras que proyectaba, todo de acuerdo con mineros, comerciantes, industriales, navieros y propietarios, y por reales órdenes de Julio y Septiembre de 1877, reinando vuestro augusto padre, S. M. don Alfonso XII, fueron aprobados, tanto el reglamento como las tarifas; y en Octubre del mismo año fue nombrado por el excelentísimo señor Ministro de Fomento, ingeniero director de las obras D, Evaristo de Churruca. Si este nombramiento fue acertado, lo demuestran las obras, que asombran por el resultado obtenido en la ría, barra y puerto.”

El Rey visitando las obras del nuevo hospital.
   “Por la ría, que en bajamar apenas podía subir a Bilbao un bote, y en pleamar un buque con ocho pies de calado, suben hoy a sus muelles vapores de cinco mil toneladas.”

   “La barra ya no existe, merced al dragado de su cauce y a la construcción del muelle de hierro, cuya terminación de obras honró con su presencia vuestra augusta madre, S. M. la Reina, el 12 de Septiembre de 1887.”

   “EI puerto lo estamos contemplando, tranquilo en sus aguas, espacioso y de gran calado para los buques de mayor porte.”

   “El éxito ha sido completo.”

   “El importe de las obras de la ría, barra y puerto ascenderá, próximamente, a la respetable suma de cincuenta millones de pesetas, que se han obtenido: de loa productos de los arbitrios, entre los que figuran en primer término los de la exportación minera; de las subvenciones del Gobierno, de las de la Excma. Diputación de la provincia de Vizcaya, de las del Excmo. Ayuntamiento de la Invicta villa de Bilbao y del pueblo entero de la misma, que ha suscrito siempre las Obligaciones emitidas por la Junta.”

   “La Junta ha tenido también la suerte feliz de que los contratistas de todas las obras que han llevado a cabo hayan cumplido con sus contratos, debiendo hacer especial mención de los del Puerto Exterior, Sres. Coiseau, A. Couvreaux fils y Cª y Félix Allard, que con los poderosos medios auxiliares que han puesto en juego para la construcción de las obras, la excelente organización de los trabajos y su inteligencia y actividad han contribuido a su completo éxito.”

Colocación de la última piedra en el Abra.
   S. M. contestó felicitando a cuantos con su inteligencia, su capital o su trabajo han contribuido a realizar tan importante obra y haciendo votos por la prosperidad de su patria.

   El Sr. Obispo bendijo el bloque, que dos obreros a él subidos hicieron girar hasta que se colocó hacia la boca del puerto la lápida conmemorativa, y luego, al descender, el Rey arrojó una paletada de cal sobre la misma.

   Cuando esto sucedía, millares de cohetes atronaban el espacio, las sirenas de los barcos, los barrenos disparados junto al rompeolas, los cañonazos de los fuertes y los disparados por los barcos de guerra, producían un ruido ensordecedor, que apenas dejaba oír los vivas y aclamaciones al Rey, a Bilbao y a Churruca, que se daban desde todos los sitios.

   De regreso en el Pelayo, donde el Rey ofreció un espléndido té, presenció S. M. las regatas de traineras, yolas y botes a remo, que se verificaron con gran lucimiento y fueron muy aplaudidas.

   La fiesta nocturna recordaba, por su esplendidez y mágica vistosidad, las famosas de Venecia. Cerca de mil embarcaciones, todas iluminadas; el coro del orfeón, cantando el Boga, boga; los barcos de guerra nacionales y franceses, lanzando la claridad de sus reflectores poderosos; el original simulacro de la vuelta de la pesca de la ballena, con sus galeras tripuladas por soldados y remeros vestidos a la antigua; vistosas iluminaciones en tribunas y edificios, y el deslumbrador espectáculo del volcán artificial de las inmediaciones de Santurce, todo formaba un conjunto maravilloso, tan digno de verse como difícil de describirse.

Aspecto del puerto durante las regatas.
    En la mañana del 8, después de celebrarse el santo sacrificio de la Misa a bordo del Pelayo, zarpó este buque llevando a la familia real a San Sebastián, siendo despedido por los bilbaínos con el entusiástico afecto de que en las pasadas fiestas dieron sinceras pruebas.

   Da las fiestas y solemnidades a vuela pluma indicadas se han escogido para la información gráfica el aspecto del puente durante las regatas, la visita del Rey al nuevo hospital de Basurto, la estatua de López de Haro, las elegantes tribunas del Club náutico y de la Sociedad bilbaína, la llegada de la real familia al palacio de la Diputación para la recepción de los alcaldes, una vista general del puerto del Abra, el aspecto de la ría, las regatas y la solemnidad de la colocación de la última piedra del citado puerto.

   Además de estos fidelísimos datos fotográficos del Sr. Marcoartú, publicamos una composición dibujada por Ruiz Morales, en la que se agrupan artisticamente notas de todas las fiestas.

Vista general del puerto de Abra durante la colocación de la última piedra por SS.MM.
Publicado el 15 de Septiembre de 1902 en

La Ilustración Española y Americana.



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