El puente Palacio en la ría de Bilbao. - 1893
Este precioso puente,
que sirve de lazo de unión a Las Arenas y Portugalete, ha revelado por lo
bello, lo útil y lo nuevo un genio prepotente y de rica fantasía dentro de la
industria moderna: el ingeniero D. Alberto de Palacio.
Las extraordinarias
condiciones de esta construcción, no sólo revelan ya al autor con un genio
excepcional, sino que prueban, que aun entregado a las grandes lucubraciones de
su espíritu, sabe sujetarse a las exigencias de las especulaciones económicas.
El Sr. Palacio ha
consagrado unos cuantos años a la realización de esta obra, en los cuales no le
han faltado ciertamente sinsabores, y para que se realice de una manera
cumplida, el que todo lo genial lleva consigo las amarguras de lo mediocre,
acaso los mismos que con el tiempo estaban destinados a ser los que más
directamente aprovechan su obra han sido causa de ellas. Es claro, es difícil
que a un especulador le sepa bien que una obra, por muy original que sea y por
muchas dificultades que se presenten en el camino de su realización, cueste
670.900 pesetas si está presupuesta en 500.000; pero es más fácil y muy
agradable el recoger un ingreso del duplo de lo presupuesto y recibir
felicitaciones y arcos de triunfo por el agradecimiento que los pueblos sienten.
El viernes 28 del
pasado julio se verificó el acto de la bendición é inauguración pública de esta
gigantesca obra del genio y de la constancia del notable arquitecto e ingeniero
D. M. Alberto de Palacio, habiendo tenido lugar en los días anteriores las
pruebas particulares y oficiales con un resultado altamente satisfactorio por
lo que respecta a la parte técnica de su ejecución.
Esta grandiosa obra
es un monumento de Vizcaya, a cuya importante industria minera y a la vida y movimiento
de Bilbao en sus relaciones con Portugalete y Las Arenas ha prestado un inmenso
servicio, asegurando un paso constante, rápido y seguro entre ambos pueblos de
las dos opuestas orillas del Nervión, los cuales están unidos a la capital de
Vizcaya por vías de comunicación rápidas y directas, dos ferrocarriles casi
paralelos a la ría y dos tranvías que siguen la misma dirección a los dos lados
de la misma.
Hace algunos años,
el Sr. Palacio se consagraba con una tenacidad singularísima a resolver el
importante problema de establecer la comunicación y los medios de transporte
entre los pueblos de la desembocadura de la ría, habiendo formulado varios
proyectos, tales como el de un túnel por debajo de la ría, el de un puente
giratorio, el de un puente fijo superior y el de una vía férrea apoyada, por la
que circulaba un bastidor metálico con sus ruedas correspondientes, hasta que
se fijó definitivamente en el que ahora acaba de inaugurarse y que consiste en
cuatro torres, dos a cada lado del río, de 45 metros de altura, la mayor
conocida en los de este sistema, y un tablero horizontal que va de unas a otras
y en la que hay establecida una línea férrea de cuatro rieles de 8 metros de
anchura total, sobre la cual circula un tren de rodillos acoplados que soportan
la plataforma o carro transbordador, capaz para 150 o 200 personas y un
carruaje cualquiera, que se transportan de uno a otro lado como por el aire,
fuera del alcance de las olas y al nivel de los muelles de ambas orillas, en un
minuto de tiempo, sirviéndose de ingenioso y fácil sistema de suspensión por
medio de fuertes y resistentes cables cruzados, a fin de evitar los efectos de
los vientos fuertes que pudieran producir oscilaciones peligrosas o molestas.
Vista superior del tablero.
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El movimiento es
producido por una máquina de vapor situada en una de las torres, que mueve un
cable sin fin; y como los movimientos de la plataforma son independientes del agua,
va y vuelve de uno a otro lado con gran suavidad, sin cuidado de que haya
tropiezo alguno con las embarcaciones que cruzan la ría.
El embarque y el pasaje se verifican sin
incomodidad alguna, como si fuera un carruaje de los más confortables, y
no existe el temor de que un desperfecto interrumpa los viajes, porque están
tomadas todas las medidas y precauciones necesarias para sustituir en brevísimo
tiempo cualquier pieza u organismo que se deteriore.
El carro
transbordador puede soportar 30.000 kilogramos y en el pueden pasar sin
inconveniente alguno caballerías, carruajes, vagones con carga y hasta
locomotoras por medio de una rampa que permite el acceso al transbordador sin
desenganchar y sin apearse los viajeros.
El presupuesto
total de la obra concluida del todo es de 670.900 pesetas, algo más de lo que
se había calculado en un principio, lo cual es propio de todas las grandes empresas,
y ha sido debido a inconvenientes surgidos en la ejecución de las obras; y el
de los gastos anuales, entretenimiento y conservación serán de 10.950 pesetas,
habiéndose calculado el producto líquido anual en 96.000 pesetas.
En el curso de las
obras no ha habido accidente ni desgracia alguna entre los obreros, y a pesar
de ser una obra tan grandiosa, única en el mundo, todo cuanto se previó hace tres
años, al proyectarla, se ha cumplido con exactitud matemática, sin el menor
error de cálculo ni falsas maniobras, a pesar de que se conceptuaba por muchos
como imposible y quimérica su realización por la dificultad aparente con tanto acierto
vencida de evitar las oscilaciones, habiendo sido necesario para corroborar la
opinión y las afirmaciones del Sr. Palacio respecto a este punto, pedir, su
parecer al eminente ingeniero de París M. Brüll quien hizo por encargo de la
Compañía del puente un notabilísimo trabajo de cálculos, con los que vino a
demostrarse matemáticamente la posibilidad del proyecto y el brillante
resultado que auguraba para el mismo, como se ha visto ahora. Dicho señor
ingeniero resolvió también algunas diferencias de apreciación, de carácter
puramente técnico, suscitadas entre el Sr. Palacio y el distinguido ingeniero constructor
D. Fernando Arnadín, siendo su dictamen en esta cuestión una obra maestra
suficiente a formar una reputación, si ya no la tuviera creada y bien cimentada
en su larga y brillante carrera, de la que es testimonio el aprecio y
estimación en que le tienen sus compañeros de la Sociedad de Ingenieros de
Francia, de la que ha sido presidente.
Vista parcial del puente al colgar el
transbordador.
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También merece
especialísima mención el ingeniero constructor que con acierto singular y sin
emplear andamio de ninguna clase ha montado los elevadísimos pilares de hierro
del puente y el tablero horizontal, todo al aire, por medio de cables
ingeniosos y pies derechos de madera de cuatro metros de longitud.
En una palabra,
esta es una obra de exactitud y precisión admirables; un puente rígido y en completo
equilibrio, cuyos pilares tienen 62 metros de altura y 45 metros desde el
tablero del puente hasta las aguas de la ría en la sobre pleamar equinoccial, siendo
la flecha actual del tablero 0m,20 en sentido no horizontal y 160m de luz total
de eje a eje de pilares.
El motor es una
máquina de vapor de dos cilindros de alta presión y de marcha continua, que
mueve un árbol, el cual transmite la fuerza por fricción, comunicando el
movimiento hacia atrás o hacia adelante o permaneciendo, a voluntad, en reposo.
Su potencia es de 25 caballos, pudiendo desarrollar 35, pero no son necesarios
más que de 6 a 8 para la marcha ordinaria, y la velocidad del transbordador,
que es de cero al empezar y al terminar el viaje, alcanza hasta 3 metros por
segundo, siendo nula la oscilación aun con el viento más fuerte.
Este puente, que
hace honor al talento y a la iniciativa de su inventor D. Alberto Palacio,
producirá, a no dudarlo, inmensos beneficios al comercio y a la industria y a
las relaciones de toda clase entre los pueblos de las dos orillas del Nervión y
al de Bilbao, por la rapidez, comodidad y seguridad del transporte, toda vez
que puede pasar diariamente de 8 a 10.000 viajeros sin contar las mercancías,
ganados y vehículos de toda especie, lo que autoriza a asegurar que el movimiento
y el tráfico actuales entre ambas márgenes del Nervión ha de triplicarse o
cuadruplicarse.
Antes de terminar
este artículo, reproduciremos algo de lo que acerca de este puente dice el
importante periódico L’ Ilustration, de París:
“Generalmente la travesía de las desembocaduras o entradas
de puertos análogos, se verifica por medio de puentes giratorios o levadizos o
corredizos, que tienen múltiples inconvenientes, puesto que cuando están
abiertos interrumpen la circulación: además exigen potentes máquinas para
maniobrar sus masas, y finalmente sólo sirven para cruzar distancias
relativamente cortas.”
“El puente transbordador, que ninguno de estos
inconvenientes ofrece, es digno por ello de admiración y recuerda por su
originalidad las atrevidas construcciones que parecían ser especialidad
exclusiva de los ingenieros norteamericanos.”
Estos conceptos, vertidos
por un francés, son el mejor elogio de la obra del Sr. Palacio, pues sabido es
cuan parcos en alabanzas son nuestros vecinos cuando de algún español se trata.
Conjunto del puente, visto desde la
iglesia de Portugalete.
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Las fotografías que
reproducimos nos han sido remitidas por D. Antonio Berdegué, de Bilbao, a quien
damos nuestras más expresivas gracias por su atención.
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Publicado el 28 de Agosto de 1893 en
La Ilustración Artística.
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