sábado, 18 de abril de 2015

La última piedra del muelle de Portugalete. - 1887

La última piedra del muelle de Portugalete. - 1887

   En la tarde del 12 del actual, S. M, la Reina Regente, con sus augustas hijas, después de visitar el balneario de Las Arenas, donde fué recibida con afectuoso respeto y noble sencillez por el Sr D. Ezequiel Aguirre, propietario de! renombrado establecimiento, embarcóse en la falúa Real, y se dirigió á la cercana villa de Portugalele.

   Allí debía celebrarse, bajo la presidencia de la Reina, una solemne ceremonia: la colocación de la última piedra del muelle, coronamiento y remate de costosas obras, realización de esperanzas largo tiempo acariciadas por el comercio de la invicta villa de Bilbao y de su hermana Portugalete.

Colocación de la ultima piedra de el muelle de Portugalete por S.M. la Reina Regente el 12 de Septiembre de 1887.
   Aquella piedra, que era de mármol, con una inscripción alusiva a la ceremonia, estaba sostenida por fuerte grúa encima y a corta distancia del lecho de cal en que había de asentarse, y dispuesta de manera que con ligero esfuerzo de la mano de la Reina, que tiró de un cordón de seda, cayese con rapidez y quedara encajada en su sitio definitivo.

   El gentío que presenciaba el acto desde tierra, y también a bordo de numerosas embarcaciones de todas clases, prorrumpió en aquel momento en aplausos, vítores y aclamaciones de entusiasmo; el muelle de Portugalete estaba terminado; la última piedra de las obras representaba en aquel instante el limite infranqueable que el Supremo Hacedor señaló al Océano, diciendo a las rugientes olas «¡No pasaréis de aquí!».

   La Reina Regente, por propia iniciativa, y de acuerdo con los Sres. Presidente del Consejo de Ministros y Ministros de Gracia y Justicia y de Marina que acompañaban á S. M.  dignóse conceder la gran cruz de Isabel la Católica, recompensa al mérito, al distinguido ingeniero Sr. D, Evaristo de Churruca, autor del proyecto y director de las obras del muelle; y esa inteligente iniciativa de la Reina interpretó con tanta fidelidad los deseos del público bilbaíno, que la Cámara de Comercio y la prensa periódica de la invicta villa iniciaron una suscripción pública, en el siguiente día, para regalar al Sr, Churruca (que tan dignamente lleva el patronímico del héroe ilustre de Trafalgar) las insignias de la honrosa condecoración que S. M. le había otorgado.

   La augusta señora se dirigió en seguida a la casa Consistorial, donde aceptó un refresco, y después de disponer que sus Altezas Reales la Princesa de Asturias y la infanta Doña María Teresa regresaran al palacio de Zabalburu, con el objeto de no alterar su régimen de vida, y de concurrir al Te Deum que se cantó en la iglesia de la villa, embarcóse en la Real falúa para regresar por la ría a Bilbao.

Playa de Portugalete, a la izquierda el arranque del muelle de hierro o de Churruca.
Publicado el 30 de septiembre de 1887 en

La Ilustración Española y Americana.

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