sábado, 24 de noviembre de 2018

En favor de un pueblo caído en la más dramática miseria. – 1934


En favor de un pueblo caído en la más dramática miseria. – 1934


Una perspectiva del pueblecito de San Julián de Musques, en Vizcaya. Sus tierras han quedado estériles
  para el cultivo, tras el  trabajo minero de los años últimos.


   Era tranquilo el ritmo de la vida en el pueblecito de San Julián de Musques. Tierras verdes cielos plomizos de Bilbao. Un paisaje ondulado de montes de valles, una canción frecuente de lluvia. Las horas se deslizaban blandamente, iguales y felices. El trabajo llevaba su alegría a todos los hogares y ponía horizontes despejados ante todas las vidas. Los hombres de San Julián de Musques vivían sin la  inquietud del mañana incierto. El fantasma del hambre no existía para ellos, entregados a aquel ritmo plácido y seguro de la vida en el pueblecito de Vizcaya.

   Tierra dminas esta de San Julián de Musques. De las entrañas della había surgido la obscura riqueza que era el pan del pueblo. Todos los hombres del lugar estaban trabajando en las explotaciones mineras, y aun había labor para muchos de otros sitios. En la mejor época llegó a haber ecada mina trabajo basta para tres mil hombres.

Todavía logran trabajar en las minas algunos obreros, mínima parte de los que hace
unos años trabajaban en las entrañas de la tierra de este pueblecito vasco.


   El rendimiento de esta tierra era verdaderamente extraordinario. Una auténtica riqueza surgía de las entrañas del pueblo, y en los hogares era unánime y gozosa la felicidad. Aquella riqueza se expandía por toda Vizcaya; iba, más allá de la tierra propia, a convertirse en nueva vitalidad y en riqueza nueva.

   Todo ello, sin embargo, quedó atrás. El horizonte de aquella vida feliz se ensombreció. Las dramáticas palabras que son hoy el leith-motiv de la vida española-crisis, falta de trabajo, paro ... -se proyectaron sobre San Julián de Musques, apuñalando su ambiente tranquilo, alejando de sus calles la animación de los días anteriores. Se fue paralizando el trabajo en las minas. Se cerraron varias, y otras, en las que los trabajadores se contaban antes por miles, apenas tenían ahora una veintena de hombres.

Son pocos los obreros que logran trabajar en San Julián de Musques. La mayor parte de ellos marcharon fuera,
 dejando sus hogares. He aquí un grupo de los que aún quedan en d pueblo, a la hora de la
comida, en un intervalo de la diaria labor.

   Dejó de ser tranquilo el ritmo de la vida en San Julián de Musques. Día a día, la necesidad apretaba más su cerco al pueblo que había entregado todo su esfuerzo y toda su riqueza a Vizcaya. La tierra, por los trabajos de minería en ella hechos, habla quedado estéril para toda clase de cultivo. No quedaba el recurso de la agricultura, de obtener de la tierra los frutos que pudiesen ayudar a la vida diaria.

   Agotadas todas las posibilidades de trabajo, casi imposible ya la vida, los hombres empezaron a marchar del pueblo. Iban a la capital o a otros pueblos, tras lo que en el suyo no hallaban: trabajo, pan de los suyos. Quedaban desiertas las calles de San Julián de Musques. En los hogares era ya una realidad palpitante y viva la miseria. Ropas y muebles iban siendo empeñados, y lo más necesario de los pobres ajuares marchaba de ellos para ser convertido en un pedazo de pan. Casi todo el pueblo estaba ya bajo el signo dramático del hambre.

Tienen un aspecto de desolación estas perspectivas actuales del pueblo ayer feliz y hoy caído en la más dramática miseria.  Ved, arriba, un aspecto parcial de la mina “El Hoyo”, en la que todavía trabajan muy pocos obreros. 

   Apenas quedaron en San Julián de Musques más que mujeres. Mujeres que remendaban una y otra vez las pobres ropas destrozadas y envejecidas, que eran lo único que había quedado en el bogar acosado por la miseria. Mujeres y chiquillos, en esa lenta agonía de las horas cada vez más obscuras, del pan que falta, de los días que se marchan sin huella de esperanza.

   El paisaje-sinfonía de verdes y de grises era el mismo de hace unos años, y, sin embargo, tenía ahora un tinte inédito de pesadumbre, como si la necesidad de aquellos hombres y aquellas mujeres se hubiese materializado en sombras, en nubes nuevas sobre la tierra del pueblo. El espectáculo de San Julián de Musques -pueblo empobrecido, vida miserable, calles desiertas- habló al corazón de los que podían atenuar ese estado de cosas. Surgió una suscripción para que aquella miseria no abocase a una situación trágica. Inició este movimiento de atención la Radio Emisora Bilbaína. La apremiante llamada tuvo bien pronto ecos generosos. El conocimiento de aquellas estampas de angustia que formaban ahora la vida en San Julián de Musques impresionó hondamente el ánimo de todos. La suscripción crecía rápidamente. ¿Dinero? Hacía falta el de todos: el de los poderosos y el de los humildes. Y así, aquéllos contribuyeron con cantidades de importancia, y éstos, con cifras modestas, como, por ejemplo, la de cincuenta céntimos. Otros dieron ropas, prendas de abrigo. Algunos, comestibles. Un comerciante, por ejemplo, envió con destino a. los necesitados de San Julián de Musques media tonelada de patatas. Casi todo Bilbao se puso al servicio de este movimiento generoso.

Las calles desiertas del pueblo; la mayor parte de los hombres ha marchado hacia la capital, hacia otros pueblos,
en busca del trabajo que falta en San Julián.

   Ya, al menos durante una temporada, y mientras llegan soluciones de mayor permanencia, no será una áspera realidad la pasada miseria en San Julián de Musques. Los pobres chiquillos ateridos tendrán  ropas con que cubrirse, y en los hogares no faltará lo más necesario. Si no su perdida alegría, el pueblo recobrará algo de aquella vida suya sin el acoso de la miseria.

La caridad bilbaína ha acudido en remedio de la miseria del pueblo. He aquí una parte de los objetos enviados - ropas, comestibles ...  - para los pobres hogares de San Julián de Musques.

   No faltará el pan, y mientras la tragedia se aleja del pueblo, podrá darse paso a la esperanza de que un día vuelva el trabajo a cantar en las minas, y los hombres puedan vivir en San Julián sin ir a buscar lejos el pan de los suyos. Otra vez las entrañas de la tierra, merced al esfuerzo del hombre, tomarán a ser fecundas. El pueblo tendrá de nuevo su antiguo ritmo plácido y feliz. Todos, mientras eso llega, ponen su fe en que algún día pueda ser sólo fina pesadilla lejana esta miseria dolorosa que ahora, hasta que llegó el humano gesto de unos hombres de buena voluntad, hizo dramática la vida en el pueblo que fue un día feliz.

En esta mina, el trabajo quedó paralizado totalmente. Lo que un día fue manantial de riqueza, es hoy fuente exhausta,
 tierra infecunda para toda otra labor que pudiera convertirse en pan.

Publicado el 18 de Abril de 1934 por J. Montero Alonso

En Mundo Gráfico.




miércoles, 7 de noviembre de 2018

Una admirable institución que actúa en Vizcaya.- 1926


Una admirable institución que actúa en Vizcaya.- 1926


   Aún no se han cumplido los cinco años de vida de la Caja de Ahorros Vizcaína, y aparece esta Institución como una de las más prestigiosas de España; y es que por su organización y sus obras ha llegado al máximo prestigio, siendo un ejemplo vivo de lo que representan estas grandes organizaciones que viven del ahorro popular, cuando aplican sus recursos a iniciativas de alta significación social.

Interior de la Escuela de Pando (Carranza), durante la clase.
   La Caja de Ahorros Vizcaína es una fecunda iniciativa de la Diputación, que se creyó obligada a fundar esta Institución para que realizase en el Señorío una labor intensa, fomentadora de la previsión en todas sus modalidades, recogiendo de las clases populares sus economías para devolverlas en obras e instituciones de interés colectivo.

   La Caja fue dotada de un capital fundacional de tres millones de pesetas, y la Diputación, al colocarla bajo su patronato, la distinguió con su garantía.

Escuelas de la barriada de las Muñecas Altas (Sopuerta).
    ¿Es de extrañar que en estas condiciones la Caja de Ahorros Vizcaína se haya consolidado rápidamente, adquiriendo un desarrollo que los espíritus más optimistas no pudieron  presagiar? Y es que esta Caja llevó a todos los pueblos de Vizcaya el germen de su obra, dejando sentir la influencia de su acción provechosa. Es que, como organismo popular, llega a la entraña del pueblo, y hoy son todas las clases sociales las que la admiran y la prestan su ayuda, porque es una Institución de máxima solvencia, que va dejando sello de su misión bienhechora en sus múltiples intervenciones.

   El saldo de imponentes en fin de año ha de pasar de los 40 millones de pesetas. Basta esta cifra
Para testimoniar la plena confianza que el pueblo vizcaíno deposita en su Caja provincial.

   Su popularidad extraordinaria queda reflejada en los siguientes datos, que revelan el número de libretas y cuentas abiertas.

Libretas generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .      42.102
           ordinarias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .      20.415
           de Ahorro Forzoso . . . . . . . . . . . . . . . . . . .          883
           de Mutualidad infantil   . . . . . . . . . . . . . . . .      22.545

Libretas de Capitalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .      12.472
           de Ahorro a la vista . . . . . . . . . . . . . . . . . .          337
           de Ahorro a mayores plazos . . . . . . . . . . . .        3.249
Cuentas de patronos que practican el Retiro Obrero
   En el grupo de Previsión . . . . . . . . . . . . . . . . . . .        3.045
Cuentas de obreros afiliados en el Retiro Obrero en
El grupo de Previsión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .    123.516


Escuela de la barriada de Bernagoitia (Amorebieta).
   Pero donde destaca la obra de la Caja de Ahorros Vizcaína es en su acción social, en sus inversiones, sometida siempre a normas de plena solvencia, cumplidoras de nobilísimas finalidades. Y entre todas estas inversiones culmina el proteccionismo que la Caja presta a la solución del problema de la vivienda, otorgando préstamos a las Sociedades Cooperativas de Casas Baratas. Esta simpática modalidad es fomentada por la Caja del modo más provechoso.

   Once Sociedades Cooperativas que han edificado cerca de 600 casas familiares para que sean propiedad de sus socios, han recibido los préstamos de la Caja.

   Y esta acción se complementa con el Secretariado social, Oficina para tramitar los expedientes de las entidades constructoras en el Ministerio de Trabajo, a fin de hacer partícipes a los cooperativistas de los auxilios del Estado. Esta acción de la Caja de Ahorros Vizcaína ha marcado una orientación tan plausible, que no sólo ha sido colmada de elogios, sino que tiene hoy imitadores en otras instituciones que siguen su camino.

   La Caja de Ahorros Vizcaína ha hecho felices a centenares de familias de trabajadores, a las que ha redimido de una vida insalubre y de una renta excesiva, colocándolas en su hogar sano y barato, con la esperanza de convertirlo en propio.

   Esta labor se extiende al caserío vasco, otorgando préstamos a sus arrendatarios para convertirlos en propietarios.


Barriada de casas baratas, construidas por la Sociedad Cooperativa El Hogar Futuro, en Baracaldo, con préstamos de la Caja de Ahorros Vizcaína.
   Contribuye la Caja al desarrollo de la admirable iniciativa de la Excelentísima Diputación de Vizcaya, concretada con sus escuelas de barriada. La Caja ha concedido préstamos a los Ayuntamientos para levantar sus escuelas, y son ya treinta de éstas las que hoy cobijan a unos centenares de niños, que estaban condenados a ser víctimas del analfabetismo.

   La Caja, atenta siempre a las aspiraciones colectivas, ha otorgado préstamos a catorce Ayuntamientos de Vizcaya, a un tipo de interés reducido, para acometer sus obras públicas.

   La Caja de Ahorros Vizcaína, que mereció ser distinguida con el título de similar y colaboradora del Instituto Nacional de Previsión, aplica en el Señorío los seguros sociales, y aquí su obra se distingue de tal manera que bien podemos afirmar que en parte alguna se cumplió la ley de los Retiros Obreros más rápidamente, sin encontrar resistencia ni oposiciones sistemáticas.

   Asciende a ocho millones de pesetas la cantidad recaudada por las cotizaciones patronales, y Vizcaya ofrece el ejemplo admirable de no haber sido llevado un solo patrono a los Tribunales por incumplimiento de la Ley.

    La Caja, con sus veintiséis sucursales ya establecidas, sus cinco en preparación y otras tantas en proyecto, encomendada al benemérito Cuerpo de Miñones, de tan arraigados prestigios, lleva su acción a todos los pueblos vizcaínos y va intensificando su propaganda hacia la práctica de la previsión.

   Son ya cerca de tres mil los obreros que voluntariamente cotizan en el Retiro Obrero, y ascienden a 328 las Mutualidades Escolares que funcionan en plena actividad, practicando el seguro total y el socorro de enfermedad y de fallecimiento entre los miles de niños, que comienzan en los años tiernos de su vida a participar de estas funciones sociales, educando su voluntad para encauzarla hacia formas más amplias y perfectas de la previsión.

Grupo de ancianos a los que concedidos pensiones vitalicias a
 la Caja de Ahorros Vizcaína.
   Para los ancianos desvalidos, aquellos que han agotado sus energías trabajando, tiene la Caja de Ahorros Vizcaína, organizada con carácter permanente, su obra del Homenaje a la Vejez. Ella va concediendo pensiones vitalicias de una y dos pesetas a los más ancianos de Vizcaya necesitados, y todos los años, en fecha memorable, les rinde el tributo de admiración y de cariño que le es merecido. Asciende hoy a 136 las pensiones concedidas, y ha de laborar sin descanso para que no quede en Vizcaya un solo viejo sin que hasta él deje de llegar el auxilio de esta Institución.

   La sindicación agraria encontró en la Caja la necesaria ayuda; toda iniciativa de protección y asistencia social es acogida con singular afecto y se la ofrenda la protección debida; los pescadores ha merecido eficaces auxilios, y en los momentos más tristes y agobiados para esta abnegada clase, allí ha estado la Caja de Ahorros Vizcaína, llegando a sufragar los gastos de Socorro a los ancianos, al haberse agotado los recursos sociales de las Cofradías.

   Como amplias iniciativas, estudia la aplicación del seguro forestal para salvaguardar esa fuente de riqueza que especialmente la Diputación va formando en los montes devastados; fomenta la obra de los Cotos Sociales de Previsión, y no tardará en laborar por la creación de las pequeñas industrias afectas al caserío, que pueden elevar considerablemente la situación económica de la familia que lo ocupa.

Caserío adquirido en propiedad por su inquilino con préstamos de
 la Caja de Ahorros Vizcaína.
   La Caja de Ahorros Vizcaína sigue su marcha progresiva, en proporciones que no tienen precedente. Y es que el pueblo vizcaíno ve en ella su Institución y se complace de que sus beneficios, después de consolidadas las previsoras reservas, vuelvan al pueblo convertidas en obras sociales, en cooperaciones valiosas a servicios públicos, en auxilios importantes a todo aquello que va dedicado al aumento de la riqueza del país y al mejoramiento de las clases populares.

   Nuestras columnas, abiertas siempre a toda iniciativa noble y dispuesta a rendir tributo de admiración hacia las Instituciones que son honra de España, aparecen hoy consagradas a la Caja de Ahorros Vizcaína, que presentamos como modelo, en su organización y en su actuación. El ahorro no es depósito muerto de valores. El ahorro, que representa orden y disciplina en la vida, ha de ser engendrador de riqueza y bienestar. Mas para ello se hace preciso que el caudal de sus recursos caiga en Instituciones como esta Caja a fin de que los recojan y los distribuyen, para ir sembrando nuevas fuentes de riqueza, para que intensifiquen la acción de esas grandes obras sociales de que tan necesitado está nuestro pueblo. Y así es como se cumplen y satisfacen orientaciones legítimas. ¡Qué hermoso es volver a las clases populares lo que de ellas se obtiene, para ir elevando su condición y apagando tanta miseria!

Hermosa barriada de casas baratas, de la Sociedad Cooperativa La Tribu Moderna, edificada en Baracaldo con préstamos de la Caja de Ahorro Vizcaína.



­ Publicado en 1926 en LA ESFERA.

Obra original perteneciente a los fondos bibliográficos de la Fundación Sancho el Sabio Fundazioa. (Vitoria-Gazteiz).