El famoso puente de Vizcaya.- 1951
Fue iniciativa del arquitecto bilbaíno D.
Alberto Palacios, el proyecto fue aprobado por el autor de la torre Eiffel y su
coste – a fines del siglo XIX -, no llegó al millón de pesetas.
Se habla mucho del Puente de Vizcaya – el
Puente colgante, como se le conoce popularmente -, se han editado innumerables
fotografías; hasta en algunas obras teatrales del género revisteril ha
aparecido como decoración de fondo la ingente mole de hierro y acero; se admira por todos este
magnífico esfuerzo de la ingeniería, pero…
Pero es lo cierto que no todos los españoles
saben el origen y la gestación de esta famosa obra de la técnica metalúrgica.
Digamos de estrada que el Puente de Vizcaya
fue el primero de sus características que se construyó en el mundo. Esto ya es
algo.
La primitiva idea se debe al ilustre
arquitecto en ingeniero bilbaíno, don Alberto Palacios. Este señor, enamorado de la ría y de Bilbao, tuvo
la iniciativa de llevar a cabo una construcción que trasladase sin rodeos de
una a otra orilla de la ría. Y de acuerdo con tal iniciativa formuló un
proyecto, que sometió a un grupo de amigos. En el proyecto consignaba un
presupuesto de 415.000 pesetas que pronto se vió que era insuficiente.
El proyecto en cuestión del señor Palacios
fue llevado a París para ser consultado el ingeniero francés Eiffel, autor de
la famosa torre. Este opinó que, en principio estaba bien, salvo algunas
fundamentales modificaciones, declarando que era necesario, cuando menos,
duplicar la cifra de coste consignada en el presupuesto.
Por indicación de Eiffel se llevó el
proyecto a su discípulo más aventajado y querido: el ingeniero Monsieur
Arnodin. A los pocos meses, Arnodin se trasladó a Bilbao para inspeccionar
sobre el terreno.
Era necesario alrededor de un millón de
pesetas, cifra poco menos que fabuloso a fines del siglo pasado. En una reunión
de ilustres figuras bilbaínas se constituyó la Sociedad Anónima “Puente de
Vizcaya”. En la misma reunión se recaudó por derrama entre los asistentes el
capital necesario. Se llegó a la cifra de 900.000 pesetas, de las qque puso de
su patrimonio particular 350.000 pesetas el prócer bilbaíno don Santos de
Letona, a quien ya se había nombrado Presidente de la Sociedad “Puente de
Vizcaya”. Y se acometió la obra, llevándose a cabo la mayor parte de la
mecanización en Talleres de Zorroza.
Como consecuencia de la guerra fraticída
española, que culminó con la victoria de nuestro Caudillo Franco, el Puente
colgante de Bilbao quedó espantosamente mutilado. Se encargó de la reconstrucción
al ingeniero de Caminos español señor Aracil, habiendo corrido la parte
mecánica a cargo de la Compañía Anónima “Basconia”, y la eléctrica, a cargo de
la Casa Eguren. Al mostrarse en principio un poco remisa la Banca local para
financiar las obras de reconstrucción, en un bello gesto de blbainismo, se
comprometió a hacerlo la por tantos títulos benemérita Caja de Ahorros
Vizcaína, Y la reconstrucción fue felizmente coronada.
Publicado en 1951 en la
revista METALURGIA Y ELECTRICIDAD.
Obra original
perteneciente a los fondos bibliográficos de la Fundación Sancho el Sabio
Fundazioa. (Vitoria-Gazteiz).
http://hdl.handle.net/10357/8521
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