miércoles, 10 de agosto de 2016

La minería de hierro en Vizcaya.- 1951

La minería de hierro en Vizcaya.- 1951


SU PASADO


   No pretendemos desarrollar, una vez más, el tema de nuestra tradicional minería, ni producir datos estadístico conocidos, pero con el fin de señalar el contraste entre el pasado y el porvenir, podemos recordar aquellas explotaciones que llegaron a producir hasta seis millones de toneladas en los últimos años del siglo anterior y primeros del presente. Realmente fue extraordinario este criadero vizcaíno, y debemos tener en cuenta para apreciar la importancia de las producciones logradas, que los medios de que entonces se disponía eran rudimentarios y la superficie del yacimiento relativamente pequeña. Pocos criaderos de mineral de hierro, en el mundo, si es que ha habido alguno, alcanzaron el valor por hectárea que llegó a pagarse en algunas minas vizcaínas; y fue precisamente este valor el que dio origen a aquella minería subdividida hasta el extremo en que, salvo algunas excepciones, cada concesión, con unas pocas pertenencias, trabajaba aisladamente con elementos propios e independientes, y frecuentemente con medios de transportes particulares. La proximidad al puerto y el alto precio de sus minerales, explican que fuese posible esta explotación aislada, porque en general el criadero, más que por la cantidad, se distinguió por la facilidad de su laboreo y, sobre todo, por la excepcional calidad de su mineral. Prescindiendo de la “vena” y el “campanil”, ya agotados, en todo el mundo siderúrgico se conocen los “rubios” de Bilbao y se aprecian por su extraordinaria facilidad de reducción y su especial comportamiento en el horno alto.

Mina en el barrio bilbaíno de La Peña.
   Después de aquellas épocas en que el Fuero de Vizcaya prohibía la salía de sus minerales, y de aquellas otras en que la producción era muy reducida, en cierto que cuando se lograron producciones fuertes, la mayor parte de los minerales se dedicaron a la exportación. Mucho se ha censurado la liberalidad con que fue entregada al extranjero esta riqueza nacional, y no cabe duda de que si contásemos hoy con aquellas existencias, podrían ser otros nuestros programas siderúrgicos, pero no podemos compartir nosotros tales censuras porque tenemos el pleno convencimiento de que, con el producto de nuestras minas, pudo ser una realidad el puerto de Bilbao, la siderurgia vizcaína, las empresas navieras y una gran parte de la industria española. Si aquel despilfarro fue el motor de arranque que puso en marcha la gran maquinaria de las actividades industriales diseminadas por toda España, sólo nos toca, por nuestra parte, dar las gracias a Dios por habernos concedido aquella riqueza, y gracias también a los hombres, que con su talento y espíritu de empresa, supieron, no solo ponerla al descubierto, sino emplearla en otras actividades que fueron el origen de nuestro desarrollo industrial.
   Desgraciadamente la decadencia del criadero, fatal e inevitable, ha provocado la baja en su producción, y de aquellas cifras de cinco y seis millones alcanzadas al comenzar este siglo, se ha pasado a las actuales con una extracción de unas 800.000 a 900.000 Tons., y con un producto de inferior calidad. Fue el año 1940 el último en que la producción (1.500.000 toneladas) excedió del millón de toneladas, y mientras no de ponga en actividad nuestras explotaciones, es difícil rebasar de nuevo esta cifra.


CONDICIONES ACTUALES DE LA MINERÍA DEL HIERRO

   Si todos los precios sufren fuertes variaciones en el transcurso del tiempo, las experimentadas en el mercado internacional del mineral de hierro, son sin duda unas de las más típicas. Desde hace ya muchos años se distinguen por su regularidad estas oscilaciones periódicas; con momentos de alza que se suceden cada 11 o 12 años y periodos de depresión, tan intensos, que obligan con frecuencia a la paralización total de aquellas explotaciones que, por la calidad de sus minerales y su elevado costo de extracción, unidos a la falta de reservas en la empresa explotadora, no se pueden soportar la prolongada crisis. Y es curioso analizar el gráfico de los precios de exportación en los últimos 60 años; su periodicidad constante, sus alzas de corta duración y la base mucho más amplia de los años críticos.

   Con estos antecedentes, todas las empresas saben perfectamente que es indispensable aprovechar los años de elevado precio de venta, para reforzar su tesorería y amortizar en fuerte proporción sus instalaciones. Cuando, por las circunstancias que fueses, esta condición no se cumple, el peligro de la paralización en la próxima crisis es inminente.

   El final de nuestra guerra de liberación coincidió con alza de 1939, pero más tarde, y siguiendo las vicisitudes de la guerra europea, se produjo la correspondiente crisis, agravada en nuestra patria por las condiciones en que se desarrollaba su economía. Tales circunstancias determinaron una vida verdaderamente difícil, durante aquellos años, para la industria minera de toda España y, como es natural, no escaparon las de Vizcaya de aquellas dificultades.

   La crisis pude ser resuelta, gracias a la concesión de una “cuenta combinada”, administrada por la “Comisión distribuidora del mineral de hierro”, y que permite mejorar el cambio correspondiente a estas exportaciones, concediendo a los mineros compensaciones que pueden cubrir el creciente costo de explotación y dedicar alguna pequeña cantidad a sus amortizaciones. Si, como consecuencia de la situación internacional, el mercado se mantiene en alza, no se debe perder de vista las consideraciones antes expuestas, para permitir a las empresas reforzar su economía aprovechando la favorable coyuntura presente.

   No siempre las ventajas que reporta la “cuenta combinada” son suficientes para explotar económicamente algunos yacimientos que, principalmente por el precio de transporte a puerto, a través de la RENFE, tienen un costo total para sus minerales que rebasa el precio de venta. En estos casos sólo cabe, o bien, si esto no es posible, el apoyo directo del Estado. Y a nuestro juicio, cualquier solución es beneficiosa para la economía nacional, ya que permitiría convertir en valor real una riqueza que hoy sólo existe en potencia.



Plano inclinado de las Sociedad Franco-Belga
CARACTERÍSTICAS DE LOS MINERALES ESPAÑOLES

   La “Comisión distribuidora” además de administrar la Cuenta combinada a los efectos compensatorios ya citados, cumple con la función primordial de garantizar el conveniente suministro de minerales a la siderurgia nacional, compaginando en lo posible las peticiones de cada fábrica con las disponibilidades de las calidades solicitadas. El interés nacional exige, como es lógico, producir la máxima cantidad de lingote con una determinada cantidad de carbón disponible; es decir, obtener el mayor rendimiento de los hornos altos, lo cual conduce al empleo de los minerales más ricos o más fácilmente reducibles.

   La tarea es difícil, y no por falta de minerales precisamente, puesto que hay un exceso que se dedica a la exportación; la dificultad estriba en la escasez de aquellas calidades que mejor se acomodan a la condición pedida, sea por su ley en hierro, o sea, en fin, por su comportamiento en el horno alto. Los minerales más solicitados y que mejor reúnen estas características, son los de la “Compañía Española de Minas del Rif” y los “rubios” de Vizcaya; pero, aunque por causas diferentes, ninguna de estas calidades se logra en cantidad suficiente para satisfacer las demandas siderúrgicas.

   Es preciso pues, entregar al consumo nacional minerales de otras procedencias, y que sólo pueden emplearse en determinada proporción para la carga del horno alto. Unos, como los de Sierra Menera y los de Granada son blandos y pulverulentos; otros, como los procedentes de la cuenca de Asturias y Galicia, son extremadamente duros, compactos y poco permeables, y, por último, los carbonatos calcinados de Vizcaya contienen excesiva cantidad de azufre, y son también blandos con elevada proporción de polvo.

   No podemos entrar en el análisis detallado de estas características, pero si diremos, aunque sólo sea de pasada, que, por el momento, el remedio más eficaz contra estos males es el de aglomeración o “sintering”, y que a aplicarlo tienden las grandes empresas siderúrgicas. “Altos Hornos de Vizcaya” que contaba con una planta en Sagunto, tiene ya en construcción adelantada, una instalación importante en Sestao. Cuando el “sinterin” pueda producirse en cantidad suficiente, los minerales defectuosos será problema de fácil solución el abastecimiento de esta primera materia a la siderúrgia nacional, aunque ella consuma, como es de esperar, cantidades muy superiores a las que hoy necesita.

   Otra procedencia interesante de mineral de hierro es la utilización de las cenizas de tostación de las piritas que se consumen en España. Esto exige instalaciones para la recuperación del cobre y otros metales; eliminación de elementos nocivos y aglomeraciones del residuo pulverulento. Es un tema de gran interés que se estudia en estos momentos,, y confiamos en que la solución del problema sea pronto una realidad.

   Hemos dicho que los “rubios” son, y han sido siempre, los minerales más solicitados por nuestra siderurgia; como su producción es insuficiente y sus reservas escasas, quedó prohibida desde años su exportación, dando lugar esta medida restrictiva a numerosos escritos de reclamación por parte de las empresas productoras, ya que, a su juicio, la restricción no ha sido debidamente compensada. Si el interés nacional justifica plenamente que esta riqueza minera quede reservada a las necesidades del mercado interior, parece lógico que tal medida viniese acompañada de una ordenación de las explotaciones y que los precios de tasa sean equivalentes a los que perciban los exportadores. Porque hoy se da el caso de que minerales de alto valor pero que no pueden ser exportados, alcanzan menor precio que el logrado en el exterior por otros de inferior calidad.

ESTUDIO Y RECONOCIMIENTO DEL CRIADERO

   El progresivo agotamiento de las minas vizcaínas u la falta de datos concretos sobre sus probables reservas, son temas que vienen preocupando desde hace muchos años a productores y consumidores y, en general, a todos cuantos se interesan por estas cuestiones. Se publicaron diversos trabajos por los técnicos más destacados, pero sólo podían éstos apoyarse en datos aislados de cada una e las empresas, faltando el estudio de conjunto y sobre todo el reconocimiento que pueda completarlo. Y si entidades oficiales y particulares quisieron organizar este estudio de carácter general, sus intentos fueron estériles, por causas diversas, hasta el Instituto del Hierro Acero, en el momento de su constitución, decidió acometer esta empresa poniéndose de acuerdo para ello con la Dirección General de Minas y Combustibles.

   Se nombró una Comisión Técnica; se publicó el estudio geológico de la región y se procedió más tarde al estudio en detalle de cada zona. Sobre estas bases teóricas se fija la situación más conveniente de los sondeos, y el Instituto del Hierro realiza el trabajo de reconocimiento facilitando los datos reales que han de servir para la revisión del estudio teórico y la apreciación de las probables reservas minerales.

   El primer trabajo ultimado y publicado, se refiere al extremo Sur del criadero, llamado “Zona de Bilbao”, porque en este término municipal están enclavadas las minas más importantes. Se ha comenzado también el reconocimiento de la llamada “Zona de Rodovalle”, entre Gallarta y el mar, donde trabajan dos equipos de sondeo, y quedan para un estudio posterior la zona de Galdames, la de Sopuerta y la limítrofe con la provincia de Santander.

   Una vez reunidos los trabajos e cada una de las zonas, podrán ser recopilados en un estudio final e incluso cabe entonces revisar algún trabajo de detalle y practicar nuevos reconocimientos que aclaren los puntos dudosos.

   Sería aventurado adelantar cifras sobre los resultados más o menos probables de esta investigación, pero debemos salir al paso de esos artículos pesimistas que de vez en cuando se publican sobre la minería de Vizcaya. Una cosa es que las reservas de rubios sean escasas y que las cifras de la producción no alcancen al millón de toneladas, y otra cosa muy distinta, el pasar por alto las reservas de carbonato sin considerar las posibilidades de esta explotación.

   Lo que si creemos con firmeza es que el reconocimiento que se está practicando sólo puede descubrir nuevas masas de carbonatos, y que es sumamente difícil que se puedan poner en valor cantidades apreciables de rubios, porque estos minerales, producto de la oxidación natural del carbonato, solo puede encontrarse en las partes altas del criadero, y en estas zonas bien reconocidas y explotadas, caben pocas sorpresas.

   Sujeta siempre a la oportuna rectificación, se viene dando, como reserva probable, la cifra de 70 millones de toneladas, de las cuales un 20 por 100, aproximadamente, corresponde a los óxidos, o rubios, y el 80 por 100 a los carbonatos calcinados. Y, aunque no pretendemos prejuzgar el resultado final del reconocimiento, conviene señalar este cálculo actual de las reservas, para fijar ieas y para apoyarnos en una hipótesis al tratar el futuro de la minería. 

   Con estas reservas y los 230 millones ya explotados hasta ahora, el criadero habrá contenido un total de 300 millones, cantidad muy inferior a la calculada para otros yacimientos importantes del mundo, pero, repetimos, que si el cubo total no es muy considerable, la calidad de los minerales y su posición geográfica, han compensado largamente la falta de cantidad y ha hecho célebre en el mundo siderúrgico al criadero de Vizcaya.


LAS EXPLOTACIONES ACTUALES

   Las reservas de rubios están extendidas a lo largo del criadero, pero las más importantes pueden agruparse en cuatro zonas:
Primera. Zona Sur.- Minas: Abandonada, San Luis, Morro, etc.
Segunda. Zona de Somorrostro.- Minas de la Orconera y otras.
Tercera. Zona de Sopuerta.- Mina Sorpresa, etc.
Cuarta. Zona de Santander.- Dicido y Setares.

   Fuera de estos grupos quedan pequeñas explotaciones de muy escasa producción y vida efímera.

   De las minas citadas, solamente “Dicido” arranca rubios en labores subterráneas con serias dificultades técnicas, por el estado en que se encuentra la masa a causa de los trabajos antiguos, y aunque estas dificultades limitan la producción, las reservas de esta mina son de gran importancia dentro del total calculado.

   El resto de los rubios se arranca a cielo abierto y, dado lo avanzado de la explotación, los montes estériles recargan considerablemente el costo. Es éste otro punto sobre el cual se debe llamar la atención, porque en las épocas en que el margen de beneficio es muy escaso o nulo, es obligado desmontar menor proporción de estéril y, por el contrario, en los momentos favorables el desescombro se debe intensificar fuertemente para equilibrar la explotación. Otra razón, y razón poderosa,  a favor de la necesidad de reforzar la economía de las empresas en los periodos de alza en el mercado.

   Fuera de estas consideraciones, no existen problemas importantes para estas minas. A través de la cuenta combinada se les viene facilitando los elementos de trabajo que precisan, pero en general sus instalaciones están completas y no tienen otras dificultades serias que la acentuada falta e mano de obra. El ritmo actual de la producción de rubios, unas 450 a 500.000 toneladas anuales, podrá mantenerse durante unos años, y las explotaciones pueden ser consideradas como una continuidad de la grandeza pasada.
   En análogas condiciones se produce una cantidad similar de carbonato. Una pequeña proporción en labores subterráneas y el resto a cielo abierto con idénticas características a las ya señaladas, con instalaciones existentes y con elementos de trabajo que facilita la “Comisión Distribuidora”.

   Todo ello, repetimos, es una continuación muy disminuida del pasado, porque apenas existen nuevas empresas y porque las antiguas, explotan minas con marcada tendencia al agotamiento. En estas condiciones la producción acentuará aun más su descenso y es preciso iniciar sin demora la puesta en explotación de las masas en reserva. 


EL FUTURO DE LAS EXPLOTACIONES

   Hemos dicho anteriormente que las favorables condiciones del laboreo antiguo y el alto valor de sus productos, permitieron aquellas especiales características de propiedades y explotaciones aisladas, a pesar de que la naturaleza parecía haberlas dispuesto para ser tratadas, lógicamente, como un conjunto.

   El problema cambia fundamentalmente al considerar la futura explotación de las masas de carbonato. Masas profundas, con labores subterráneas; con fuerte desagüe; con la máxima mecanización posible para alcanzar un alto rendimiento de la mano de obra; con pozos de extracción y nuevos elementos de transporte; con instalaciones para la calcinación y maniobra de los minerales, y con todos los elementos auxiliares indispensables.

   Con la sola enumeración de tales condiciones, podemos darnos cuenta de la organización que requiere una explotación de esta naturaleza y el volumen del capital a invertir. Solo concebimos así, con empresas poderosas, con los mejores elementos de trabajo y con una explotación extensa, bien estudiada técnicamente, la posibilidad económica de arrancar y beneficiar el carbonato. No pueden subsistir en el futuro las minas aisladas de pequeña extensión, y sería absurdo multiplicar inútilmente instalaciones tan valiosas como los pozos de extracción y los medios de transporte. Seguramente que explotadores y concesionarios de las minas, se pondrán de acuerdo para fundar estas fuertes organizaciones, pero si así no fuera, en algún caso, tendrían que ser aplicadas las disposiciones de la nueva Ley de Minas, sobre la formación de Cotos Mineros.

   Todo ello supone un cambio radical en la tradicional minería vizcaína, única de abolengo en este país. Cambio en los métodos de laboreo; cambio en el concepto de la explotación misma, y cambio, probable, en las acostumbradas condiciones de arrendamiento.

   Si éstas son las características generales que deben reunir las futuras explotaciones cabe describir, aunque sea someramente, las condiciones del laboreo y las del tratamiento del mineral.

   El laboreo presenta algunas dificultades que se derivan de dos causas principales; la intrusión de calizas estériles dentro de la masa mineralizada y la naturaleza de la superficie. La primera causa altera la marcha normal de las labores porque la materia a arrancar queda interrumpida por estas masas de caliza cuyos límites irregulares son muy difíciles de precisar, y ello, además de eliminar algún posible método de laboreo, obliga a extraer una sensible proporción estéril, cuyo valor es muy bajo y no siempre puede tener aplicación. La limitación impuesta por la naturaleza de la superficie, también influye poderosamente en el costo, porque el alto valor de los terrenos con los edificios y carreteras existentes hacen indispensable conservar intacta tal superficie sin que llegue a afectarla la explotación. Se eliminan así algunos métodos económicos de laboreo y será preciso abandonar “in situ” cantidades de cierta importancia.

   Por otra parte la pérdida de peso en la calcinación (28 a 30%) y el obligado arranque de las calizas, elevan a 1.700 o 1.800 Kgs. La cantidad total a extraer por cada tonelada de mineral útil. Todo ello y el desagüe que probablemente alcanzará cifras de importancia, encarecen el costo de un producto que requiere después, un tratamiento especial para su beneficio, pues el carbonato crudo sólo puede emplearse en la carga del horno alto en muy pequeñas proporciones.

   Sin extendernos demasiado en un tema que se presta a muchas variantes y cuyo desarrollo sería impropio de este lugar, diremos que la calcinación se realiza actualmente en hornos de cuba, con o sin ventilación forzada y con dispositivos diversos de maniobra para la carga y descarga del mineral, añadiendo que el tipo del horno ha cambiado muy poco en estos últimos años y que tal vez se haya pecado por dedicar poco esfuerzo al estudio de un proceso cuyo costo es hoy considerable, comparado con el precio del producto. Era una práctica corriente verter en el horno el mineral tal como sale de la mina, tanto el menudo como los trozos gruesos, y es evidente que la marcha del horno tiene que resentirse de tal sistema, porque la ventilación y el descenso de la carga son muy irregulares, y porque además el tiempo en que la calcinación se realiza no es el mismo para un trozo grueso que para uno menudo.

   Algunas empresas han iniciado ya la instalación de una planta de quebrantado antes de la carga del horno y, a nuestro juicio, esta instalación es indispensable. Por una parte, la uniformidad del tamaño, entre límites que determine la experiencia, mejorará considerablemente la calcinación, y por otra, el poder partir con potentes quebrantadoras los tamaños mas gruesos que puedan cargarse en la mina con medios mecánicos, introducirá una sensible economía en el arranque. Pero nosotros añadiríamos a esta planta un cribado para eliminar los menudos que perturban la marcha del horno y frecuentemente descienden rápidamente por los intersticios del grueso sin la debida calcinación.

   Comprendemos perfectamente que entre la aplicación de los medios mecánicos de cargue y quebrantado del grueso, la proporción de menudos puede alcanzar proporciones elevadas, pero  ello sólo implica la necesidad de considerar con mayor atención el problema. La solución más lógica parece ser la de llevar toos estos menudos, con o sin molienda previa, a la planta de “sintering”, con las mezclas que la experiencia aconseje y por muy grave que sea el inconveniente de que la pérdida de peso por la calcinación simultánea, disminuye la capacidad de la planta.

   El carbonato procedente de la calcinación en horno de cuba es un mineral azufroso y blando, que también produce menudos en proporción considerable, y cuya aplicación en el horno alto queda siempre limitada. También aquí caben opiniones distintas que pueden dar lugar a prácticas diferentes, pero en realidad sólo un estudio económico concienzudo, basado en numerosos ensayos, podría decidir sobre la posibilidad y eficacia de someter al “sintering” la totalidad del carbonato crudo, prescindiendo de los hornos de calcinación. Contra en grave defecto ya señalado de disminuir la capacidad de la planta de “sintering”, tendríamos la ventaja de obtener un producto mejor desulfurado, más duro, y que podría entrar en la carga del horno alto en una proporción mucho mayor que el calcinado actual. Si hoy día estos factores no compensan el inconveniente apuntado, el día de mañana, al disminuir la producción de rubios y aumentar las necesidades totales de minerales, tal vez se imponga la ventaja de utilizar en mayor proporción en carbonato sinterizado. Por esto seríamos partidarios de iniciar ese estudio comparativo de las diversas soluciones con ensayos de tipo industrial.

Vista frontal de la mina “Cesar”.
***
   La Obsesión por acortar esta nota, nos ha llevado a redactarla en una forma tan esquemática, que mejor parece un índice de materias que un ligero trabajo sobre minería del hierro; con la triste consecuencia de que su lectura no puede ser más plúmbea. Perdón por este cambio de substancia, y perdón, sobre todo, al paciente lector que ha podido llegar al final.


Publicado por Ricardo de Gortazar en 1951 en METALÚRGIA Y ELECTRICIDAD.

Obra original perteneciente a los fondos bibliográficos de la Fundación Sancho el Sabio Fundazioa. (Vitoria-Gazteiz).




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