jueves, 20 de agosto de 2015

El problema de las relaciones del Puerto de Bilbao con América.- 1916

El problema de las relaciones del Puerto de Bilbao con América.- 1916

Velero subiendo la ría de Bilbao.
   No hay emporio marítimo en Europa que no cuide, con amor, de su intercambio mercantil allende el Atlántico; sin hablar de Londres, Amberes, Hamburgo, Liverpool, sostenedores de un enorme tráfico americano, los puertos de segunda categoría, El Havre, Burdeos, Marsella, Génova, Trieste, entre otros, cultivan un intenso comercio de ese linaje, base fundamental de su vida económica.

   Nada hacía presagiar el año 1300 -cuando otros centros marítimos de la Península extendían su tráfico por todos los puertos conocidos- que la Villa, en esa fecha fundada por D. Diego López de Haro, iba a eclipsar, pocos siglos después, en volumen de comercio marítimo, a todos los puertos de Iberia.

   Ya desde sus comienzos mostró Bilbao su espíritu expansivo. El ambiente que le rodeaba no era para otra cosa. Por toda la costa cantábrica resonaba, desde tiempo inmemorial, el martilleo de los constructores de naves, y a partir de remotas edades, ora mediante la pesca de la ballena, ora en trajinación de mercaderías, habían, los barcos de Vizcaya y de Guipúzcoa, extendido sus relaciones hasta el Norte de Europa, donde la depurada civilización de los Países Bajos irradiaba comercio, industria y mentalidad, particularmente desde aquellas ciudades, relicarios de arte, que se llamaban Iprés, Giante, Brujas, Amberes.

   Así llega la villa a la plenitud de su primer periodo, y deseosa de consagrar su poder económico, solicita y obtiene Carla Real, que el 22 de Junio de 1511, desde Sevilla, da existencia a la Casa de Contratac¡ón juzgado de los hombres de negocios de mar y tierra Universidad de Bilbao.

   Y como en Vizcaya, dominando la embocadura del Nervión, se hallaba aquel collado que, cerca de dos mil años antes, llamara Plinio Monte Maravilloso, como existían, en otros lugares del Señorío, masas considerables de minas ferruginosas, tocó a nuestra región tomar parte activísima en la edificación de la Europa moderna, esa Europa que ha vuelto a crear el Nuevo Hemisferio, haciéndole colosalmente productivo, al conjuro del carril de acero y de la locomotora.

   Por ese camino llegaba la bonanza al Señorío, donde 220 millones de toneladas de menas ferruginosas, de clase superior, aguardaban en 1870 el “fiat lux”. Así, entre 1875 y 1900, arrojaban sus montanas 100 millones de toneladas de esos ricos minerales, de los que recibía el extranjero 90 millones, y consumían las factorías locales 10 millones, produciendo éstas anualmente, 300.000 toneladas de metal.

   Y en medio de esa fiebre de crecimiento, bajo la previsora iniciativa de sus mejores hombres, la sabia dirección técnica del ingeniero don Evaristo de Churruca, hoy conde de Motrico, y por el concurso material, principalmente, de los elementos mineros y de navegación, se perfecciona el defectuosísimo antiguo centro marítimo y se construye el magnífico puerto exterior, que liga directamente a Bilbao con América.

   La humildísima puebla, nacida con la aurora del siglo XIV, villa de poco más de 6.000 habitantes en los mejores días de ese período y de la siguiente centuria; limitada a 8.000 habitantes al comenzar el siglo XIX, mientras Vizcaya sólo contaba con 100.000 habitantes, sufre su gran metamorfosis entre 1875 y 1900, reanudando, en este último año, su comercio directo con las tierras de Ultramar, suspendido, o rebajado a insignificante cifra, por el monopolio de Inglaterra y las malísimas condiciones para la moderna navegación interoceánica del antiguo puerto de Bilbao. Al expirar el siglo registra Vizcaya cerca de 350.000 habitantes, de los cuales 200.000 entre la capital y el puerto exterior.

   Camina, a partir de esa hora, la villa de Don Diego por nuevos derroteros. La exportación de minerales, la fabricación del acero para el consumo nacional, casi exclusivamente, no son sus elementos únicos de vida; y además, si la fabricación del metal se sostiene, el rendimiento de las minas disminuye rápidamente. Ha recomenzado, en cambio, y crece, su tráfico ibero-americano, el cual pasa de 13.517 toneladas, con un valor de 8.002.078 pesetas en 1900, a 65.523 y 27.883.169, respectivamente en 1913, resultando un embarque total, durante ese período, de 553.952 toneladas, con un valor de 311.341.076 pesetas, de cuyas cifras 304.907 toneladas y 109.614.2S7 pesetas corresponden al movimiento fluvial, y 301.907 y 109.614.287 al puerto exterior.

El puente de Vizcaya en la desembocadura de la ría de Bilbao.
   La Rioja, principalmente, productora de vinos y conservas, Vizcaya, con sus manufacturas, nutren las expediciones a Ultramar, mientras figuran en las importaciones entre otros frutos de aquellos países, el garbanzo de Méjico, de intensos arribos, años atrás, muy reducidos al estallar la revolución en aquella República.

   Funcionaban, domiciliadas en Bilbao, al iniciarse el 1º de Agosto la guerra europea, las Agencias de las siguiente Compañías: “Hamburg Amerika Linie”, “Hamburg Sud Amerika”, “Anglo Cargo Líne”, “Mala Real Inglesa”, “Pacific Steam Navigation Cº", “Trasatlántica Españolan”, “Pinillos, Izquierdo y Compañía”, “Trasatlántica Francesa” (con viajes directos, esta última a los Estados Unidos). Estas líneas y otras, han realizado un movimiento emigratorio, desde el puerto exterior, que arroja, en el curso de catorce años, 58.000 personas.

   No se ha presentado, en la existencia de Vizcaya, un problema como el que tiene hoy delante. A resolverlo, en tal forma que las generaciones futuras enaltezcan su presente acción, aplicarán, sin duda, sus clases directoras las más altas y enérgicas previsiones. En primer lugar, determinarán sus industrias siderúrgicas y la Diputación de Vizcaya el aseguramiento de las minas necesarias, a fin de que las fábricas locales dispongan de alimento para medio siglo, por lo menos. En manos extranjeras los principales núcleos, poco queda ya libre; y si fuesen construidos los proyectadas, horno alto de Castro y horno alto de la Basconia -aparte los acordados aumentos en la producción de lingote en Baracaldo y San Francisco- entonces las reservas a proveer deberán ser mayores.

   Si ha de huir Bilbao de la decadencia, tiene que transformarse en la Barcelona del Norte de España, con todo lo que esto implica de ensanche de múltiples actividades fabriles, y de expansión mercantil; entre aquellas manufacturas deben sobresalir, por razón natural, las derivadas del hierro. Bilbao, en último término, puerto, por excelencia, del Cantábrico, importador de frutos americanos, para distribuirlos por todo el Norte de la Península y por su hinterland; así como el centro de exportación a Ultramar, más activo en toda esta costa, puerto, a la vez, el más cercano a la capital del Reino, abocada, en breve plazo, a una población de más de un millón de almas.

   Pero esa nueva organización económica de Vizcaya lleva consigo un imperativo categórico; la construcción del ferrocarril directo, el del meridiano, a Madrid, que mide apenas 430 kilómetros, en lugar de los 557 comprendidos en la línea del Norte, por la gran curva de Palencia y Valladolid.

   La pavorosa conflagración que estamos presenciando oficiará de tremendo latigazo sobre la Humanidad, y la Humanidad, en cuya mente anida la ciencia, se moverá, progresará más rápidamente ahora que nunca, aplicando a su labor, en la industria y el comercio, energías máximas y los métodos técnicos más depurados. En Alemania se escribe nada menos que de la militarización económica de la comunidad, una vez firmada la paz.

   Si España entera, en este nuevo período, habrá de seguir, con bríos, esa ruta para evitar su decadencia, a Vizcaya, de suyo, le corresponde avivar, hasta el extremo posible, su propia acción, aprovechando el estado de cosas, tan singular, que la guerra origina al otro lado del Atlántico. La dilatación y el perfeccionamiento de sus organismos de enseñanza, de sus factorías, de su utillaje ferroviario y de su puerto llamarán todos sus cuidados. Así dispondrá de los elementos necesarios para extender su comercio de permuta con los Estados Unidos, y en especial con todas las Repúblicas de la América latina, deseosas de intensificar sus tratos con la vieja Metrópoli.

   Es de suponer que la Villa del célebre Consulado, la que ha construido el soberbio puerto  exterior, no se dedicará a vivir de sus rentas al fenecer sus tesoros mineros, sino que progresará sin cesar, a fuerza de laboriosidad, de ciencia y de disciplina, en esta nueva era, encarnación, ya lo estamos viendo, de heroísmos sin tasa, que preludian, creámoslo, una Humanidad futura, pletórica de avance intelectual y de prosperidad material, bajo ideales de universal justicia.

  
Publicado el 12 de Agosto de 1.916 por Julio de Lazurtegui
Presidente del Centro de la Unión Ibero-Americana de Vizcaya.

En LA ESFERA.

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