viernes, 14 de agosto de 2015

Las minas de Vizcaya.- 1916

Las minas de Vizcaya.- 1916

   Desde la Era romana es conocida la abundancia en minerales de hierro de esta provincia, que si en otros tiempos contribuyó en algo a sil prosperidad, en los últimos cincuenta años ha sido la base principalísima del espléndido desarrollo de su industria, su comercio y su riqueza.

Vista general de una mina desde Gallarta, en donde pueden apreciarse los planos inclinados, cadenas y ferrocarriles.
   Cayó ésta, en manos que supieron utilizarla, y aprovecho la ocasión para rendir tributo de admiración a hombres como los Sota, los Chávarri, Echevarrieta, Zubiría, Gandarias, Martínez Rivas, Allende, Ustara, Núñez, Leguizamon, Ocharan, Ibarra, etc., etc., que con ella una gran suma de trabajo y a menudo de abnegación, han creado multitud de industrias en la provincia y contribuido al desarrollo de otras en el resto de la Nación, después de haber transformado la peligrosa costa inmediata a Bilbao en el puerto seguramente mejor del Norte de España.

   Comprendo que se tenga cierta curiosidad por saber lo que la riqueza minera ha sido y es por conocer las fases por que ha pasado su desarrollo y en la medida de mis fuerzas y lo más sucintamente posible trataré de decírselo a los lectores de LA ESFERA.

   No cabe duda que los minerales de hierro de esta provincia han sido objeto de explotación no interrumpida desde la Era romana, por lo menos. Lo prueba así la variedad de candiles de barro, herramientas, monedas, armas, en fin, objetos de toda especie que debidamente clasificados dan a conocer que en todas épocas se ha trabajado en el arranque de mineral. Plinio cita ya en sus obras estas minas, y conocido es el dicho corriente en España; “Eso es como mandar hierro a Vizcaya”.

   El estado en que hasta hace unos cincuenta años se encontraba la metalurgia del hierro no permitía tratar todas las especias mineralógicas de este metal, lo que limitaba su extracción. En Vizcaya no se utilizaba, de las varias especies que constituyen su yacimiento, más que la conocida vulgarmente con el nombre de vena, que era la única que se fundía con relativa facilidad a las temperaturas que podían entonces alcanzarse en los hornos usados en las ferrerías, llamados ”forjas catalanas”.

   El perfeccionamiento de la máquina de vapor, que hizo posible la construcción de poderosas soplantes y el empleo del aire caliente, trajeron a la siderurgia los admirables aparatos que se llaman hornos altos y la fabricación del hierro colado (lingote de hierro), que el genial descubrimiento de Bessemer y el no menos admirable de Siemens y Martín (almacenaje y recuperación del calor) permitió transformarla por enormes cantidades en toda clase de productos, desde el hierro más dulce hasta el acero más duro. Si a esto se añade otro descubrimiento importantísimo de Thomas, que consintió el tratamiento de minerales fosforosos, no debe chocar el enorme incremento que desde esa época tomó el empleo del hierro en el mundo.

   La gran mayoría del mineral arrancado se exportaba y se sigue exportando a Inglaterra, Alemania, Bélgica y Francia, pues el consumo nacional de estas minas apenas llegará hoy a 900.000 toneladas anuales. No hubiera sido posible alcanzar una exportación tan importante sin mejorar las malísimas condiciones de la entrada de la ría de Bilbao y lo defectuoso de su cauce. Esto dio lugar a la formación de la Junta de Obras del Puerto, que, con una pequeña subvención y principalmente con la ayuda de los exportadores de mineral que voluntariamente elevaron á 0,50 pesetas por tonelada los derechos de exportación, fijados por el Estado en 0,25 pesetas, transformó el malísimo puerto de mareas que era, en el más hernioso del Norte de España, como antes he dicho, logrando al mismo tiempo que por la ría subiesen con seguridad hasta el pueblo de Bilbao, buques de hasta 7.000 toneladas; obra admirable del ingenio del insigne D. Evaristo de Churruca, conde de Motrico, y de la constancia, energía y trabajo de la citada Junta de Obras del Puerto.

  Después de esta rápida ojeada histórica, pasaré a describir geológica y físicamente el criadero de Vizcaya.

   La zona principal del yacimiento encaja dentro de un triángulo que tiene sus vértices, uno en las inmediaciones de Bilbao, otro hacia lo alto del monte Lalen, en Sopuerta, y el tercero cerca de Onton, en el límite con la provincia de Santander. Dentro de esta superficie hay cinco grupos principales, que son el de Somorrostro, el de Bilbao, el de Sopuerta, el de Onton y el de Galdames, y, además, algunos de menos interés.
   Todos estos yacimientos, y en general los de Vizcaya, arman en las calizas compactas urgoaptenses del cretáceo inferior, tienen por suelo areniscas psamitas del mismo tramo, y por techo calizas arcillosas y margas del cenomanense.

   El origen probable de la formación del mineral parece ser debido a la sustitución por carbonato de cal de las calizas compactas, del carbonato de hierro disuelto en aguas termales, produciéndose la precipitación del carbonato de hierro, que ha sido el estado primitivo en que indudablemente se presentó el yacimiento. La descomposición de este carbonato ha dado lugar a la formación de los óxidos llamados vena, campanil y rubio, quedando en tal estado de carbonato en las partes profundas donde las acciones atmosféricas han tenido difícil acceso. La sustitución de los carbonatos no ha sido completa ni en altura ni en su extensión, salvo en algunos puntos; por eso, y más notablemente en el carbonato, se encuentran frecuentemente islotes de caliza, y a veces como techo o como muro, cabidas en vez de cayuelas o psamitas, respectivamente. El instinto popular había adivinado ya este origen pues era frase corriente entre mineros: “La caliza es la madre del minera”.

   Los minerales que componen el yacimiento son: Hematites roja (vena y campanil), hematites parda (rubio) y hierro espático (carbonato).

   Todos se han presentado principalmente en la zona de Somorrostro, de gran pureza e ideales para la marcha de los hornos altos, por lo cual han sido siempre buscados con avidez por los mercados extranjeros.

   La riqueza en hierro de estos minerales es muy variable; la de los óxidos ha oscilado entre 48 y 57 por 100 en seco, habiendo llegado alguna vena a 64 por 100; los carbonatos, que pierden aproximadamente el 30 por 100 por calcinación, varían entre 51 y 64 por 100.

   La única impureza que contienen algunos es una pequeña cantidad de fósforo. Esto ocurre principalmente en la zona inmediata a Bilbao, y más marcadamente en los puntos en que el yacimiento está cortado por diques eruptivos; no pasa, sin embargo, su contenido de 50 milésimas por ciento, como término medio.

   El campanil y la vena casi han desaparecido, y el yacimiento está hoy constituido, en su inmensa mayoría, por el rubio y el carbonato.

   La explotación se puede también dividir en dos esferas, la primera, de vena únicamente, hasta el año 1877, y la segunda de la totalidad de yacimiento, a partir de esta fecha.

   El arranque de la vena se hacía sin método alguno, siguiendo su caprichosa distribución. Si en el sitio en que se extraía escaseaba la madera, se transportaba a lugares en que la abundancia de ésta permitía practicar la operación que llamaban raguado, producto que se trataba en las ferrerías situadas siempre en las márgenes de los ríos que utilizaban como fuerza motriz.

   En la segunda época, desde que comenzaron a utilizarse todas las especies mineralógicas que constituyen el yacimiento, la explotación, en su gran mayoría, se ha hecho a cielo abierto, por grandes tajos escalonados, cuya altura ha sido muy variable, la más frecuente y al mismo tiempo la más económica, alrededor de 13 metros. El arranque se hace con dinamita empleada en grandes barrenos que derrumban a veces enormes masas de mineral, que luego, con tiros más pequeños y empleando cuñas de hierro, se reduce al tamaño conveniente para la carga al vagón, tamaño que es algo mayor que el de la cabeza de un hombre.

   Cuando la disposición del mineral o la masa de estéril que lo recubre lo hace preciso, la explotación se practica con labores interiores, dejando pilares, las más de las veces de mineral, que sostengan el terreno supra yacente durante el avance de la explotación, y que en el retroceso se derrumban para aprovecharlos en lo posible.

   En cuanto á los medios de transporte, se han utilizado desde tos más primitivos hasta los más perfeccionados, desde el lomo del asno hasta hermosos ferrocarriles, tranvías aéreos y cadenas flotantes, siguiendo su desarrollo paralelamente a la intensidad de la explotación y a los recursos que iban adquiriendo los propietarios de las minas. Como hecho curioso citaré que se construyó por su inventor, Mr. Hogdson, para el transporte del mineral de la mina “Primitiva”, en las inmediaciones de Bilbao, el primer tranvía aéreo monocable.

   No es fácil saber la cantidad de mineral arrancado en los siglos anteriores al XIX, pero indudablemente debió ser muy grande, a juzgar por la cantidad de tierras removidas que acusan los escombros.

   Desde 1877 hasta fin del año 1915, se han extraído 140 millones de toneladas. ¿Cuánto queda por extraer?.  Es imposible contestar a esta pregunta, porque el mineral que aún existe en el yacimiento es en parte conocido y en parte desconocido.

   Sin que tenga la pretensión de acertar, creo que la cantidad conocida se acercará, en toda la provincia, a 80 millones de toneladas.

   En algunas partes el cuadro penetra debajo de las cayuelas, sin que haya dato para juzgar de la extensión a que alcanzará la mineralización, y en otros los accidentes geológicos han desplazado una parte del criadero, cuya riqueza y aun cuya situación, si existe, son desconocidas.

   Las labores de investigación (principalmente sondeos) que se están practicando aclararán este extremo.

   No he de terminar estas ligeras notas sin hacer algunas consideraciones que creo tienen cierta oportunidad en el momento en que escribo.

   Voy a tratar primero de fijar la suma en pesetas que la explotación de las minas ha valido a los mineros vizcaínos, a examinar después el uso que han hecho de ellas y a deducir de estas consideraciones alguna consecuencia.

   Sería un poco prolijo, y no tengo tiempo para ello, estudiar o entresacar de las distintas casas explotadoras de esta provincia los datos necesarios para fijar la cifra exacta del beneficio obtenido; pero “grosso modo” puede hacerse de la manera siguiente:

   De los 140 millones de toneladas explotadas hasta hoy, seguramente la inmensa mayoría de los beneficios producidos, por lo menos por unos 40 millones de toneladas, lo han sido para Compañías extranjeras (Orconera, Franco-Belga, Luchana Mining, Somorrostro Iron Ore, Bilbao River and Cantabrian Railway, en el principio de su explotación) y escasamente habrán dejado como canon a los propietarios vizcaínos una peseta en tonelada.

   El beneficio producido por los otros 100 millones se puede establecer fijando el costo medio de la tonelada a bordo o en las fábricas del país, y su valor también medio, y la diferencia será el beneficio obtenido en cada tonelada explotada.

Hornos de calcinación en una mina de Bilbao.
   La cifra de costo varía, como es natural, con multitud de circunstancias; pero, que yo sepa, nunca ha bajado de 4,50 a 5,00 pesetas. También rara vez habrá sido mayor de 12,00 pesetas. No creo equivocarme gran cosa en !a apreciación del costo medio fijándolo en 7,50 pesetas la tonelada todo comprendido.

   El precio de estos minerales ha variado también grandemente en estos treinta y ocho últimos años. Tengo conocimiento de uno tan bajo como el de cinco chelines, y no sé que haya excedido nunca en 16/6. El precio medio, teniendo todo en consideración, no habrá pasado de diez chelines por tonelada para toda la producción, y teniendo en cuenta las desigualdades del cambio, podemos fijarlo en 13 pesetas.

   Resulta, pues, un beneficio medio por tonelada de 5,50 pesetas. Por consiguiente, los 100 millones de toneladas han producido 550 millones de pesetas, a los que, agregados 40 millones por los minerales explotados por Compañías extranjeras, dan en cifras redondas 600 millones para los mineros vizcaínos en treinta y ocho años. No hago mención aquí de las sumas invertidas en jornales, material, impuestos, etc., que quedan todas en el país.

   ¿En qué se han ido invirtiendo esos millones a medida que ingresaban en las arcas de los mineros vizcaínos?. Podría dárseles varios destinos. Se les podría arriesgar en el juego, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones, bolsa, ruleta, bacarrat, treinta y cuarenta, carreras de caballos, etc., para enriquecer tahures, “croupiers”, hipódromos, Casinos y demás elementos nocivos de la sociedad; podían también destinarse al cómodo corte del cupón; pero también podían tener un destino mucho más noble, que es el de arriesgarlos en empresas que al mismo tiempo que en la prosperidad propia, redundasen en la del país.

   Afortunadamente, las personas que al principio de este artículo cito, y algunas otras que por olvido y por la precipitación con que escribo habré dejado seguramente de citar, a cuyas manos ha venido a parar la mayor parte de los beneficios de las minas, con la cooperación prestada por otras personalidades del país, como los Arteche, Aresti, Aznar, Echevarría, Mendía, Salazar, Coste, etcétera, y otras más modestas, arrastradas por tan buen ejemplo, han elegido el último de los rumbos indicados, y de las cifras siguientes podrá deducirse el empleo dado a las ganancias habidas en las minas de esta provincia:

Capital vizcaíno empicado desde 1877 hasta 1915 en

Obras del Puerto ………………………………. 63.000.000 pesetas
Empresas siderúrgicas …………………….. 94.250.000      “
Idem metalúrgicas …………………………… 45.800.000      “
Idem ferrocarriles ………………………….  172.400.000      “
ídem mineras fuera de la provincia . 218.000.000      “
ídem eléctricas (saltos de agua) …….  66.250.000      “
ídem varias ………………………………………. 75.000.000      “
TOTAL ……………………………………………. 826.700.000 pesetas

   Harto elocuentemente demuestran el espíritu emprendedor y enérgico de la raza.

   Casi toda esta obra es hija de la riqueza obtenida de las minas. ¿Qué hubiera pasado si en vez de un Gobierno protector que se contentó con un impuesto de 3 por 100, hubiera exigido un 40 por 100?.  El Estado hubiera ingresado en sus arcas, hasta el día de la fecha, es decir, en treinta y ocho años, 240 millones de pesetas, cifra sin importancia; pero el capital reunido por los mineros hubiera sido mucho menor, y más tímido, por consiguiente, y poco o nada de lo arriba citado existiría hoy; y aunque ignoro la cifra con que la riqueza creada contribuye a alimentar al Erario púbico, es seguro que corresponde a un capital mucho mayor que la cifra antes apuntada.
  Sería de desear que se siguiera el mismo criterio con otras fuentes de riqueza que están hoy sobre el tapete.

Publicado el 12 de Agosto de 1.916

Por Joaquín Arisqueta en LA ESFERA.

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