domingo, 4 de octubre de 2015

El matadero de Baracaldo.- 1920

El matadero de Baracaldo.- 1920

   Desde principios del siglo pasado, a que se remonta el origen de los Mataderos públicos hasta nuestros días, muy poco han variado, desgraciadamente, los métodos de matanza que la tradición ha transmitido y el uso y cúmulo de intereses creados conservado un año tras otro.


   Para una gran parte de los Municipios españoles la centralización del servicio de matanza de ganado con destino al servicio público no representa más que una mayor comodidad para el cobro del arbitrio sobre carnes. Nadie puede ignorar que la finalidad de los mataderos públicos es bien distinta, y buena prueba de ello son las recientes disposiciones gubernativas y la sana reacción que se nota en todas aquellas regiones hispanas de gran actividad y trábalo, las dos características de la vida moderna que hacen más perentoria la necesidad de renovar todos los servicios públicos, y de una manera especialísima los de índole higiénica, entre los cuales cabe señalar los Mataderos.

   En el abastecimiento de carnes para el consumo público, a más de las reglas de orden higiénico, han de tenerse en cuenta otras de orden económico, porque a nada conduciría tener un Matadero que reuniera las más exigentes condiciones higiénicas, si las manipulaciones que tuviera que sufrir la carne vinieran a recargar su coste. De aquí la conveniencia de respetar en lo posible las costumbres establecidas en regla, modernizándolas y facilitándolas con el auxilio de los aparatos necesarios, dando a los edificios y naves amplitud y ventilación suficientes para que las operaciones del sacrificio y faenado puedan verificarse con rapidez y comodidad, y para que la carne pueda orearse convenientemente.

   Para el Ayuntamiento de Baracaldo ha de ser motivo de noble orgullo la terminación de  las obras de su nuevo Matadero, proyectado y dirigido por el notable arquitecto D. Alfredo de Acebal, quien como concejal, primero, y como técnico director, después, puso al servicio de tan nobles intereses toda su actividad, acreditándose una vez más de ser una de las personalidades españolas más peritas en esta clase de trabajos.

   Situado en las afueras de la población, en sitio aislado, a cuatro vientos, con corrales y apriscos separados del edificio central, que se compone de naves independientes para el sacrificio de reses vacunas, reses lanares y caprinas y reses de cerda, dos triperías con sus anexos y locales para el personal facultativo y de administración, ofrece exteriormente una gran sobriedad de línea, que armoniza con la placidez del paisaje.

   La instalación mecánica del interior de las naves, fruto de la producción nación acusa un estudio muy detenido de los métodos seguidos en los establecimientos análogos de Suiza, Alemania, Francia y Estados Unidos, para adaptarlos en todo lo posible a los métodos de matanza usuales en nuestra patria. Cabe distinguir en ella dos partes esencialísimas: una destinada al traslado de las reses, común para todas las naves y formada por vía monorraíl de perfil I, suspendida por medio de un entramado metálico que se apoya, mediante ingeniosos dispositivos, en los elementos del edificio. La vía sigue las diferentes salas del Matadero y está dotada de los necesarios desvíos para que, sin necesidad de mecanismos de ninguna clase, los troleys o carritos aéreos puedan recorrerla en todos sentidos. En dicha vía está intercalada una báscula aérea registradora con dispositivo automático para que pueda funcionar a voluntad.

   Centralizándose de este modo el servicio de pesado, ofrece garantías que alcanzan al consumidor, al vendedor y al Municipio.

   Para la descarga de las reses grandes se ha instalado un aparejo diferencial corredero en el sentido de la vía, movido a cadena, que de una manera sencilla y automática traslada la res desde el troley o carrito aéreo a los carros de reparto. La operación resulta de una sencillez extrema.


   La parte de la instalación mecánica de las diferentes naves de matanza destinada a facilitar y dar rapidez e higiene a las operaciones del sacrificio y desuello de las reses cumple su cometido de una manera perfecta. En la nave de ganado vacuno están instalados camales mecánicos que, acoplados a tornos de pared, pueden maniobrarse con el mínimo esfuerzo, pudiendo la res quedar suspendida a la altura que mejor acomode a los matarifes, pasando desde dichos canales, de una manera automática y sin necesidad de ser tocada, a los carritos aéreos, que, corriendo sobre las aletas inferiores de la vía aérea, trasladan el animal sacrificado a la báscula y, una vez pesado, al aparejo de descarga. El material complementario está también atendido cuidadosamente. Así vemos carritos a mano de forma apropiada para el transporte de las panzas y bandullos, carritos con cubeta de quita y pon para sangre y estiércol, cubos especiales para recoger la sangre en la operación del degüello, un carrito especial con cierre al torno para carnes decomisadas y, en fin, cuantos utensilios requiere la comodidad y el aseo.

   En la nave de ganado de cerda el sacrificio del animal se verifica en un templete situado en el extremo de la sala, desde donde, mediante un ingenioso dispositivo de lanzamiento provisto de reja de seguridad, es arrojado en la cuba de escaldar, sustituyendo así la antihigiénica operación del chamuscado. Dicha cuba es de gran capacidad y con calefacción a vapor.

   En dos mesas de madera, de forma bombeada, son raspados los cerdos, pasando desde ellas a los sitios de trabajo colgados en la vía aérea por medio de troleys de forma muy adecuada.

   También está dotada esta sección del Matadero de carrito para el transporte de sangre, bandullos, etc. Tiene además la nave de cerda instalados a lo largo de la pared una serie de percheros con ganchos. Limpia y despojada la red de sus entrañas, pasa, siempre colgada en el troley canal, a la báscula, desde donde, una vez pesada, es descargada en los carros de reparto.

   La escrupulosidad con que se han cuidado toda clase de detalles en las naves anteriores no disminuye en modo alguno en la nave destinada al sacrificio de reses lanares y cabrías.

   Caballetes de madera de haya sirven para el sacrificio y desuello de las reses que se han de acabar de trabajar, colgados en los ganchos de que están provistos los percheros dobles que a los dos lados del pasillo central dividen la nave en varios compartimentos. Carritos para bandullos, para sangre y estiércol, para carnes decomisadas, completan la instalación de esta nave, en la que, según tenemos entendido, está proyectada la instalación de un servicio central de insuflación con aire aséptico para facilitar el desuello.

   Adosadas a las paredes de la tripería, junto a las pilas, están dispuestas mesas para el raspado de los estómagos, bandullos y despojos de las reses sacrificadas, que son previamente escaldados en dos cubas, una mayor que la otra, calentadas a vapor análogamente a la de la nave de cerda, para la cual  se ha instalado en sitio independiente un generador de vapor.

   Mangas de riego dispuestas convenientemente en las diferentes naves aseguran una limpieza perfecta del piso y de las paredes, recubiertas con azulejos blancos hasta cierta altura.


   No puede ser más halagadora la impresión que experimenta el visitante al observar con qué cuidadosa solicitud está atendida la parte higiénica, de una tan grande importancia en instalaciones de su naturaleza, y comprendemos el noble orgullo de los vecinos de Baracaldo al mostrarnos la obra de sus suministradores, que queremos divulgar para que sirva de estímulo a los demás Municipios españoles.

   Al sin número de felicitaciones que habrá recibido el Municipio de la Anteiglesia de Baracaldo (tantas como visitantes de la instalación) queremos juntar la nuestra, que hacemos extensiva a todos los vecinos de Baracaldo, al dignísimo arquitecto, D. Alfredo de Acebal, y a la casa suministradora de la instalación, “Edmundo y José Metzger”, de Barcelona y Madrid, la cual, con arreglo a sus patentes españolas y a la gran experiencia que en todos los ramos de servicios públicos tiene demostrada, ha construido los diferentes aparatos que forman el conjunto de la instalación en los modernos talleres mecánicos que posee en San Martin de Provensals.


Publicado el 15 de Enero de 1920

Por JOSÉ MARÍA TORRA, Ingeniero Industrial

En LA CONSTRUCCIÓN MODERNA

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